Iniciar una conversación con Carlos López Puccio (1946) es como abrir de par en par la historia de Les Luthiers. Escuchar sus reflexiones desata un paseo por el callejero humorístico de un grupo que tiene medio siglo de vida. Analizar la profundidad de su mirada realza el éxito de una fórmula que el año pasado recibió el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades. "Mantenemos un largo romance con la audiencia española, el premio solo vino a confirmarlo. Se trata de un amor afortunadamente correspondido que comenzó hace 44 años", agradece el miembro de un sexteto que el próximo mes regresa a Tenerife para mostrar el contenido de "¡Chist!". "Creo que va a satisfacer plenamente a las mencionadas exigencias", adelanta sobre el elevado nivel que siempre aguarda su clientela.

Muchas veces se especula con la gira definitiva, pero lo cierto es que siempre acaban apareciendo. ¿Les Luthiers "no dobla sus rodillas"?

Es que las rodillas nos siguen funcionando a Marcos, a Jorge y a mí... Mientras las rodillas nos sostengan en pie, allí estaremos.

¿Siguen por respeto a la audiencia o porque es muy complicado bajarse de esta guagua con la que han recorrido los cinco continentes?

Creo que seguimos por la razón inversa: la audiencia nos respeta a nosotros -continúa disfrutando- y eso nos llena de placer y orgullo. Por otra parte, hemos llegado a una edad y a una experiencia en la que la guagua va a la velocidad que nosotros queremos.

¿Alguna vez sintió que la fórmula estaba en riesgo?

Nuestra carrera fue imprevista. No se ajustó al diseño supuestamente habitual. La aceptación de Les Luthiers fue creciendo y manteniéndose mucho más allá de las expectativas iniciales que no eran otras que las de una aceptable humorada estudiantil... Cuando salimos del ámbito cerrado para pasar al profesional, durante muchos años temimos que, como suele suceder naturalmente en el mundo del espectáculo, el aprecio de la audiencia decayera, que el gusto cambiara, o simplemente que se nos terminaran las ideas. Nunca tuvimos la certeza de que siguiéramos gustando ni de que pudiéramos continuar creando con calidad satisfactoria. Sin embargo, para nuestro asombro, hemos perdurado. Estamos muy agradecidos al público y a la vida por esta prolongada sorpresa.

¿Cómo se sobreponen a ausencias como la de Masana, Acher, Rabinovich o Núñez?

No son ausencias de la misma calidad. Visto en perspectiva Masana se nos fue muy temprano, cuando aún el grupo no tenía definidos todos sus rasgos ni soñábamos con tamaño éxito. La muerte del líder fue un drama casi fundacional, la razón más fuerte por la que nos decidimos a encarar una terapia grupal. Con Acher nos separamos de común acuerdo y creo que fue bueno para ambas partes. A Carlitos Núñez no pudimos convencerlo de que no optara por el retiro, pero aún está cerca y somos amigos. Con Daniel fue muy duro, por lo irreversible, luego de cincuenta años de estar juntos. Sin embargo, sigue habitando entrañablemente entre nosotros, como un hermano perdido y como socio, cómplice, amigo y coautor de Les Luthiers.

¿Qué tiene la fórmula Les Luthiers para sobrevivir en el tiempo y seguir atrapando audiencias de distintas generaciones?

Ofrecemos un producto escaso y de difícil obtención: humor refinado, inteligente, culto, en un envase teatral y musical íntimamente imbricados.

¿Cuál es el porcentaje "exacto" de humor, música y dramaturgia que debe tener un espectáculo?

Es una fórmula secreta, pero la revelaré para los lectores de EL DÍA: 50% de buena música, 50% de humor. Todo bien mezclado, cocinado con buen gusto musical y humor inteligente. Luego sazonamos con momentos teatrales y mímicos, una pizca de sal y colorantes autorizados... Cómo se produce el milagro después es algo que nunca llegamos a entender completamente, pero sabemos que es imprescindible contar con la complicidad y con la inteligencia de nuestro público.

¿Se ha imaginado su día a día sin este "yo" artístico?

Ya casi ni me acuerdo de mis días anteriores a Les Luthiers. Hoy no puedo pensarme privado del placer de estar en su escenario. Carlos Núñez decidió jubilarse hace ya casi seis meses y no me he atrevido a preguntarle si está arrepentido.

¿Qué tiene que tener un buen Les Luthiers?

Los nuevos integrantes tienen trayectoria, formación y, sobre todo, una sólida experiencia artística previa. No hay un único perfil, siempre los roles fueron repartidos en el grupo según las aptitudes de cada integrante, pero todos debemos poseer dotes y sensibilidad para el humor y para la música.

¿Algo tiene que pasar dentro de un escenario para que su propuesta artística no tenga fronteras geográficas?

Creo que hay un gozo recíproco entre la audiencia y nosotros por compartir y disfrutar ceremonialmente de un humor muy limpio, culto, sin bajezas, cuya creación exigió siempre de nuestra inteligencia y que, por lo tanto, apela a la del público sin importar su edad. La respuesta a esta propuesta esencialmente humana salta fronteras.

¿El hecho de ser Premio Princesa de Asturias le ata de una forma especial a la audiencia española?

Mantenemos un largo romance con la audiencia española, el Premio solo vino a confirmarlo. Se trata de un amor muy afortunadamente correspondido que comenzó hace 44 años. No muchos artistas pueden jactarse de una relación tan profunda y duradera, ni tampoco muchos matrimonios.

Canarias, por su condición de ser una plataforma tricontinental, es un lugar de paso para el mundo latino. ¿Sienten esa conexión cuando visitan las Islas?

Claro, el primero en referirnos acerca de ustedes fue Cristóbal Colón llegando de Canarias. Luego el desafortunado don Rodrigo Díaz de Carreras. Estamos unidos y enamorados de las Islas desde antaño: tuvimos el gozo de visitarlas, de descubrirlas, ya en nuestra primera visita a España allá por 1974.

¿Son conscientes del universo que han moldeado en torno a su propuesta escénica y, sobre todo, que las exigencias que hay en torno a ustedes siempre son altas?

No estoy seguro, sería presuntuoso decir que soy consciente de algo tan vasto como un supuesto universo. Pero sí puedo intuirlo: no es infrecuente que en nuestros espectáculos la mención de Mastropiero sea saludada con un aplauso, como si se tratara de un ser real. Tal vez ese aplauso sea una forma de saludo a este "universo" Les Luthiers, pero no llego a tener en claro qué aspecto tiene ese mundo, en sus confines, para la mucha gente que nos sigue. El Princesa de Asturias fue una señal de que desde afuera hay un aprecio y un reconocimiento mayor hacia nuestro trabajo que el que nosotros mismos podemos ponderar. En cuanto a las expectativas, siento que las satisfacemos: los espectadores siguen saliendo felices de nuestras actuaciones y esto es algo que nos hace tan felices, tanto como a ellos.

¿De dónde sale la imaginación para crear esos instrumentos?

Los instrumentos fueron en principio fruto del ingenio de Gerardo Masana. Luego tomó su puesto Carlos Iraldi, un psicoanalista que a la vez era un excelente artesano, inventor, hombre inquieto y multidisciplinaro al estilo Da Vinci. En esa tarea fue secundado muchos años por Carlos Núñez. A la muerte de Iraldi, en 1995, le sucedió Hugo Domínguez, quien aún sigue siendo el "luthier de Les Luthiers". Cada uno de ellos hizo su aporte al gran catálogo de estrafalarios instrumentos del conjunto.

¿En alguna ocasión se le resistió alguno, por su sonoridad o simplemente porque no debía tener una vida musical?

En nuestro arsenal hay instrumentos de mero efecto y cortos atributos y otros más expresivos, más dúctiles, más aptos para hacer música. Los primeros tuvieron normalmente utilidad, aplicación concreta, en apenas una obra o incluso a veces tan solo en breves momentos. Por el contrario los instrumentos dúctiles, nuestras cuerdas por ejemplo, han sido sustento habitual de gran parte de nuestro repertorio y los usamos frecuentemente.

¿Podría dar una "pincelada" del espectáculo que traerán en marzo al teatro Guimerá?

Debería ser más modesto, pero no lo logro: es muy bueno, muy divertido, muy ingenioso y muy musical. Creo que va a satisfacer plenamente sus exigencias.