Una de las decisiones más complicadas en cualquier película o serie de televisión es elegir a los protagonistas; elegir a los actores que encarnarán a los personajes con los que llevas meses o años trabajando sobre el papel en el guion.

En esto estaba estos días, tratando de completar el casting para un proyecto, tratando de buscar qué actores y actrices son los mejores para cada personaje. Lógicamente te has imaginado a tus personajes: si son altos o bajos, cómo hablan o cómo se mueven, y cuando empiezas a hacer el casting es un buen momento (aunque parezca una contradicción) para olvidarte de todo eso. Salvo que hayas escrito el personaje pensando en un actor, la probabilidad de que el personaje que has imaginado se encarne en un actor es similar a la probabilidad que tienes de que te toque el gordo de la Lotería de Navidad. Nunca va a ser como imaginaste, pero eso no es necesariamente malo; puedes encontrar matices nuevos, otros enfoques y un actor que mejore lo que tenías en mente; ese es el reto. Así que tienes que abrir la mente e intentar estar receptivo; a lo mejor el actor es más mayor o más irónico o más malvado que el personaje que imaginaste; debes estar abierto a probar, a imaginar, hay que encontrar al mejor y no sabes dónde ni cuándo puede aparecer. Lo que no debes permitirte es empezar un proyecto con dudas sobre tus actores, así que pruebas y pruebas sin parar.

Hacer un casting es como ir a comprar ropa vintage de segunda mano. Puedes querer comprarte un jersey azul de cuello vuelto, pero ninguno de los que hay en la tienda son de tu talla o azules y esto no es Zara, hay las tallas que hay y los colores que hay, así que miras opciones y, de repente, te pruebas una chaqueta de cuero negra, te sienta fenomenal y cambias de idea. En el casting es igual, tienes que buscar un actor que le siente bien a tu película, que mejore a tu personaje, que le dé más matices, más profundidad y, así, pruebas y pruebas decenas de actores hasta que, poco a poco, vas completando tu reparto, vistiendo tu película. Además, tan importantes son los actores como la relación entre ellos, lo que podemos llamar la foto de la película. En las películas formas parejas, padres e hijos, familias,... y ese chico rubio que ha hecho una gran prueba no puede ser hijo de ese actor que has elegido moreno y bajito. Hay múltiples combinaciones y tienes que ir eligiendo. ¿Buscas padre para el chico rubio o hijo para el actor moreno? Muchas veces empiezas por elegir al protagonista, buscas y buscas y, cuando lo tienes claro, a partir de ahí empiezas a formar la foto. Como con tu chaqueta de cuero, una vez elegida, puedes buscar camisa, pantalones y zapatos que se adapten a ella.

El casting puede ser un proceso solitario o puede haber más gente que opine y que pueda decidir además del director: el productor, el distribuidor, una cadena de televisión, etc. Los actores, además de interpretar, venden y una distribuidora puede ver muy bien que tú estés contento con un actor o con una actriz y lo que puede aportar a la película, pero si ellos no tienen claro que con él o con ella puedan vender la película, no tendrás financiación, no se podrá rodar y, de nuevo, estarás en la casilla de salida buscando otro protagonista.

Otras veces las dudas surgen por la combinación entre los actores. ¿Cómo estarán juntos?, ¿tendrán química? Y entonces lo mejor es rodar alguna secuencia y probar, ver cómo dan por cámara, ver si juntos suman, multiplican o restan. Lo que haga falta para estar seguro de que son los idóneos para la película. Los actores que llegan a esta fase pueden llevar varios meses de pruebas y a la final solo llegan dos o tres candidatos. Aquí no hay medallas de plata o reconocimientos para los finalistas; aquí el que gana lo coge todo y el que pierde debe volver a empezar a hacer casting para otro proyecto, a meterse en la piel de otro personaje, a intentar convencer a los responsables de otra película de que es el adecuado. No envidio a los actores en esta parte de su trabajo. Todos los vemos en las alfombras rojas, en las entregas de premios y en la promoción de las películas guapos, simpáticos y muy amables; pero llegar hasta ahí cuesta mucho y es bastante cruel. Ya lo decía la profesora de Fama: "La fama cuesta y aquí vais a empezar a pagar, con sudor". Los actores no suelen bailar (a veces sí) pero hacen muchos casting y la fama la empiezan a pagar oyendo muchos "ya te llamaremos".