La Mercedes-Benz Fashion Week Madrid arrancó la pasada semana y entre todo lo que se movió, dentro y fuera de la tarima, una de las propuestas más esperadas fue la de Pedro del Hierro, quien apostó por volver a la fiesta de la moda española después de 15 años de ausencia. No fue Ifema el escenario escogido, su opción fue el museo del Ferrocarril. El ambiente tropical, una tendencia durante este año para los eventos y locales más selectos, envolvió tanto a maniquís como celebridades. En medio de esa escenografía, sus diseños supieron entremezclar el tiempo en el que vivimos y la solera de una marca con más de 40 años de historia. Una vuelta a la pasarela que no dejó indiferente a nadie.

María Escoté abrió los desfiles de Ifema. Fue la primera en mostrar el concepto "See now, buy now" (mira ahora, compra ahora) al que se sumaron otras firmas como Roberto Verino. Escoté demostró que se puede jugar con los colores, cortes y una buena dosis de sentido del humor, para una mujer con las ideas claras, que no puede esperar para sacar a la calle, lo antes posible, lo que ha visto sobre la pasarela. Bajo la idea de no dejar que pase un año hasta que las creaciones pisen el asfalto, Verino decidió que las prendas de inspiración canaria -el diseñador gallego se centró en la obra de César Manrique- destilaran comodidad con pantalones capri y faldas fluidas, elegancia con las camisas masculinas y energía con hilos metalizados y lentejuelas.

Con los destellos y el brillo que derrocha el charol y el plástico, Andrés Sardá optó por personas que triunfan para demostrar que los 80, el aerobic, los videojuegos y las series de televisión crearon un antes y un después que aún perdura. Al frente de su puesta en escena se colocó Mario Vaquerizo.

No solo los modelos profesionales se ocuparon de modelar las prendas. En el desfile de Duyos también lo hicieron mujeres reales. Quien diseñó las chaquetillas de los cocineros galardonados con los soles Repsol, hizo un guiño mezclando entre otras damas a alguna cocinera relevante. Las sinergias que se están dando entre la moda y otros sectores cada vez es más evidente. Por ejemplo, Iberia anunció que busca diseñador en la MFW para sus nuevos uniformes. Parece que el lenguaje de la moda está hablando de unidad en nuestro país. Por si había alguna duda, Ágatha Ruiz de la Prada, este año, el mensaje lo tuvo claro: "España". La bandera nacional tapizaba la tarima, el himno español sonaba a todo volumen y la modelo pisaba fuerte con un vestido que fundía con la pasarela.

Como broche final, Palomo Spain convirtió el teatro Real en un escenario de sociedad, sonido y ante todo moda.

No cabe la menor duda de que en cada evento se pretende resaltar un tema principal; un compromiso, un objeto, una situación?, pero existen ocasiones en las que el continente es casi más importante que el contenido. Conocer las tendencias y los diseños que los grandes modistos han creado para dictar lo que nos pondremos fue el objetivo central, tanto para la semana de la moda de Madrid como para la de alta costura de París. Sin embargo, en ocasiones el entorno eclipsó las prendas que se subieron a la pasarela. Algo que también sucedió en la semana de la moda masculina de Milán, cuando Maluma despidió el desfile de Dolce & Gabbana.

En París, Chanel decidió montar su espectáculo en un jardín francés, dentro del Grand Palais, para buscar una conexión con Versalles. Por cada uno de los paseos andaron botines de calcetín sencillos, con tacón discreto y de los mismos tejidos que forman las prendas. Un desfile muy delicado en creaciones y colorido.

Los apliques secuestran la atención, sobre todo los brillos con destellos y las plumas que dan volúmenes en hombreras y faldas, también en las sobrepuestas a los pantalones diseñados para las novias. Tocados de redecilla y flores a tono. La espectacularidad de Cindy Crawford, presente en el desfile, no pasó de largo y, además, su hija Kaia Gerber se postula como la nueva musa de Lagerfeld.

Maria Grazia Chiuri buscó difuminar colores y líneas entre el escenario y las propuestas para Dior. Distintos órganos y extremidades del cuerpo humano y una enorme jaula colgaban del techo del Museo Rodin de París. El suelo ajedrezado. Si fue Nicky Saint Fall quien le inspiró en la colección anterior, hoy se apoya en la artista surrealista Leonor Fini. Solo blanco y negro incluso cuando se mezclan para sacar el gris. El dinamismo lo dan los tejidos, apliques y materiales. Aquí y allí, con este despliegue de escenarios y de diseño, el espectáculo está servido.