Derrochando ingenio y mucho humor (no solo negro), los escribidores Alicia Giménez Bartlett y Alexis Ravelo clausuraron ayer en el Aulario de Guajara el II Seminario Tenerife Noir de Investigación en el Género Negro.

La ganadora, entre otros, del Premio Nadal 2011 con la novela "Donde nadie te encuentre" y del Premio Planeta 2015 por "Hombres desnudos", afirma que estos reconocimientos, "además de la pasta, me animan sobre todo a seguir trabajando".

De la mano de Petra Delicado, esa inspectora de policía de irónico apellido, mujer fuerte, inteligente e independiente, que rompe con el tópico del dominio masculino, ha incursionado con éxito en el género negro, donde asegura se siente más libre que en otros registros y quizá sea así "por una cuestión de cansancio emocional".

Alicia Giménez, que recientemente recibió el IV Premio Granada Noir, recogía ayer el Premio Negra y Criminal a toda una trayectoria que entrega Tenerife Noir, un auténtico sombrero borsalino que compartió con el novelista griego Petros Márkaris. Y no le importó que fuera así, dijo, porque no lleva aparejada dotación económica.

Ya ha comenzado a urdir una nueva novela negra, titulada "Sin muerto", porque paradójicamente no aparece ningún cadáver, según explicó en un intento de humanizar la historia y devolverle al personaje de Petra Delicado "todo lo que le he hurtado" a lo largo del tiempo.

Con más de veinticinco obras publicadas, Alicia Giménez reconoce que "el reto personal del día a día es el ordenador, el papel y tú", la soledad del creador.

Esta autora situó el oficio de escritor en relación con los ánimos y la edad, además de subrayar el hecho de que "ha habido un cambio espectacular. Los jóvenes escritores lo tienen más difícil, porque la gente lee menos" y así lo comprobó en el vuelo hacia la Isla, donde ningún pasajero tenía un libro entre las manos.

Y se refirió a un encuentro con blogueras en Madrid, que reivindicaban sus escritos como historias de verdad. "Me escandalicé", dijo. "Si ese es el cambio, prefiero que desaparezca la literatura", sentenció. "Las historias de la gente me interesan humanamente, pero como escritora y como lectora, sobre todo, me interesan las historias tratadas literariamente.

El campo de las traducciones también provocó risas entre el auditorio. "Es divertido y nos hace ilusión", señaló Alicia Giménez, quien llamó la atención sobre los títulos. "La mentalidad en cada país es diferente" y los traductores, en busca de lo comercial, te piden permiso para cambiarlos". El caso más hilarante fue el de "El silencio de los claustros", que se tradujo como "La monja sorda".