Creció en la Patagonia argentina, de niño coleccionaba documentación -en formato periódico/revista y audiovisuales- relacionada con el capitán Cousteau y fue una inspiración para Gerardo Olivares en el momento de crear "El Faro de las Orcas", película que ayer se proyectó en el marco del Festival Arona Son Atlántico. "De pequeño quería ser biólogo marino y trabajar en el Calipso", cuenta el naturalista argentino Roberto Bubas en una breve conversación que nace antes de impartir varias charlas en el Auditorio Infanta Leonor de Los Cristianos.

¿Cómo son esos cara a cara con el público que acude habitualmente a sus charlas?

Mis encuentros con el público son espontáneos e intuitivos, no me preparo nada. Me dejo llevar por su curiosidad.

¿Y cuando trabaja con familiares de niños autistas?

Cuento mis experiencias con las orcas, pero no ofrezco terapias... Sé que muchas personas acuden a mis conferencias por lo que se describe en la película y en ocasiones pueden irse decepcionados. Yo solo hablo de lo que conozco.

¿Dónde habría que posicionar el punto partida de su relación con las orcas?

Yo soy un tipo criado en la montaña, pero que siempre se sintió atraído por los misterios que crecen en la costa... Las orcas son unos animales con un cerebro muy evolucionado que tienen unos comportamientos bastante análogos a los del ser humano. Cuanto más me interesaba por ellas, más se fue armando una relación entre nosotros. Un día estaba en la orilla y cuatro ballenas se acercaron a mí con un manojo de algas. Desde el principio tuve la sensación de que me estaban proponiendo jugar con ellas. Ese día cambió la percepción científica que tenía respecto a estos animales.

¿Hasta qué punto se vio influenciado por las aventuras de Jacques Cousteau?

Mientras viví lejos del mar, él fue una especie de imán que me acercó al universo marino. Uno de mis sueños era poder llegar a trabajar a sus órdenes...

¿Qué grado de fidelidad existe entre los estudios que usted ha realizado y lo que se muestra en la película "El Faro de las Orcas"?

Creo que se logró comunicó bien lo que se quería comunicar. Sobre todo, porque detrás hay un trabajo de investigación con los mamíferos marinos de largo recorrido que ha durado más de 25 años... Si a eso le unimos los componentes emocionales que envuelven los trabajos con niños con autismo y la intensa relación que se narra en la película, era extremadamente complejo poder comprimir en una hora y media toda la información de la que disponíamos. El mayor mensaje que se transmite en este filme está vinculado con la comunicación.

¿Comunicación o milagro?

Hay algo de las dos cosas porque el espectador es testigo de una situación especial. ¿Cómo es posible que un niño que tiene unas dificultades tan severas para comunicarse establece una relación con un animal tan temible.

Muchos pueden pensar que la relación entre un niño y un animal al que tradicionalmente se le asocia con la muerte es ciencia ficción.

Uno de los valores de esta película, al margen del que ya apuntamos en la respuesta anterior, es que rompe con el estigma terrorífico de estas ballenas... También podríamos abrir una comparativa entre los comportamientos más o menos violentos del ser humano y el de estos animales. Las orcas matan para comer, los hombres para mostrar poder. La diferencia entre ellas y nosotros es que los humanos cuando tenemos hambre acudimos a un supermercado a comprar esas bandejas en las que hay un cabrito, un pollo o un pescado.

¿Usted tiene la sensación de que después de visionar "El Faro de las Orcas" se modifican muchas opiniones respecto a esos mamíferos mastodónticos?

La película remueve muchos sentimientos y es importante que no existan las respuestas preparadas. Por eso nunca preparo lo que tengo que decir. Prefiero improvisar. La curiosidad del público que mira la película crea que se pregunte desde el corazón... Yo lo paso tan bien como ellos porque ese diálogo no tiene impurezas. Esas conversaciones de corazón a corazón escasean en nuestro día a día.

Los actores que participaron en este rodaje han repetido en varias ocasiones que han acabado "rendidos" ante tantas emociones.

Yo tuve la suerte de colaborar en el guion y cada vez que veo la película me conmuevo con esas escenas que te pellizcan el alma. ¡Eso no se puede controlar!