Sostiene que está dispuesto a "rockear" mañana, domingo, en el Gran Teatro del Liceu de Barcelona, junto al maestro Plácido Domingo, la soprano puertorriqueña Ana Mª Martínez, el director de orquesta Ramón Tebar y la orquesta del coliseo en una Gala de Zarzuela.

El concierto, que contiene piezas tan célebres como "El trust de los tenorios" (Serrano), "La leyenda del beso" (Soutullo y Vert), "Luisa Fernanda" (Moreno Torroba) y "Marina" (Arteta), con el maravilloso dúo "Feliz morada", ha concitado tal grado de atención entre el público que, ya desde hace semanas, se tuvo que colgar el cartel de no hay entradas.

En una pausa entre ensayos, el tenor tinerfeño Airam Hernández confiesa que se siente entre "ansioso y contento" por que llegue la hora de dar la primera nota sobre el escenario.

Un programa íntegro de zarzuela. A esa gente que de manera peyorativa lo considera un género menor, ¿qué le diría?

A aquellas personas que todavía hoy siguen considerando la zarzuela como el mal llamado género chico les diría que eso no significa que sea peor o de menor calidad que la ópera. De hecho, justamente estaba hablando con el maestro Tebar (director de orquesta) y Ana María Martínez (soprano) sobre el programa que vamos a interpretar este domingo y coincidíamos en que una obra como "La leyenda del beso", por ejemplo, contiene un dramatismo maravilloso, fantástico y podría ser perfectamente un aria de ópera belcantista. Considero que no deberíamos menospreciar un género como la zarzuela y, menos aún, en los tiempos que corren, con lo que está pasando con el teatro de La Zarzuela. Se trata, ni más ni menos, de una parte esencial de nuestro bagaje cultural, de nuestra identidad.

De usted se dice que tiene la voz de un joven Pavarotti.

Me siento orgulloso y agradecido de que se haga un comentario de este tipo sobre mí. Estamos hablando de uno de los tenores referentes. Pero, por otro lado, la verdad es que no me siento demasiado cómodo con esa definición. Y lo digo porque considero que cada cantante debe tener su propia identidad, su propia voz, y tampoco me agrada que se establezcan comparaciones. Prefiero que de mí se diga algo así como qué voz tan particular y personal tiene este chico.

Y eso lo afirma un trompista que un buen día decidió cambiar aquel instrumento metálico y de viento por el de la voz.

Estudié trompa en el Conservatorio de Santa Cruz de Tenerife con el profesor Guillermo Zarzo, un pilar importantísimo en mi carrera. Fue precisamente él quien me ayudó muchísimo en tomar la decisión de decidirme por el canto. Tengo una anécdota maravillosa con Guillermo. Creo que estaba tocando un concierto de Mozart y la línea no me salía, no me salía... Y de repente me dijo: Cántala. Y lo hice. A lo que respondió: Pues así, como la estás cantando es como debes tocarla.

Un tenor con voz angelical y un físico del demonio...

(Ríe). En los tiempos que vivimos, parece que la voz por sí misma no resulta ya un valor suficiente. También debes contar con una imagen: una cara y un cuerpo. Durante muchísimos años me resistí a bajar de peso para acomodarme a lo que se considera una exigencia del papel, pero debo admitir que es un plus que el cantante puede ofrecer para determinados roles. No creo que sea importante ni tampoco debería ser necesario, pero sí reconozco que es justo.

¿Y ha habido algún director de escena que le haya sugerido que se afeitara la barba?

Claro que sí. Pero mi barba es mi identidad, un órgano más de mi cuerpo. En cualquier caso, siempre suelo preguntar si es preciso que me la recorte y adaptarme, pero lo entiendo así, sobre todo, cuando resulta justificado. Recuerdo que en una ocasión, actuando con el Coro del Liceu, aparecí en escena cubierto solo con unos calzoncillos... y puedo asegurar que mi cuerpo no era precisamente el de un atleta.

¿Es de esas personas que cantan mientras se ducha?

No, pero sí es verdad que cuando estoy en fase de ensayos o de conciertos muevo la voz mientras me ducho, porque soy de los que no suelen vocalizar mucho. Con eso ya me siento bien.

Y envueltos en ese ambiente lírico y sublime, tan pasional, ¿es cierto que los cantantes de ópera ligan mucho o se trata de un mito?

(Ríe). Pues no sé... A lo mejor Jonathan Kauffman. Es cierto que no ya porque seas cantante de ópera, sino por el mismo motivo que les sucede a los actores o los personajes públicos, hay quienes se sienten atraídos. Personalmente no he recurrido a esas técnicas para ligar, fundamentalmente porque estoy casado.

¿Cómo es el maestro Plácido Domingo en las distancias cortas?

Hasta ahora había tratado con él solo en tres oportunidades y puedo asegurar que se trata de una persona espectacular, dotada de una gran sencillez.

Cuando se representan tantos roles diferentes, ¿qué se gana y cuánto se pierde de uno mismo?

Sinceramente, cuando voy a debutar un rol desarrollo un trabajo intenso sobre el texto y una reflexión profunda sobre lo que representa el personaje. Después está la opinión del director de escena. Me considero una persona que se entrega con los papeles y creo que no me restan.

Los largos viajes, la soledad, la ausencia de la familia... ¿Cómo se sobrelleva ese papel?

Mi carácter es el de una persona con una particular sensibilidad. Lo que no sabe la gente es que el cantante tiene que desarrollar una fuerte personalidad y que debe hacerlo, además, por una cuestión de simple supervivencia.

¿Y qué roles le están rondando por la cabeza?

Estoy abierto a abarcar roles de diferentes estilos y para las temporadas que vienen parece que voy a especializarme en repertorio contemporáneo. Me gustaría debutar el Romeo, de "Romeo y Julieta". también el Nemorino en "L''elisir d''amore" y Mozart.