Voz, silencio y sombra. Desde la condición de "sedente espectador de este plácido universo" (así dicen unos versos de "Cerveza incendiada"), Ignacio González Martínez-Pais presenta hoy, a las 19:30 en el Instituto de Estudios Canarios de La Laguna su segundo poemario, titulado "De silentio et umbra", que así se le ocurrió, en latín, acaso, confiera el autor, por la carga expresiva que encierra.

Este gaditano de nacimiento, astrofísico de profesión y poeta de vocación (por momentos también músico, guitarra eléctrica en mano), percibe el universo que lo circunda desde ambos espacios: a partir de "la mirada subjetiva de la poesía, más personal y que no pretende ser rigurosa", señala, frente a esa otra esfera científica, "puramente descriptiva".

Esos dos seres, casi independientes, mantienen sin embargo una inevitable relación interna que busca la forma de manifestarse "en los fenómenos", sostiene, o "logro continuar/ razonablemente intacto/ este viaje a ningún destino", tal y como finaliza el poema "Tratado sobre los riscos".

La obra que hoy presenta junto al escritor y crítico Sergio García, y en compañía de Elena Morales, responsable de la editorial Escritura entre las nubes, comprende dos poemarios.

El primero contiene dos cuadernos, "La penumbra del silencio" y "Desalojo del Edén", mientras el segundo acoge los versos de "Crónica de un amor ausente".

Los poemas que abren la obra van desde lo contemplativo y nostálgico hasta un acento más inquisitivo, reflexivo y crudo.

En el trasfondo late una profunda melancolía, cierta orfandad: "No encuentro el sitio;/ no sé dónde habré de morir" y con ella "todo un catálogo de esperanzas gastadas", canta el poeta, con esa manera de abordar "la realidad descolorida", explica la voz del autor.

La noche representa la soledad, la oscuridad , un estado que el creador percibe "como el momento de refugiarme y replegarme en el alma" y de ahí ese "sabor a quieta amargura,/ nostalgia de no haber vivido todavía,/ dulce dolor suspendido en el aire/ de unos pulmones/ que aún no han aprendido a gritar".

Y se suceden los desgarros (en la tiniebla, del hirudo, en la quimera, del insomne, del dolor, de la agonía, del insomne ante el espejo), unos poemas emocionales, de perfil más sombrío.

La segunda parte la integran el amor sensual, la ausencia del ser amado, "el amor que queda a oscuras", dice unos de los versos y "todos esos conceptos para los que debo recurrir a la figura de las metáforas", a la poesía.