Anoche tuve un sueño. Ignoro si aún estoy inserto en él. La realidad está detenida, casi tanto como De Gea, enmarcado entre los tres palos de su portería. Todo empezó con la imagen de Naranjito, la mascota del Mundial de España 82, que me sonreía desde sus gajos naranjas y cuya cara iba evolucionando hasta mutar en el rostro de Albert Rivera. La siguiente imagen fue la de docenas de chinos que hacían caja con banderitas de España. Un clamor en la calle ponía banda sonora a mi ensoñación junto a las pantallas planas en unos bares con televisores hasta en el cuarto de baño. ¡Fútbol! La vida es un conflicto armado que debería dirimirse en un escenario de césped rectangular. Eso, quizás, evitaría guerras como aquella en la que Argentina perdió Las Malvinas, aunque la venganza llegara de la mano de Dios y Maradona. En esta isla, en tiempos de Jupp Heynckes, deberíamos haber resuelto el pleito insular en un partido en Tazacorte o Breña Baja y romper con los gastos innecesarios de la capitalidad compartida. Mis pesadillas se sucedían y encadenaban una detrás de otra. Vi repetidos, sin interrupción y desde todos los ángulos posibles, los mil ciento setenta y cuatro pases de España frente a la selección de Rusia. La misma pelota, pase a pase, se iba acumulando en aquel sueño de borregos.

¡Ja sóc aquí, ja sóc aquí!, rompió el sopor Quim Kong Torra, ante una multitud de payeses enloquecidos subidos en sus tractores amarillos (que es lo que se lleva ahora porque es la última moda) con su fanfarria de camisas y lazos amarillos. Por un momento, creí que se trataba de la afición de la U.D. Las Palmas que regresaba a Primera División a jugar en el estadio Insular. Pero no. Era la llegada del Molt Honorable President holograma de una parte de Catalonia (Tabarnia excluida), después de unas duras negociaciones en Moncloa con Pedro Madelman Sánchez. Mi sueño generó una solución conjunta del lío montado con el efecto pelota a seguir que dilataba el cumplimiento de la rebaja del 75 % en la tarifa de desplazamiento de los canarios, y el acercamiento de los sediciosos catalanes. Hasta su efectiva aplicación, los días serán números, y los números son pases, que recita bostezando Fernando Hierro (exactamente mil ciento setenta y cuatro). El contencioso del descuento de residentes y la bonificación del 75% de los billetes de avión y barco dejaba de ser, entre cientos de pases, un conflicto político. El tiempo está detenido en mi sueño. La solución consistía en solventar el Matrix catalán y el canario con un acercamiento de los golpistas catalanes, aceptando una de sus reivindicaciones, y traerlos a las cárceles canarias. En su obsesión con el amarillo los alojarían en el centro penitenciario de Salto del Negro, que se remodelaría para alcanzar la categoría de cinco grilletes, con piscina, canchas de pádel, zonas de ocio y biblioteca con mil ciento setenta y cuatro ejemplares de una lectura obligatoria, el denominado libro amarillo: El Guardiola entre el centeno, libro cabecera de los hooligans del tiki tranke.

Con este acercamiento, que se podía ampliar en mi sueño a los huidos y a los miembros con carnet de Omnium ¿Cultural? y ACN, se les aplicaría el descuento para comenzar en las islas la propaganda de dos de sus reclamaciones históricas: el origen catalán de las papas arrugadas con mojo y el traslado del Teide a Gerona. Todo quedaba pendiente de la decisión del Ministerio del Interior. Fue un interior el que le faltó a España. Silva se apareció en mi sueño como el muerto del Sexto Sentido. Luego vino Pedrito (¿por qué no está en el Mundial?), con un billete de lotería premiado de la gasolinera de Granadilla y un ejemplar del álbum de Panini que incluía a los equipos femeninos, no solo a las wags de los futbolistas. El flash recurrente de De Gea aparece personificado en un monstruo (el hombre del saco de goles). De fondo, escucho una canción de Edurne llamada Porteros dormidos: "Ven, y para otra vez, me cuesta ser feliz ahora que no puedo parar, nada volverá a ser igual. Canta, es tarde para parar. ¿Ves aquello que se va? Es el Mundial". Y la excantante se pone a jugar y el exportero a cantar.

Desechado el ateo apellidado Iglesias, Pedro Madelman Sánchez (cero ministros y ministras canarios) negociaba el nombre del próximo presidente de RTVE. El elegido será Darío López y los contenidos a emitir se encargarían a Palante Producciones. Como presentador de los telediarios, para cumplir con la cuota insular, se designaría a Manolo Vieira. En la negrura, diez camisas rojas siguen pasándose el balón perfeccionando el tiki-tranke. El sueño del pasado produce monstruos y me lleva a acudir al VAR para aprenderme los nombres coreanos y los apellidos polacos con doce letras y una sola vocal. En esas estaba yo, acostumbrado ya a la pesadilla, cuando apareció el fantasmagórico jinete sin cabeza (testa de Lopetegui) presidente de la Federación Española de Fútbol, el canarión Luis Rubiales (que no es moreno ni rubio, sino calvo). A su espalda, Piqué saluda con la mano a De Gea o quizás esté contestando a la cantante Lucrecia, que reclama que levante la mano el que quiera bailar. De Gea no quiere, Piqué sí (siempre y cuando la canción sea de Shakira) y levanta la mano. Se escucha un pitido arbitral señalando penalti.

En el oleaje de mi pesadilla mundialista, el Madrid disuelve su BBC (Benzema, Bale y Cristiano) y el Barsa monta un CDR para alegría de los indepes en el Nou Camp (Coutinho la C, Dembele la D, tienen lo que queda de sueño para completar la R). Sueño con Neymar y el Carnaval de Brasil, compruebo que el centrocampista que lleva el dorsal 5, Case(i)miro, no es Curbelo. La comparsa pasa rápido y se cambia el escenario. Croacia y Dinamarca llegan a los penaltis. En ese trance, ambos seleccionadores deciden cambiar sus porteros para la tanda, y colocan debajo de la portería a De Gea intentando que los mil ciento setenta y cuatro pases se conviertan en mil ciento setenta y cuatro penaltis. Japón se va del Mundial, deja los vestuarios impolutos, y una nota con la palabra "Gracias". Las campanas repican con el entierro futbolístico de Messi y Cristiano en el Valle de los Caídos de este Mundial. El funeral lo oficia Ronaldinho, que muestra su más brillante sonrisa de anuncio de clínica dental.

Siguen los pases. No cuentes ovejas mi niño, para dormir cuenta, uno a uno, los mil ciento setenta y cuatro pases de España frente a Rusia.