Es el "jefe" del rodaje de "Hierro". El director gallego Jorge Coira Nieto (Rábade, 1971) sostiene como un principio irrenunciable "no asumir presupuestos conservadores, sino riesgos; hacer algo que como espectadores nos pueda fascinar, nos mueva en el asiento, transmita verdad...".

Y ciertamente no debe resultar fácil acomodar los múltiples intereses que concurren en una serie participada por tantos "actores" (nada menos que cuatro productoras). De ahí que Coira manifieste: "Todas las discusiones previas, y realmente hubo muchas porque somos varias cabezas las que estamos involucradas en este proyecto, nos planteamos en cualquier debate qué es lo mejor para la serie, con el claro objetivo de convertirla en lo más atractiva, fascinante y auténtica posible".

La isla de El Hierro se convierte en otro personaje. ¿Qué dificultades entraña filmar en un espacio con esta particular orografía?

Tiene sus inconvenientes, pero pasa en todos aquellos lugares que valen la pena. Por ejemplo, estábamos rodando en una localización aparentemente sencilla, una calle, pero era tal el grado de inclinación de la carretera que me llegué a plantear que el equipo iba a terminar con los gemelos destrozados. El caso es que colocas la cámara y a nada que juegues un poco y te dejes llevar por el paisaje, las imágenes resultan monumentales. La presencia de este risco en toda la zona de Frontera, con esa caída, es una especie de monumento de la naturaleza, un regalo. Con un mínimo de sensibilidad te lleva y transporta.

¿Cómo se conjuga la naturaleza humana con la física?

Realmente se va enganchando y engarzando ya desde la propia creación del contenido. Nuestra idea es que la serie esté cargada de mucha verdad, que emane de la isla, y no que desde Galicia pensáramos una historia y la trasladáramos a El Hierro como podríamos haberla situado en cualquier otro lugar. De forma que vinimos aquí y estuvimos una temporada en la isla, alrededor de un mes. Alquilamos una casa, mantuvimos contacto con la gente, conociendo al juez que en aquel momento ejercía como titular; a los agentes de la Guardia Civil... Para entender un poco cómo es la vida social, el día a día de este lugar, y según íbamos planteando la historia corregíamos los detalles. Y eso, desde el contenido general hasta el último nivel.

¿Y el ritmo, las pulsaciones propias de la historia?

Incluso en el montaje no pretendo que el ritmo transmita algo frenético y loco, sino esa cadencia de las cosas, su propio caminar, sin aparentes alteraciones, pero con la impresión de que hay algo que fluye por debajo. Hay ciertos movimientos, las relaciones entre personajes, que se van cociendo poco a poco, de manera que cuando se sucedan los cambios, el espectador se sienta atrapado y hasta golpeado.

¿En qué cuestiones formales y técnicas ha insistido?

Hablando con el director de fotografía sobre cómo rodar la serie le comentaba que iba a tener que trabajar con un modelo de composición que permitiera mucho aire por encima de las cabezas para así poder captar la presencia de la montaña, omnipresente, y convertirla en una metáfora sobre los conflictos entre los personajes, de cómo la vida les pesa sobre los hombros y cómo esa montaña, esa metáfora, se les viene encima.

¿Cuál es su percepción sobre el panorama de las series en España?

Las series de televisión, más que ser una competencia, han alcanzado un punto en el que puede considerarse que están hermanando con la industria del cine. Es un proceso que lleva una andadura de tiempo. Recuerdo, por ejemplo, "Canción triste de Hill Street", en la década de los 80 del siglo pasado, que quizá sirvió como referente sobre cómo desarrollar otras producciones. En muchos casos, las series se consideraban las hermanas menores y pobres del cine, realizadas con escaso dinero, de manera muy rápida, con esa idea de producción en serie, algo que funciona a base de repetición para intentar captar públicos. Hagamos esto con gusto y aprovechemos la capacidad que nos da el formato seriado para explorar más.

¿Qué posibilidades ofrece esta manera de contar historias?

Si dispones de una hora y media o dos horas para explorar los conflictos entre personajes podrás llegar hasta ciertos lugares, pero si cuentas con seis horas las posibilidades se amplían y enriquecen. Eso comenzó en Estados Unidos y en España creo que todos tardamos un poco en asimilar el modelo, tanto los profesionales como los espectadores. Hace unos años se percibió el salto de calidad y con la llegada de las plataformas televisivas se está disparando. Ahora nos encontramos en un momento sensacional tanto de creatividad

El reparto es de película...

Los de Candela y Darío Grandinetti son grandes nombres pero, por encima de eso, se trata de enormes intérpretes, muy correctos en sus respectivos personajes. No se trata de imponer los nombres de un actor o una actriz por el hecho de ser conocidos. Son maravillosos en sus papeles y considero que ahí también hemos asumido un cierto nivel de riesgo. Candela, por ejemplo, interpreta normalmente unos roles muy diferentes al que asume en la serie, el de una jueza, porque más allá del estereotipo formal, se trata de personas. Los hay que responden muy a tópico de planta impresionante, muy profesional, seria y autoritaria, y aquellos que te cruzas con ellos por la calle y jamás imaginarías que lo es

¿Se desenvuelven bien los profesionales canarios?

Para mí representa una auténtica gozada porque, y no es un halago gratuito, demuestran una capacidad extraordinaria. Hay un alto nivel. Estuvimos realizando muchas pruebas de selección hasta poder formar este reparto. Me gusta muchísimo la sensación de verdad que encierra y oírlos hablar, con ese acento tan particular; me entusiasma.