Después de haber triunfado en la última edición de los Óscar con "La forma del agua", lo que más enorgullece al cineasta mexicano Guillermo del Toro es observar que en su carrera hay "coherencia", y asegura que "la terquedad sostenida se convierte en estilo".

Del momento de recoger la estatuilla recuerda la sensación al subir al escenario, darse la vuelta y ver "un mar de caras que era como un catálogo de cine", ha afirmado en un encuentro con periodistas Del Toro, que hoy recibe el Premio Málaga en el vigésimo primer Festival de Cine en Español de esta ciudad.

"A nivel personal, fue la primera vez que mi padre entendió mi oficio. El Óscar es muy bello, pero físicamente tiene un peso fuerte. Mi padre lo cogió y sonrió de una manera muy bella. Los hombres mexicanos somos de pocas palabras en familia...".

No cree que este éxito cambie su forma de trabajar, porque "lo heterodoxo no se quita con nada, y la manera en que te relacionas con tu quehacer es la que dicta eso".

Para Del Toro, "no hay un mundo de la industria del cine, hay mundos. Si eliges una carretera para llegar a un lugar y te quedas en una sola industria es tu opción, pero puedes escoger filmar en Europa, en América o de forma independiente, hay muchas opciones".

"No te cases con una sola forma de hacer cine, porque hay mil maneras de hacerse y mil maneras de verse", aconseja el cineasta, que añade que "si hay alguien que ya está haciendo las películas que tú quieres hacer, quizás no sea urgente que las hagas, porque hay que hacer las que te urge ver".

Al preguntársele por la presencia de los monstruos en su filmografía, apunta que "la concepción de lo monstruoso o lo diferente es la búsqueda de la comunalidad".

"Para mí, lo trágico es la ilusión de la diferencia, que viene armada por una estructura social, religiosa y política que nos impide vernos los unos a los otros".

Añade que, para él, el monstruo "es el héroe", una figura a la que quiere "ver con admiración, desde una visión esperanzada", y el más hermoso que ha filmado es el de "La forma del agua", que tardó tres años en crear.

En su faceta de productor también ha descubierto a cineastas como Juan Antonio Bayona, al que califica como "una máquina de hacer cine", en el que vio al conocerlo "a alguien que iba a hacer cine sí o sí, con o sin ayuda".

"A Bayona lo sueltas en un paraje desértico, vuelves diez semanas después y ha montado un estudio", bromea Del Toro, que asegura que cuando produce películas de otros directores lo hace "para aprender".

Cuando se le pregunta por Trump, afirma que este es un momento "en el que hay un cambio de prisma de realidad, de mentira y de verdad, que afecta a nivel universal a barreras que teníamos antes como estructurales".

"Ahora estamos en un momento casi postnarrativo y eso hace para todos los narradores, periodistas, escritores o directores de cine, que nunca su oficio haya sido tan urgente e importante como ahora".

Sobre el movimiento para reclamar la igualdad de la mujer en el cine, opina que "no es algo pasajero, será permanente, pero es importante extenderlo a todos los campos, porque a nivel ejemplar puedes agarrar la industria del cine, pero no quedarte con la satisfacción de que hay una sola industria que está cambiando".

Del Toro se ha referido también a la muerte de Milos Forman, al que ha calificado como "uno de los grandes, con una puesta en escena y una resolución formal siempre impecable, y con un oficio increíble".

"Ha muerto también un hombre cabal, siempre fiel a su posición ante el mundo, siempre del otro lado de la cerca del poder, contestatario, desmitificador e iconoclasta, que lograba comunicarse a nivel muy popular y masivo sin traicionar sus principios".