Ya ensaya en Tenerife el rol que tendrá que defender en "Sunset Boulevard", el musical que Jaime Azpilicueta ha volteado para dar forma a un estreno internacional en español. "Estamos siendo protagonistas de un acontecimiento histórico", asegura el actor y cantante bonaerense Gerónimo Rauch (1978). Ganador del "talent show" "Popstars" argentino con el grupo Mambrú -una especie de "Operación Triunfo-, la crítica lo señala como una de las voces dominantes de un género en el que acumula sabrosas recompensas con títulos como "Los Miserables", "Grease", "Jesucristo Superstar" o "El Fantasma de la Ópera". "Joe Gillis -el papel asignado en una experiencia artística que va a compartir con la madrileña Paloma San Basilio- me incomoda y me lleva a lugares por los que no había transitado nunca", asegura un talento que ha hecho carrera en Londres.

¿Qué añade este personaje a los que ya ha tenido que desarrollar en su palmarés teatral?

Posiblemente sea uno de los más importantes de los que he tenido que abordar a lo largo de mi trayectoria profesional. Joe Gillis es el narrador del musical; víctima y testigo de todo lo que sucede en el escenario. "Sunset Boulevard" empieza por el final, es un "flash-back" y la narración de los hechos están siendo contados al público según su versión. No sé si es el más grande, que lo es porque participa en la totalidad de las escenas, pero sí el desafío que estaba esperando en este instante de mi carrera. Es un personaje jugoso, rico y divertido que, además, brilla cuando a su lado está Paloma San Basilio.

¿Cuáles son sus sensaciones al liderar un reparto con Paloma San Basilio?

Este es el papel que terminará por coronarla, si es que aún no tiene la corona, como la gran actriz que es... La admiración y el respeto que siento por ella se unen en una sola idea: disfrutar una oportunidad única que está al alcance de muy pocos. Hace unos meses tuvimos un primer encuentro para analizar el guion y enseguida percibimos que había una buena química entre los dos.

¿Haber acumulado otras experiencias en musicales como "El Fantasma de la ópera", "Grease", "Los Miserables" o "Jesucristo Superstar" hace que se pueda sentir menos intimidado por el protagonismo de Joe Gillis?

Los artistas necesitamos estar incómodos y percibir el miedo que supone enfrentarse a un nuevo reto. Alejarnos de una zona de confort es casi una obligación. Todos los papeles están envueltos de una dificultad que en realidad reclamamos para seguir vivos como artistas. Joe Gillis me incomoda y me lleva a lugares por los que no había transitado nunca. Es un personaje que te hace estar en alerta, que da la posibilidad de probar cosas distintas, que es muy útil para crecer como intérprete. Es difícil controlar las reservas de adrenalina cuando entre tus manos tienes algo tan potente. Este desafío es agotador y a la vez estimulante.

Canarias aún está lejos de la tradición de la Gran Vía, pero el género musical ha calado con fuerza. ¿El hecho de convertirse en una plaza de estrenos confirma que es un destino especial?

El riesgo que asume Auditorio de Tenerife montando por primera vez "Sunset Boulevard" en español es grande, pero eso es un indicador que refleja ambición... Hay un sello propio que se aleja de las imposiciones de una franquicia que acaba trabajando con una sola fórmula en todo el mundo. Jaime Azpilicueta se mueve como nadie en este tipo de aventuras y su energía se contagia a los artistas, al escenógrafo, al responsable del vestuario...

Este "Sunset Boulevard" es un proyecto supervisado por Jaime Azpilicueta y Julio Awad, ¿Cómo es trabajar con la doble J?

Creo que estamos en las mejores manos. Ambos tienen muchísima experiencia y saben qué es lo que le pueden pedir a cada una de las personas que forman parte de esta producción.

¿Por qué funciona tan bien este formato en España?

Por varias razones. Una de ellas está asociada a su larga tradición. Otro factor que hay que tener en cuenta es la calidad de los intérpretes. Daniel Diges, por ejemplo, se marcha en breve a Brasil para dar vida a Jan Valjean ("Los Miserables"). Al margen de ser amigo, su progresión es inagotable...

¿Tiene alguna explicación que justifique la constante aparición de buenas voces en Argentina?

El argentino, para subirse a un escenario, tiene que hacer muchos sacrificios; autogestionarse para saber un poco de baile, de canto, de luces, de sonidos... Hasta hace poco no teníamos escuelas o universidades que ofrecieran formarse en este campo, todos los logros se conseguían en función de apuestas personales con los profesores particulares que te podías procurar. La única salida era agarrar un especialista de canto y otro de interpretación y buscar un punto en el que se cruzaran esas disciplinas. El secreto está en la ambición. Los argentinos no nos asustamos por una crisis, vivimos siempre en crisis y eso nos hace fuertes.

Viven como el teatro, en una crisis permanente, ¿no?

Eso es (ríe)... Actores con ganas de actuar hay de sobra, solo es necesario arriesgar cuando intuyes una oportunidad.

¿A una voz como la suya aún no le ha picado la curiosidad por probar en terrenos más clásicos?

Ese bichito me picó cuando hice "Chicago". Durante un tiempo me formé en ese terreno, pero luego surgió la posibilidad de hacer en Londres "Los Miserables". Allí volvió a aparecer la posibilidad de dar el salto a la ópera: hice una audición y salieron contentos, pero me dijeron que tenía que dejar los musicales durante dos años. Este es mi sueño y no lo puedo dejar aunque me sienta atraído por formas más clásicas. No tengo miedo a experimentar, pero no me veo dedicado al cien por cien a un género como la ópera.