La escritora y periodista Patricia Esteban Erlés (Zaragoza, 1972), ganadora de la última edición del IV Premio Dos Passos con su primera novela, "Las madres negras", mantuvo ayer un animado encuentro con sus lectores en la Librería de Mujeres de Santa Cruz, donde habló de las claves y de su concepción de la literatura.

Esta simpática autora, con cuatro libros de relatos publicadas, vive las mieles del galardón con humildad y la satisfacción de conectar con sus seguidores, cada vez más a raíz de "Las madres negras", obra para algunos muy visual y apta para ser llevada a la pantalla. Ella considera que tiene un envoltorio gótico, pero el contenido tiene tintes fantásticos, porque siente una especial inclinación por lo raro de la realidad, lo inquietante, lo cotidiana que se sale de lo normal en un momento dado.

"Me dicen que la novela es muy visual, cada capítulo cuenta una historia. Me halaga mucho pensar que tiene potencial", confesó y se inclinó por Guillermo del Toro como el director ideal para realizar este sueño si se hace realidad. "Me gusta la estética que utiliza en las películas, esa tendencia a lo fantástico".

Su estreno en el mundo del relato largo se lo debe a "Las madres negras", una historia con tintes góticos, pero muy fantástica, en la que plantea algunas obsesiones de su niñez. La protagonista es Mida, una huérfana recluida en un convento (Santa Vela), cuya vida se entremezcla con la de otras niñas y mujeres "encerradas" en distintas épocas, y Priscia, la madre negra que complica sus existencias.

"Es una historia de poderosos y sometidos. Me gusta hablar, sobre todo, de cualquier sistema en el cual unos que están a cargo de otros ejercen mal su autoridad o su poder, que en lugar de hacer un uso responsable del mismo hacen un uso arbitrario, negligente y caprichoso. También me interesa hablar de la infancia como un periodo casi de supervivencia, no demasiado feliz, y de los riesgos que conlleva cualquier tipo de pasión mal entendida, la ciencia, la religión... Los extremos son negativos".

Esteban se inspiró en las Magdalenas de Irlanda como universo en el que se desarrollar la obra, un lugar al que iban a parar chicas que, en teoría, eran "descarriadas". Allí se quedaban toda la vida encerradas y sometidas al control de "hermanas" que las tenían casi esclavizadas, lavando ropa para hoteles y hospitales. "Me pareció tan espantoso todo lo que se contaba de allí (...). En la novela se da cuenta del vacío, de lo aisladas que están algunas personas respecto a la sociedad que les da la espalda y los mundos de terror que se pueden crear de puertas adentro".

La narración de la periodista maña refleja dos aspectos de los conventos o monasterios, el lado blanco, como espacio de aislamiento feliz y voluntario, donde por ejemplo en la Edad Media se conservaba la cultura antigua, y el oscuro, el de las madres negras, que destruyen la cultura, "porque quien lee, quien aprende puede pensar y, a veces, conviene que la gente no piense", matizó.

Los personajes que deambulan en su propuesta literaria son diferentes modelos de personas que acaban, por causas muy distintas, en un lugar que no les corresponde. "Es como una especie de bombo de lotería en el que entramos todos. Estoy contando la realidad de unas niñas que tienen un número que es premiado con ese tormento, sobre todo, que tienen un defecto o una característica que las distingue, o sufren una pérdida familiar. Son circunstancias que hacen que en lugar de tener una vida más feliz termines encerrada en un infierno negro".

En este sentido, aclaró que "me atraen, sobre todo, los personajes que podríamos considerar monstruosos por algún motivo, los diferentes. Me gustan los otros, los que miramos de lejos, los que en algún momento nos pueden causar repelus, los que producen rechazo porque ese concepto de la monstruosidad va cambiando, es muy caprichoso. Me gusta revisar ese concepto (...). Me agradan los personajes vulnerables que tienen que luchar contra gigantes, contra dificultades muy grandes. Me pongo más de ese lado que del de los demás".

El estilo literario que practica esta narradora, como filóloga que es, se caracteriza por ser muy cuidadosa con el texto, la exacta elección de las palabras y de originales metáforas.

También se decanta por enaltecer algunos valores que van en contra de la injusticia, de lo arbitrario, del empleo negativo del poder, además de reflexionar sobre la infancia, la mujer en la sociedad y el absurdo sometimiento al que ha estado supeditada durante siglos.

Patricia Esteban, que ya prepara otra novela sobre los desaparecidos, "gente que un día sale de casa y no aparece nunca más, ni vivos, ni muertos", confesó que le atraen el terror, lo oscuro y lo misterioso para llevarlo a sus obras.

"Me gusta mucho pasar miedo cuando leo o veo películas. Me gusta pasar miedo, pero como una sensación controlada (...). Me gusta provocarlo porque es algo que rehuimos y creo que es saludable que aparezca en la literatura lo oscuro de la vida, aquello que es peligroso, que es triste porque forma parte de nosotros también. Tenemos un lado muy luminoso, muy blanco y una muy negro, como ocurre en Las madres negras".