El teatro le ha devuelto a Victoria Abril el contacto con el público, combustible para una actriz que a sus 58 años se siente "en la edad de oro", con ganas de "seguir dando por culo" y resentida con un cine español que la ha "olvidado".

Sonriente y plena de energía, la actriz recibe en su domicilio de París, ciudad en la que vive desde que en 1982 llegó "por amor" y de la que sigue "enamorada".

En el céntrico teatro de La Madeleine, Abril encarna cada noche a Eva, una mujer independiente que se ve sorprendida por la irrupción en su vida de un hijo al que abandonó al nacer. Para estar cerca de él se hace pasar por una señora de la limpieza, Paprika, que da nombre a este vodevil escrito por el célebre cómico francés Pierre Palmade.

"El teatro me ha devuelto el contacto con el público, que me hace feliz. Lo descubrí en los conciertos, que convirtieron mi década maldita, la cuarentena, en la mejor para mí", asegura la actriz madrileña, que rememora así la nutrida gira que paseó por Europa y América Latina.

"Todo menos en España", se queja, algo resentida por la creciente distancia que siente con el país donde nació y donde ha ganado un único Goya -por "Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto" (1996)-, de nueve nominaciones.

La actriz se siente sin embargo muy querida en Francia, donde es aclamada cada noche por una obra que reposa sobre sus espaldas.

"Era un papel que no quería dejar escapar, el cometa Halley solo pasa cada 30 años. Es una obra de la que me gusta cada réplica, por eso acepté, porque si tienes que decir cada noche una frase que no te gusta es como cuando esperas que te den una bofetada, agrias el gesto", explica.

En "Paprika" interpreta a una mujer libre que también describe su vida, la que le ha llevado a "no llamar a nadie para tener trabajo" pero "estar abierta a todas las ofertas".

"Siempre he trabajado con los directores que quieren trabajar conmigo", asegura la intérprete, que recuerda con especial cariño al malogrado Vicente Aranda, a quien considera su padre en el cine.

Él le dio su primer gran papel en "Cambio de sexo" (1977) y con él rodó títulos como "Tiempo de silencio" (1986), "Si te dicen que caí" (1989) o "Amantes" (1991), que le dio un Oso de Plata de la Berlinale a la mejor actriz.

Pero ahora su teléfono no suena con propuestas del otro lado de los Pirineos.

"Aranda se ha muerto, Agustín Díaz Llanes ya no rueda y Pedro (Almodóvar) no se ha muerto pero yo sí para él", afirma sobre el director manchego, con el que trabajó en "La ley del deseo" (1987), "Átame!" (1989), "Tacones lejanos" (1991) y "Kika" (1993).

Aunque el público sí la conoce, las nuevas generaciones de cineastas no, señala Abril, que se siente todavía "muy viva", como demuestra su papel en la serie "Clem", líder de audiencia en el canal TF1, que ha agrandado su popularidad en Francia.

"Las series tratan ahora los temas sociales que antes trataba el cine, que se limita a comedias románticas sin fondo", señala la actriz, que interpreta a la madre de una adolescente que se queda embarazada.

Abril lamenta "el puritanismo" que llega desde Estados Unidos y, aunque reconoce que la actual campaña de denuncias libera la palabra de la mujer y es un avance para la causa femenina, alerta contra los excesos y pide "un equilibrio" porque "los dos sexos se necesitan".

"A mí nadie me ha exigido nunca pasar por la alcoba para hacer una película y empiezo a preguntarme por qué", señala la intérprete, que asegura que a medida que ha cumplido años le llaman menos directores y más directoras.

"Hasta los 40 eres un oscuro objeto de deseo. Luego ya los directores no saben qué hacer contigo y las directoras sí", dice Abril, que se muestra dispuesta a trabajar con Woody Allen porque "no está probado lo que se dice de él".

Alérgica a los premios y las galas, la actriz no cambiará su representación de "Paprika" del próximo 2 de marzo para acudir a la gala de premios del cine francés, donde Penélope Cruz recibirá un César de Honor.

"Es un poquito joven, pero ya lleva muchos años haciendo cosas. A mi me dan yuyu los premios porque creo que son el principio del fin y creo que yo todavía voy a dar por el culo muchos años", señala.

Si algún día se lo dieran a ella, Abril afirma: "Me las arreglaría para estar ocupada".