El grupo de "indie" español Vetusta Morla explotó hoy en un intenso directo su apuesta musical más madura y arriesgada hasta la fecha, que magnetizó a sus seguidores colombianos en el concierto de la gira "Mismo sitio, distinto lugar" celebrado esta noche en Bogotá.

El teatro Jorge Eliécer Gaitán, que acogió a los casi 2.000 asistentes, vio a la banda subirse a su escenario entre los aplausos de un público que se declaró incondicional desde la primera canción, cuando todo el mundo saltó de sus sillas.

Los colombianos Oh''laville fueron unos dignos teloneros de Vetusta Morla, aunque no consiguieron mover a todos los espectadores, que iban llegando mientras actuaban.

La canción que da nombre al disco de Vetusta Morla y a la gira fue la encargada de abrir el espectáculo por todo lo alto, con una promesa de electricidad que se cumplió a medida que el concierto avanzó.

Las composiciones del nuevo disco de la banda madrileña, un trabajo que deja atrás algunas de sus características habituales para adentrarse en otros caminos, se tomaron sin pudor la primera parte de la actuación.

El público las coreó con intensidad, lo que constató que el rumbo emprendido por Vetusta Morla en el disco, con un sonido más elaborado y unas letras más maduras, ha cuajado entre sus seguidores.

El cantante de la banda, Pucho Martín, se dirigió a los espectadores para confesar que el espectáculo era para ellos "una primera vez".

"Sois unos privilegiados", añadió.

La puesta en escena y el sonido en directo de "Mismo sitio, distinto lugar" (Pequeño Salto Mortal/Sony Music), estaba casi por estrenar, pues el concierto en Bogotá es sólo el tercero desde que la banda publicó el disco en noviembre de 2016.

Sin embargo, no decepcionó al público que hasta ahora sólo había podido disfrutar de las versiones del álbum, unas versiones donde la producción en el estudio tuvo mucho más peso que en sus trabajos anteriores.

Tras haber visitado ya Lima y Santiago de Chile, la banda madrileña actuará mañana en Medellín, y después en Ciudad de México, Montevideo y Buenos Aires.

Más allá de la presentación del disco, el grupo deleitó a sus seguidores con algunas de las canciones más reconocidas, como "Maldita dulzura", "Cuarteles de invierno" o "La deriva".

La banda hizo un guiño al público colombiano y cambió la letra de su famosa "Copenhague" para decir "llueve en Monserrate, la corriente enseña el camino hacia Bogotá".

Con esta canción, "Valiente" o "Al respirar", que cumplen diez años en 2018 y ya empiezan a merecer la categoría de míticas, la añoranza de mirar atrás y reconocer esas primeras composiciones se adueñó del espectáculo.

El sentimiento se afianzó cuando la banda tocó "La vieja escuela", "23 de junio" o "Punto sin retorno", las canciones más nostálgicas del nuevo disco, aunque como explicaba el bajista Álvaro B. Baglietto en una entrevista "no es una nostalgia negativa".

"Es una aceptación de la realidad. Hay que aceptar que no somos los mismos, que han pasado cosas, y mirar el futuro con esa bienvenida bonita de lo que nos queda por vivir", agregó.

La peculiar y penetrante voz de Pucho, las percusiones de David "El Indio" García y la guitarra de Guille Galván hilaron un espectáculo cohesionado que repasó las principales canciones de sus cuatro discos de estudio.

Así, las diferentes etapas de la banda fueron emergiendo para constatar que Vetusta Morla ha alcanzado un lugar de madurez musical sin autocomplacencias, tras una de las trayectorias más sólidas de la escena española.

Al término del concierto, el cantante de Vetusta Morla, que ya ha actuado cinco veces en la capital colombiana, se sinceró: "Habrá que volver más veces. No hay marcha atrás, nos habéis ganado".

La encargada de clausurar la actuación fue la música intrigante y en constante ''crescendo'' de "Los días raros", de su segundo disco, que pregona en su letra: "toca afinar, definir el trazo / sintonizar, reagrupar pedazos", como si se tratara de un augurio de lo que la banda ha hecho en su último trabajo.

El silencio que se abrió tras el épico final de la melodía dejó a los asistentes con el regusto agridulce que empapa todo el disco y con una convicción: tras el concierto, Bogotá sigue siendo el mismo sitio pero es un lugar distinto.