En Canarias sí hubo guerra civil. Franco jugó un papel de primer orden en su gestación y estuvo directamente involucrado en la represión que hubo en el archipiélago. Estas son las principales conclusiones a las que ha llegado el historiador Ramiro Rivas García en el amplio estudio que acaba de publicar bajo el título "... Y Franco salió de Tenerife", publicado por la editorial Laertes.

Las casi quinientas páginas de esta obra, que fue presentada el pasado viernes en la Librería Lemus de La Laguna, están estructuradas en dos grandes apartados en los que se analizan diversos aspectos que demuestran la estrecha vinculación de Canarias con la conspiración, el golpe de estado, la guerra civil y sus consecuencias. Rivas aporta diferentes materiales inéditos, al tiempo que descarta ficciones, falsas tradiciones y viejos y nuevos mitos.

"El libro comienza con una biografía de Franco durante su estancia en Canarias, fundamentalmente en Tenerife, donde estuvo ciento veinte días de los ciento veintisiete que vivió aquí. Fue el cargo militar más importante del Archipiélago, además de organizador en su territorio del golpe de estado del 18 de julio de 1936 y de la conspiración que dirige el general Mola para derribar al gobierno de la República".

Este investigador desmiente la idea de que Franco estuvo desterrado y no hizo nada a favor de la rebelión, porque tuvo muchas confrontaciones con las organizaciones políticas y sindicales, como la CNT, en la isla. "Fue el organizador del golpe mucho antes del 18 de julio. Afloran documentos del operativo que se va a organizar para la toma de Santa Cruz y de la isla el 18 de abril. Eso está firmado, visado y trabajado por el propio Franco con sus colaboradores más importantes".

La segunda se centra en los diferentes atentados fallidos que sufrió el generalísimo en Tenerife y el caso de la muerte del general Balmes y su protagonismo como responsable de la represión que se vivió en el Archipiélago, donde algunos especulan que hubo varios miles de asesinados, entre fusilados y desaparecidos.

"Aquí trato de la cara oculta de Franco en Canarias, de los atentados que hubo y de su verosimilitud. En vez de un atentado en Capitanía hubo dos, uno el 13 y el otro el 16 de julio, ambos fallidos y sin conexión entre ellos".

El primer atentado, del que existen testimonios escritos, es de la FAI "y fracasa porque Franco había adoptado medidas, cuando sale gritando: ¡auxilio, pistoleros! y aquello se desbarató. Con respecto al de la madrugada del 16 de julio, último día que está en Santa Cruz, hay documentación que señala a tres acusados. El alcalde de Buenavista, que tenía una buena coartada, aunque luego fue desaparecido. Lo mismo que Cristóbal Figueroa y un trabajador de la Universidad de La Laguna. Esta conspiración parte de la Casa del Pueblo, de UGT".

El presumible asesinato del general Balmes por orden de Franco, como afirma otro autor, es otro de los dislates que niega Rivas. "No hay ningún papel, testimonio ni indicio que así lo indique. Balmes está a las órdenes de Franco, como estuvo durante la revolución de octubre de 1934 en Asturias, donde mandó una de sus columnas. Balmes era importante en la conspiración y Franco quería dejarlo en la retaguardia, como comandante militar del Archipiélago y su sustituto".

Al parecer, según este experto, existe un telegrama que envía el gobernador civil de Las Palmas al ministro de la Gobernación en Madrid en el que se dice que "se le había disparado un tiro a Balmes cuando estaba probando una de las pistolas para dársela a los falangistas y se le encasquilló".

Por otro lado, cabe señalar que la pasividad del gobierno de la República ante las intenciones de Franco fue uno de los graves errores cometidos por Azaña, porque pensaba que controlaba el Ejército. Incluso se baraja la idea de que se deja madurar el golpe de estado para reprimirlo después. Lo enviaron a Canarias para quitárselo de Madrid y se encontrase perdido, pero tenía las manos libres para hacer lo que quisiera.

Uno de los capítulos del libro señala cómo, cuando vino la marina de guerra española a Tenerife, estuvieron a punto de dar un golpe de estado. Luego era público y notorio que se estaba conspirando. También alude a la relación que mantuvo con la oligarquía de la isla, a cuyos saraos acudía, y ante los que mostró su metódica y sistemática forma de actuar para saber qué tenía que hacer cuando se comprometía.

"Franco hizo un primer ensayo para saber cómo funcionaban las fuerzas que estaban bajo su mando en los actos del 1 de mayo, cuando ocupa el Puerto de la Cruz, uno de los bastiones obreros, o el caso de La Laguna, donde también saca a las tropas. De hecho, las autoridades locales quieren destituirlo, pero el gobierno de Madrid, donde no estaban los partidos obreros, se mueve en una doble disyuntiva. Tenían la amenaza de la revolución obrera, que no existía, y a la extrema derecha, pero confiaban en que no iba a ser tan letal y tener esa considerable amplitud".

La oposición del ejército acantonado en Tenerife fue casi inexistente, porque la mayoría de los jóvenes oficiales habían sido alumnos de Franco y lo adoraban porque dicen que tenía un enorme magnetismo. Los pocos que no eran afines ya estaban "fichados" y controlados. "Estaba el capitán Vega Benavente, que pasó unos fusiles a la CNT el 18 de julio, pero estaba muy vigilado. Era presidente del Real Unión Club de Fútbol".

La guarnición con la que contaba Franco en Tenerife era de unos mil quinientos hombres, entre ellos unos trescientos oficiales, y en Las Palmas alrededor de doscientos.

"Luego levantó las milicias, aquí Acción Ciudadana, y en Las Palmas los Hombres Voluntarios. Logra tener más de mil hombres armados. Frente a eso hay muy poco, pero la resistencia fue muy importante. Hubo tiroteos. La ocupación de las islas no fue tan lineal como se dice. Hay un documento en el que el jefe del estado mayor de Capitanía que se queda al cargo indica que a partir de octubre de 1937 las autoridades militares comienzan a tener conciencia de que las islas están aseguradas", explicó, en contraposición a los que afirman que no hubo guerra civil en Canarias.

Otro aspecto muy importante analizado en "... Y Franco salió de Tenerife" es el relacionado con la represión que hubo en las Islas, donde se produjo también la primera guerra civil entre canarios. "Al final trato de establecer una cifra aproximada del impacto que tuvo la represión en la sociedad canaria".

Este veterano investigador, autor de una docena de libros sobre la guerra civil en el archipiélago, también establece "los elementos claves en los que se basa la represión franquista y la modernidad de esta represión, frente a otros investigadores que hablan de unos métodos tradicionales, muy antiguos. Creo que los nazis vinieron a la España de Franco a aprender a reprimir. Estoy convencido y no soy el único que lo dice. Hitler estuvo en España viendo los campos de concentración en 1938. Tengo los reglamentos, cómo y quiénes lo hicieron".

La falta de acceso a algunos archivos importantes y otras fuentes de información ha derivado en que no se conozca con exactitud el número real de víctimas directas de la represión franquista en Canarias.

"Sabemos que como mínimo fueron ejecutadas extrajudicialmente unas seiscientas personas, de las que unas ciento cuarenta fueron fusiladas en el paredón por decisiones de consejos de guerra, pero hay memorias, testimonios y datos que apuntan con toda seguridad que hubo muchos más".

La realidad indica que la represión fue inmediata, ya que se ocupó todo el territorio por medio de los milicianos de Acción Ciudadana, además de los falangistas que había en cada pueblo y la Guardia Civil, que tenía listas previas de los individuos "peligrosos" de organizaciones de izquierdas.

"En Gran Canaria se publicó en la prensa, el 27 de junio, que había mil quinientos presos, en cambio en Tenerife no se publican, aunque se sabe que en agosto había tres mil presos políticos. La gran represión se realizó a partir de octubre, cuando Franco era jefe del estado. Franco se quedó Canarias como un botín personal".

El profesor Rivas, que aporta en el libro los perfiles biográficos de más de quinientas personas, comentó que le dijeron que el obispo Pildaín había dicho que en el archipiélago había habido sobre cinco mil víctimas de la represión.

También apuntó que "entrevisté a dos personas que estuvieron presas en Fyffes, José Antonio Rial y el oficinista Domingo Ortiz, que me dijeron que de Fyffes habían salido mil quinientas cincuenta personas y ninguna volvió. Los dos utilizaron la misma expresión: en esos campos mataron a miles".

Este doctor en Historia, cuya tesis tituló "La guerra civil en Tenerife 1936-1939", confesó que uno de los motivos que le indujeron a escribir parte de este libro es que la historia pasa con mayúsculas por el archipiélago, al menos ese mes de julio de 1936. "La historia de España y de Europa, en cierta medida, se está decidiendo en el despacho del Gobierno Civil de La Palmas en la mañana del 18 de julio de 1936, como ya se había acordado previamente en la Capitanía de la plaza Weyler de Santa Cruz".

En la foto de la portada de "... Y Franco salió de Tenerife" se ve al dictador junto al alcalde de Santa Cruz, José Carlos Schwartz, y el gobernador civil, Manuel Vázquez, durante la fiesta de la República. El primero desapareció, el segundo fue fusilado.

Fuentes documentales

"Hay aspectos inéditos sobre Franco porque faltan archivos por acabar de explorar", opina el profesor Rivas, que lleva tres décadas dedicado a desentrañar lo "oculto" de aquel sangriento periodo histórico en las islas. Las principales fuentes documentales que ha podido consultar han sido los Archivos Históricos Provinciales de Santa Cruz de Tenerife y de Las Palmas de Gran Canaria, además del Archivo Militar de Almeyda (AINCA), que "tiene siete mil cajas sobre la guerra civil". Del archivo de la Guardia Civil ha podido conseguir algunos informes, pero sabe que hay muchos más. Tampoco ha podido consultar los del Obispado Nivariense. "Estoy convencido de que los archivos de la Guardia Civil, la policía y los archivos militares más internos tienen datos que habría que buscarlos y estudiarlos, pero tiene que haber voluntad política para hacerlo, cosa que no hay".

Ramiro Rivas García

doctor en historia e investigador