El director británico Paul McCreesh se encuentra "muy enfadado y molesto" con la idea de dividir Europa, una "tribalización" como la crisis en Cataluña y el Brexit que crea tensiones y que sufren enormemente intérpretes y compositores, puesto que la música "es el lenguaje internacional".

Paul McCreesh (Londres, 1960) reflexiona sobre la "difícil" situación actual en una entrevista con EFE a propósito del concierto en el que el viernes tiene previsto dirigir a la Orquesta Sinfónica de Tenerife con obras de Elgar, Britten y Mendelssohn, precisamente bajo la denominación "Reino Unido y Europa".

"No es mi título", advierte el fundador y director artístico del Gabrieli Consort & Players, aunque "era difícil no hacer referencia a este asunto" con un programa basado en los citados compositores británicos junto a la "Escocesa" de Mendelssohn, en la que el músico alemán recrea "el gran mito de Escocia de una forma brillante, apasionante".

Por ello, insiste, la idea de que un músico no deba ser internacional "para mí es un completo anatema" y cita al propio Mendelssohn, enormemente apreciado por los ingleses y uno de los autores favoritos de la Reina Victoria.

A su juicio, actualmente hay dos placas tectónicas enfrentándose y difíciles de conciliar, una que aumenta la globalización, sobre todo comercial, y otra que tiende a la individualización, a volver "a la tribu local para protegerse".

McCreesh sospecha que detrás de muchos argumentos independentistas están los asuntos económicos y pone de ejemplo que en Escocia se proclama que siendo independientes serán "increíblemente ricos por el petróleo", una idea "idiota" que al final está relacionada "con la codicia".

Y también tiene esto que ver, apunta, con la creciente desigualdad económica, con la polarización entre quienes más tienen y quienes menos, pero reitera que tiene que haber una "solución" a la dicotomía Cataluña-Madrid, Escocia-Inglaterra y Gran Bretaña-Europa "porque el aislamiento al final nunca funciona".

En cuanto a la música, admite que "inevitablemente" siempre hay reticencias en las orquestas de instrumentos modernos cuando son dirigidas por un músico que proviene, como él, del movimiento historicista, aunque apunta que en los últimos 20 años la mayor parte de su trabajo ha sido con formaciones del primer tipo.

Pero obviamente hace 30 años el movimiento historicista era terreno "virgen" para la mayoría de músicos de orquesta y hoy en día éstas se han renovado con gente joven que lo conocen perfectamente, pese a que siempre hay "algún miembro antediluviano".

Sin embargo, también opina que ya no tiene sentido hablar de "movimiento", clama que no es una "fucking religion" y brama que le molesta bastante que se piense que el historicismo es una opción, pues es "de sentido común básico" que cuando se interpreta a Bach o a Mozart se haga de una manera históricamente informada para entender la música que quiso expresar el compositor.

Al respecto McCreesh, que confiesa que nunca planeó ser director, afirma que su aproximación a una partitura de Elgar o Britten no es diferente de cuando interpreta a Josquin o Mozart, pues se enfrenta a las mismas preguntas básicas: "¿qué me dice la notación de lo que quería el compositor?".

Y esta pregunta es a veces más complicada con un autor del siglo XX que con los otros, admite McCreesh, a quien le apasiona estudiar una partitura para encontrar cuál fue el germen de esa música, cuál era la situación política y religiosa, que le ocurría al compositor para escribir así.

"La cultura es todo: no puedes entender a Mendelssohn sin Darwin y sin el viaje espiritual que hizo su familia del judaísmo al luteranismo, eso es lo que me interesa cuando hacemos música, que no es un proceso aislado", detalla.

Y actualmente internet ha cambiado el mercado musical radicalmente, de forma que paradójicamente se está grabando más música que nunca "pero me pregunto si alguien la escucha", pues no es equiparable oír un CD o ir a un concierto que poner música en el ordenador "mientras reservas las vacaciones".

Además es muy difícil grabar proyectos nuevos, a no ser un solista famoso o una orquesta con grandes patrocinadores, de forma que hace 15 años le pagaban para que grabase toda clase de programas y actualmente es él el que tiene que buscar fondos para sacar adelante un registro.

"Tengo pensados hasta 50 proyectos que me gustaría grabar y con suerte, podré hacer 20 o 30", confiesa Paul McCreesh, quien enfatiza que es "muy optimista" y confía en que en el concierto del viernes en el Auditorio de Tenerife haya en el público un "fan" suyo extraordinariamente rico y dispuesto a financiar sus grabaciones.