"Royal Ascot" nació hace 307 años y hoy es una de las citas con más prestigio del mundo. Los caballos, sus carreras y las apuestas dan el pistoletazo de salida al verano y con ello a los actos deportivos que mueven a la sociedad inglesa. Tras estos cinco días de competición ecuestre tendrá lugar la Henley Royal -regata a remo- y el campeonato de tenis de Wimbledon. Lo más seguro es que no tengamos ni idea de los resultados que han obtenido los jinetes pero no nos cabrá la menor duda de cuáles han sido los diseñadores que han triunfado, el colorido que invadió los estilismos y por supuesto cómo estaba decorado el sombrero de la reina Isabel II, que es la anfitriona de la cita desde 1945.

Un evento como este derrocha elegancia y saber estar, sin embargo, en algún momento la organización se tuvo que pronunciar con el fin de que no se cayera en estilismos vulgares. "Recuerda: el vestuario que luzcas es tan importante como la apuesta que hagas". Además se establecieron algunas normas para poder acudir, en estos días, al hipódromo. No es el mismo "dress code" para todas las zonas, pues no es lo mismo codearse con personas corrientes que con la mismísima reina de Inglaterra, que suele bajar a entregar alguno de los premios abandonando el palco real.

Para garantizar que la vestimenta es correcta existen los "guardias de estilo" que en más de una ocasión han tenido que llamar la atención a los asistentes. Con respeto han invitado a quien no cumplía con el protocolo a abandonar el recinto, aún siendo alguno de los cantantes más famoso del mundo.

Los caballeros que se sitúan en la zona más exclusiva, próxima a la familia real, deben ir con chaqué, puede ser negro o gris. Están totalmente prohibidos los pañuelos en el cuello, además tienen que cubrirse la cabeza con sombrero de copa sin ningún tipo de decoración, todo lo contrario a lo que sucede con las damas. Ellos si podrán quitárselo mientras estén en los restaurantes, terrazas o palcos.

Por su parte las mujeres han tener cuidado con la altura de sus faldas pues tienen que estar próximas a la rodilla, pueden quedar justo por encima o por debajo, evitando los cortos muy cortos y los largos muy largos. Los vestidos no pueden ser demasiado entallados, para que no se marque demasiado la figura. Aunque en principio podamos pensar que los pantalones no están permitido, si es parte de un traje de dos piezas sería correcto. A la hora de abrigarse las chaquetas y las pashminas son las prendas más propias, pues además cubrirán los hombros aunque las asillas de los vestidos no pueden tener un ancho inferior a dos centímetros y medio. El blanco y negro, que nos llevan a recordar aquella imagen de la película "My Fair Lady", siempre son un acierto, tanto por separado como mezclados entre si. Los lunares siempre funcionan en este tipo de eventos, ya lo veíamos en "Pretty Woman".

Las normas dicen que los sombreros deben de tener una base de más de 10 centímetros, a partir de ahí todo vale. En este 2018 parece que la creatividad de los maestros sombrereros no se ha detenido. La bandera de Inglaterra XXL hizo que todos pararan su atención en la cabeza de quien lo modelaba. Los motivos florales siempre son una apuesta ganadora. Las manos artesanas consiguen moldearlas o colocarlas en el sitio exacto. Una rosa gigante que parte de un tul sutil, de tono empolvado, se posa en la frente delicadamente. Esta flor se crea también con seda salvaje, pétalo a pétalo se colorea con los vibrantes que degradan el tono pasando del naranja hasta el amarillo. Los lilium también son de las preferidas, en esta ocasión tuvo protagonismo como pieza única para un tocado. Los motivos vegetales dan juego y hacen un guiño a la entrada del verano, que aconteció en medio del evento. Una base de sinamai en color crudo en un lateral permite colocar arreglos florales, tanto por una zona como por otra, haciendo de las composiciones un pequeño jardín propio de la temporada. Mientras que la misma base más pequeña, casi a modo de casquete, servirá de apoyo a las varas que se redondean para simular un almendro en flor.

Cuando de integrarse se trata los tocados con mariposas lo hacen a la perfección. La recepción estaba invadida de los insectos que se posaban alrededor del cartel donde se leía "Royal Ascot" y que parecía haberse escapado a la cabeza de las damas, en alguna ocasión incluso parecía que compartía espacio con pajaritos que salían de una jaula que llevaba una elegante mujer. La sofisticación fue más allá. Las plumas volvieron a jugar un papel estrella en el complemento más importante. Los destellos fueron sutiles. Los trampantojos se dibujaron a modo de óleo en las bases.

El foco estaba en el nuevo miembro de la familia real. La Duquesa de Sussex demostró estar a la altura. Apostó por el sombrerero más cotizado, Philip Treacy, que jugando con materiales naturales y sintéticos consiguió que Meghan Markle deslumbrara a los presentes cogida de su esposo, el príncipe Harry, que mantuvo el protocolo de la chistera como lo hiciera su padre. La reina Isabel II en todas las ocasiones apostó por las mismas prendas. Su característico abrigo liso se coloreó de azul, amarillo y fucsia, según el día, tapando un vestido estampado. Los guantes blancos y el bolso sujeto con delicadeza siguieron estando como toque personal. En este caso, y como siempre, la corona dejó paso a su sombrero; discreto, coordinado cromáticamente con cada estilismo y decorado con alguna flor. Y es que ella siempre hace la apuesta ganadora.