Unas pipas de fumar posiblemente utilizadas por sus marineros revelan que el pecio hallado en 1968 en la costa de Ingenio (Gran Canaria) pertenece muy probablemente a un buque corsario inglés que naufragó en el s. XVIII en esa zona, tras sufrir fuego de cañones en la bahía de Gando.

El consejero de Cultura del Cabildo de Gran Canaria, Carlos Ruiz, y el alcalde de Ingenio, Juan Díaz, han presentado esta mañana el resultado de las catas arqueológicas que se han realizado durante enero y febrero en ese pecio, conocido desde hace medio siglo, pero del que apenas se tenían datos sobre su procedencia y cronología.

En estos dos meses, se han recuperado de los restos del naufragio, situados apenas 80 metros de la playa de El Burrero, piedras de sílex utilizadas como lastre al uso de los astilleros ingleses, fragmentos de cerámica fabricada por talleres de la localidad inglesa de Devon en los siglos XVII y XVIII, algunos cubiertos de decoración barroca y pipas de fumar cerámicas.

Estas últimas conservan la marca del fabricante, lo que ha permitido acotar aún más el periodo al que pertenece el barco, del que sí se sabía que iba fuertemente artillado, pues en los años siguientes a su descubrimiento por parte de un buceador local, Tomás Cruz Alemán, se recuperaron de sus restos quince cañones.

Todas esas pistas -el estilo de construcción, el armamento y los enseres de los marineros que acaban de aflorar ahora- llevan a los especialistas a pensar que se trata de una corbeta corsaria que fue repelida en la costa de Gran Canaria cuando intentaba un saqueo junto con otro buque, en un episodio que relata en sus crónicas el historiador José Viera y Clavijo (1731-1813).

El arqueólogo especializado en yacimientos subacuáticos Josué Matamora ha precisado que aún están en "un momento muy preliminar de la investigación", aunque ha agregado que todo indica que "es un buque construido con un sistema específicamente inglés, seguramente de función militar, que encalló posiblemente a mediados del XVIII".

"Sospechamos que es una corbeta corsaria que tuvo un encuentro en la ensenada de la bahía de Gando, allí fue cañoneado y herido de muerte llegó hasta esta playa y no pasó de ahí", ha agregado el investigador.

Matamora ha especificado que se sabe que en los años sesenta se sacaron de ese pecio cañones sin ningún criterio profesional o histórico: "De aquí se sacaron quince cañones de hierro fundido con medios un poco brutos, arrastrados por tractores desde la costa".

"Aunque no se hizo con métodos arqueológicos, eso ya nos hace pensar que era un buque de origen militar, porque lleva muchísima artillería, pero apenas restos de cargamento", ha destacado el arqueólogo.

Sumando todas esas pistas al relato que hace Viera y Clavijo, los investigadores creen que se trata de una corbeta que procedía de Funchal (Madeira), donde se asoció con otro buque corsario inglés con el propósito de "hacer saqueos y ataques" en Canarias.

Según el investigador, todo apunta que "ni siquiera llegó a hacer presa", de ahí que no se haya recuperado del pecio ningún cargamento, porque "venía a conseguirlo".

"Hemos hecho una intervención realmente pequeña en una superficie que es muy grande", ha abundado Matamora, quien ha apuntado que en los años noventa se construyó un terraplén que intentaba rellenar la zona de la escollera y, posiblemente, "ocultó parte de lo que pueda haber" del pecio.

En esa línea, ha reconocido que solo han podido sacar del mar "una porción mínima", fundamentalmente "objetos de la tripulación".

"Esperamos encontrar en el futuro más materiales que nos dejen más claro la procedencia, cronología e incluso en nombre" del barco, que se encuentra a muy poca profundidad (de tres a cuatro metros), ha añadido.

Matamora ha subrayado que este es "de los pocos barcos, si no el único en Gran Canaria, que está hundido in situ y se ha conservado parcialmente", y ha añadido que "la conservación del barco permite su cubrición por arena, para que los organismos marinos no devoren el casco".

"No sabemos cuánto tiempo más va a durar porque las cobertas, por lo general, son barcos ligeros, de unos 30 metros de eslora y unos 15 de manga, y conservados hay, por ahora, apenas siete metros lineales", ha resaltado.

Este pecio en aguas grancanarias fue descubierto en 1968 por un buzo local, el maestro de escuela Tomás Cruz Alemán, quien dio la primera noticia sobre unos cañones y, en 1969, Manuel Sánchez Araña extrajo de la zona 15 cañones.

En 1990 la Universidad de La Laguna hizo algunos estudios, pero las disputas con la obra que construyó el terraplén les dejó apenas unos días para documentar y, ya en 2008, se hizo una intervención arqueológica pequeña que dejó un margen muy amplio de cronología y origen del barco.