Dicen que el arte se lleva en las venas y, sin lugar a dudas, por las de Leo Martínez debe correr a borbotones. Dentro de la Feria Internacional de la Moda de Tenerife, este diseñador tinerfeño desplegó una demostración de lo que es capaz de conseguir, superándose una vez más.

El desfile de su última colección, "Sueños", fue espectacular y los diseños tan logrados como posibles. Solo diez propuestas fueron suficientes para dejar con la boca abierta a los medios locales, nacionales e internacionales y también al público más exigente.

Un abrigo turquesa, que imprimía sutilmente plumas de pavo real en el tejido, tornasolaba hacia los verdes y brillaba con los plateados; perfilando el cuello, mangas y bajo, plumas en dos colores que se matizaban entre sí. La feminidad de la pieza se apoyaba en un cinturón fino de terciopelo.

Derroche de sensualidad con encajes en verdes que cubrían el pecho, mientras la falda de terciopelo conseguía, con el color billar, ceñirse al cuerpo, marcando pero sin marcar. Solo un poco de cola, como si de la estela de una sirena se tratara, logró una puesta en escena bárbara.

De una pieza y en color berenjena, la silueta de la modelo resaltaba, mostrando la delicadeza de su piel a través de las perforaciones del tejido que cubría con una sensualidad extrema las partes del cuerpo más delicadas, mientras la espalda tomaba forma de V. Como complemento, un tocado que podía hacer las veces de collar, incluso de pendientes. Una obra de arte, la de una pieza sin nombre pero con un trabajo que solo los magos de la aguja y el dedal son capaces de lograr.

Versionado el diseño se lleva al tejido más regio con terminación suave y delicada. Los puños, engastados con metales; el cuello arropado, lánguido y esbelto, a la manera de un cisne. La sorpresa no iba a estar en una espalda descubierta. El corte era tan exacto que no hacía falta mostrar más que un patronaje perfecto.

Las flores, gasas y plumas se unieron en un vestido que demostró la seguridad del movimiento con cada pisada. Por encima del cuerpo, con el volumen que dan las plumas, la cintura se marca con un cinturón exacto para conseguir así resaltar los encantos del cuerpo de la mujer.

El color del fuego cubre las piernas. El tul se cose para crear una falda que parte desde la cintura, marcada a base de plumas. Un resultado hasta brillante. El cuerpo, cubierto al completo, dibuja los brazos con las formas del encaje. En las costuras, las hombreras acentúan la belleza del rostro.

El negro como fondo de armario no busca nada en sí mismo, pero acapara todas las miradas con un derroche de cristales, piedras, metales y flecos de azabaches en las mangas. Todo es posible con la magia de Martínez.

Con el mismo color en la base, las transparencias plateadas se mezclan con la esencia de los años veinte. El juego de metales y brillos se lleva hasta los volantes, mientras los hombros quedan al descubierto, contorneados por un juego de superposiciones que forma relieves.

En una colección de ensueño el "animal print" tiene presencia, sin caer en los más clásicos ni en los más dibujados. Con motivos indefinidos, los neutros permiten pinceladas del berenjena. Una gasa suntuosa forma una pieza vaporosa, favorecedora y delicada.

Para el cierre, una guerrera. Los brillos que regala el cristal envuelven a la mujer; líneas rectas, aberturas impresionantes y una figura digna de resaltar. Las botas y los guantes juegan con las mismas formas y materiales. A la espalda una esclavina perfecta, rica y generosa. Como corona, la pluma con la que Leo Martínez firma los "Sueños" de esos amantes del trabajo perfecto.