El flamante ganador del Premio Princesa de las Artes, Martin Scorsese, es autor de títulos imprescindibles del cine y ha ganado desde el Óscar a la Palma de Oro de Cannes, pero a sus 75 años sigue con la misma obsesión que en sus comienzos en el cine, el lugar dónde situar la cámara.

Es la clave para hacer una buena película, en opinión de este maestro del cine, que ha navegado con brillantez por todo tipo de géneros, desde el drama a la comedia, el thriller o hasta el musical. Y en todos los casos, lo más importante es el encuadre, lo que luego el espectador verá en la pantalla.

Una obsesión que demuestra el cuidado por los detalles de un director nacido en Queens en una familia de origen italiano -sus abuelos eran de Palermo- y que aunque deslumbró con sus primeras películas, no logró su primer y único Óscar hasta 2007 por "The Departed".

Fue un reconocimiento tardío para un cineasta que ha marcado como pocos la historia del cine y que ha logrado que a sus órdenes algunos actores hicieran las mejores interpretaciones de sus carreras.

Es el caso de Robert de Niro ("Toro salvaje" o "Taxi Driver"), Liza Minelli ("New York, New York"), Ray Liotta ("Uno de los nuestros"), Leonardo DiCaprio ("Gangs of New York"), Michelle Pfeiffer ("La edad de la inocencia"), Sharon Stone ("Casino") o Tom Cruise ("El color del dinero").

En esta última película hasta logró que Paul Newman, otro de los eternos olvidados de la Academia de Hollywood, lograra su primer Óscar con 61 años.

Pero mientras que sus actores destacaban en papeles complejos -algunos de ellos escritos por el cineasta-, su trabajo como director tardó mucho más de lo necesario en ser reconocido por Hollywood.

Y eso pese a que desde hace décadas es el director con el que todo actor quiere trabajar y a que cuando empezó en el mundo del cine, todos auguraban una carrera llena de más premios de los que finalmente atesora.

Para cualquier otro cineasta, tener en su haber un Óscar, dos Globos de Oro, dos Emmy o tres BAFTA, sería un éxito brutal, pero para un director que ha realizado algunas de las más grandes películas de la historia del cine, estos premios saben a poco.

Más teniendo en cuenta que con "Toro salvaje" ya logró una Palma de Oro del Festival de Cannes en 1976.

Era su quinto largometraje, tras otros títulos que ya le habían hecho destacar como "Malas calles" (1973) o "Alicia ya no vive aquí" (1974).

Era junto a Francis Ford Coppola, uno de sus grandes amigos, el cineasta más destacados de aquellos años setenta que dieron grandes nombres al cine.

Encadenó películas que con el paso de los años han ido aumentando su peso en la historia del cine, especialmente por sus personajes atormentados, difíciles y llenos de matices.

Como el Travis Bickle que Robert de Niro bordó en "Taxi Driver" (1976), ese inestable veterano de la guerra que se hunde en los infiernos de la violencia, un retrato que posteriormente repetirían muchos cineastas como mejor alegato contra la violencia.

Otro hombre con espíritu autodestructor y otro delirio de De Niro, el Jack La Motta de "Toro salvaje", un boxeador que lucha contra sí mismo, o la frágil y fuerte a la vez Francine Evans /Liza Minelli) en el musical "New York, New York" (1978).

Un fracaso en su momento que ha recuperado valor con el tiempo y que sumió a Scorsese en una depresión de la que le costó salir. En aquella época se casó con Isabella Rossellini, la tercera de sus cinco esposas, una serie de uniones y divorcios que le han atormentado por su declarada fe católica.

En el cine continuó con títulos como "El rey de la comedia" (1982), "Jo, que noche" (1985) -con uno de los planos secuencias más alabados del cine junto al de Orson Welles en "Sed de mal"- o "El cabo del miedo" (1991).

Entre medias, hacía brillantes documentales, muchos de ellos centrados en la música, una de sus pasiones, como los dedicados a Bob Dylan, los Rolling Stones o Geroge Harrison. Y hasta es el responsable de uno de los videclips más famosos en el mundo de la música, el célebre "Bad", de Michael Jackson. Sin olvidar su brillante paso por la televisión con obras como "Boardwalk Empire".

Influenciado tanto por el neorrealismo italiano, que le devolvía a sus orígenes, como por la Nouvelle Vague francesa, o por cineastas como Alfred Hitchcock, Scorsese volvió a brillar con intensidad cuando muchos creían que su carrera estaba acabada.

En el siglo XXI regaló joyas como "El aviador" (2004), "Infiltrados" (2006), "Shutter Island" (2010) o "El lobo de Wall Street" (2013).

Tras rodar "Silenccio" (2016), ya tiene en cartera proyectos como una historia sobre el sindicalista estadounidense Jimmy Hoffa y en un par de semanas recibirá un homenaje en el Festival de Cannes por haber marcado la historia del cine y por su labor en la recuperación de películas a punto de desaparecer al frente de The Film Foundation.

Porque si algo ama este neoyorquino es el cine, el hecho desde el corazón y con la cámara puesta en el lugar adecuado. "El cine es sobre lo que está dentro del marco y lo que está fuera", asegura.