Las tendencias para ser la invitada perfecta se plantean de un año para el otro, a menos que haya un acontecimiento importante que tire por la borda todo lo anterior, y eso es exactamente lo que ha pasado desde que se casó el príncipe Enrique y Meghan Markel. Los estilismos para la época de bodas, que arranca ya, han pasado a inspirarse más en lo que modelaron las invitadas que en lo que se propuso sobre las pasarelas.

1. Miradas veladas.

En las bodas de día se cubren las cabezas con tocados, pamelas o sombreros. Las piezas que lo permiten superponen velos de red, que se saldrán de lo normal con apliques de encaje o lentejuelas salteadas. Se juega con toda la paleta cromática pero siguiendo el tono principal del vestido. Dejamos aquella tendencia en donde los complementos combinaban entre si para que lo hagan con el traje.

2. Tejidos armados.

Al contrario de lo que se había establecido, donde las gasas triunfaban, en la boda real nos llevan a textiles con un poco más de cuerpo, que soporten bien la forma y que se adapten permitiendo que el patronaje sea el primero de los elementos que se destaque. Las pinzas, los cortes y costuras o los drapeados no se perderán con este material ya que soporta bien la forma que se le otorgue. Los encajes que habían causado furor parecen haber desaparecido.

3. Monocromía.

Un solo color que riegue todo el estilismo siempre es una apuesta segura. Los ácidos como el amarillo o el verde, los empolvados como el rosa o los más elegantes como el borgoña asomaron la cabeza pero con prudencia, pues en el podium se colocó toda la gama de los fríos. Los azules se movieron desde los más pálidos hasta los que podían confundirse con los negros, que sorprendió porque fue uno de los más elegidos. Si con los marfiles y beige se pretendía pasar de perfil no lo consiguieron, con estos tonos nunca pasa pues es fácil confundirse con el color reservado para la novia.

4. Estampados.

Aunque los lunares nunca desaparecen en este caso no fue la apuesta del evento. Lo fueron los motivos vegetales, más o menos llamativos pero acorde con la estación. Las hojas verdes se repetían en todos los estampados mientras que jugaron con el colorido de las flores. Las rayas a simple vista parecía que no se usaron pero observando con detenimiento se repitieron en muchos de los estilismos, en contados se dibujaron cambiando de colores y en la mayoría jugando con las texturas.

5. Faldas.

Casi todas las invitadas decidieron que respetarían la tendencia de las faldas midi, que llegan hasta debajo de la rodilla. Algunas las llevaron por encima del tobillo. Ambos largos siempre lucen elegantes y femeninos. Quienes decidieron llevarlo próximas a la minifalda se mostraron vulgares incluso impropias. Mientras que los pantalones, monos, ? ni se contemplaron.

6. Escotes.

No se sabe si por la hora del día, la moda o el tipo de evento pero ninguna mostró un escote demasiado descarado. Quien podría dejar ver un poco más de piel consiguió pliegues que lo ocultaban. Los cuellos a la caja fueron los más escogidos, algunos ribeteados con cuellos bebé, otros con gargantillas y otros totalmente limpios.

7. Abrigos.

Hasta hace nada no concebíamos ir a una boda y no llevar al menos algo para ponerte por encima, aunque hiciera calor. Hoy ha quedado demostrado que no es necesario que el chal, que antes combinaba con el vestido, ha desaparecido, tal vez porque ninguna llevaba los brazos descubiertos. Las mangas jugaron con todos los largos desde la japonesa hasta la que termina con volantes. Quienes llevaron algo con que cubrirse apostaron por capas cortas pero sobre todo por abrigos, frescos pero abrigos, coordinados con el vestido, aunque ya los hubieran usado en más de una ocasión, como sucedió con la futura reina de Inglaterra, que llevó uno que firmaba Mc Queen y que ha modelado en más de tres ocasiones, ¿era esta la ocasión para repetir?.

8. Zapatos.

Los stiettos siguen siendo la estrella para las mujeres más sofisticadas y elegantes. Valen de todos los materiales y colores, desde los que coordinan con todo el conjunto hasta los que rompen radicalmente con él. Quienes quisieron descubrir los pies prefirieron que las sandalias fueran lo más sencillas posibles, que sujetaran bien tanto los dedos como el tobillo y poco más.

9. Bolsos.

Aquella máxima que se tenía de combinar bolsos y zapatos ha quedado absolutamente desfasada. Los clutchs siguen siendo los más usados, tal vez por el efecto que produce lo de llevarlos en la mano. Las más atrevidas se dejaron ver con los que colgaban del hombro. Los tamaños no son diminutos. No obstante los rígidos y de materiales curiosos dan un toque de distinción.

10. Joyas

Los diamantes se mantienen como la piedra preciosa por excelencia, no solo para la tiara, brazalete, anillo y pendientes de la novia sino también para las invitadas. Las sortijas y los zarcillos, pequeños, fueron los más demandados.