El arqueólogo José Juan Jiménez cuestiona la existencia de una factoría de púrpura en la isla de Lobos, donde habría sido de nula rentabilidad y en donde los vestigios pétreos que se conservan "ni siquiera tienen la apariencia arquitectónica" de los recintos industriales de época romana.

José Juan Jiménez, que es conservador del Museo Arqueológico de Tenerife, explica que en Canarias hay que diferenciar a los pobladores que se quedaron a vivir, frente a quienes se trajeron procedentes del norte de África.

Los primeros dejaron su huella arqueológica líbica antigua, mientras que los otros no se asentaron ni construyeron ciudades con calzadas, anfiteatros, acueductos, termas, templos, puertos ni factorías, como sí hacían cuando se establecían en otros lugares.

De ahí que el conservador del Museo cuestione la existencia de una factoría de púrpura en la isla de Lobos y considere improcedente esa hipotética posibilidad.

A su juicio, desde que en 1909 Paul Friedlaender identificó la estructura y composición química del colorante de púrpura, a partir de 12.000 caracoles, obtuvo 1,4 gramos de pigmento puro. "Porque un gramo del producto con el cual se podía teñir una prenda se extrae de más de 10.000 ejemplares y, en ese sentido, la caracterización específica de la Purpura haemastoma y otros moluscos tintóreos la argumenta siguiendo el criterio de científicos experimentados", tal y como precisa este arqueólogo.

Si se tiene en cuenta que en el conchero de Lobos los excavadores contabilizaron cifras que oscilan entre 59.000 y 70.000 ejemplares de Stramonita (Thais haemastoma) y vistas las ratios de productividad enunciadas por los expertos, José Juan Jiménez considera que ese cómputo de ejemplares en la isla demostraría la nula rentabilidad de la "factoría/taller".

Sólo se habrían podido extraer 6 ó 7 gramos de púrpura durante las decenas de años de vigencia que le atribuyen al enclave, sin realizar análisis de cronología absoluta sobre unos vestigios pétreos que ni siquiera tienen la apariencia arquitectónica de esos recintos industriales de época romana.

De hecho, abunda el arqueólogo, investigadores de la época alto imperial romana, como Darío Bernal, señalan que es frecuente la aparición de moluscos tintóreos cuya identificación se relaciona a veces con la industria de la púrpura, lo que se considera "un tópico historiográfico", porque también hay que pensar en que su potencial nutricional propiciase su pesca y consumo en fresco más que su transformación tintorera en un islote carente de agua dulce, como el caso de Lobos.

Sin olvidar, prosigue, que en los alrededores de las ciudades que poseían auténticas estructuras arquitectónicas que servían a esos fines había depósitos de millones de ejemplares de conchas de moluscos documentados arqueológicamente, lo que refrenda el procesamiento y la producción purpúrea rentable económicamente y duradera en el tiempo.

Estos extremos han sido confirmados por las series cronológicas absolutas y relativas publicadas por los arqueólogos, como se conoce en el Atlántico para la factoría de púrpura Maure descubierta en los islotes de Mogador (Essaouira, Marruecos), "las auténticas islas Purpurarias que citan los especialistas y las fuentes de la Antigüedad", añade José Juan Jiménez.

El arqueólogo, doctor en Prehistoria por la Universidad de La Laguna, alude a esta cuestión en la edición ampliada que publica Le Canarien Ediciones de su obra "Canarii. La génesis de los canarios desde el mundo antiguo", que "ha cambiado la manera de entender el poblamiento de Canarias vinculándolo a la época histórica".

Este trabajo indaga en el origen de los canarios desde los inicios de la Era y expone las investigaciones sobre el norte de África y Canarias desde "una nueva mirada, una visión ampliada, actualizada, de un ámbito continental y archipielágico pujante".

Y traza así las líneas maestras que conforman su propuesta, basada en "unos canarii que ya no vivían en la prehistoria, dejando atrás los mitos, una Canarias auténtica desde la Antigüedad y su relación documentada con los límites atlánticos del Imperio romano norteafricano".

Los canarii, unos rebeldes

En su trabajo de investigación, el doctor en Prehistoria José Juan Jiménez plantea la hipótesis de que los canarii constituyeron un grupo étnico que, cronológicamente, adscribe al siglo I, que no habrían aceptado la paz con Roma y, en consecuencia, participaron, por segunda vez, en un levantamiento indígena, trasladándose a las montañas del Atlas para desde este enclave prolongar la resistencia contra las tropas imperiales. Con el fin de mitigar esta insurrección, el emperador Claudio habría enviado hasta el norte de África al general Suetonio Paulino para sofocar el levantamiento, quien de esta manera se convertiría en el primer jefe romano en traspasar esa cadena montañosa y, también, en describir los parajes donde se dio alcance a los sublevados, detallados por Jiménez al abordar la ruta seguida por los romanos y el destino de los indígenas rebeldes, posteriormente deportados a las islas.