El bailarín catalán Diego Sinniger sostiene que, para él, "lo más importante es que el público se sienta identificado", dice. De este modo, espera que con la pieza "Liov" pueda aportar un "espejo en el que se sientan reflejados".

Este montaje ocupará hoy, domingo, a partir de las 19.00 horas, el espacio de la glorieta de San Francisco con ocasión de la última jornada de Cuadernos Escénicos, que se celebra en Garachico.

"Liov" ganó el certamen coreográfico de Madrid y, además, el premio del jurado joven. "Este fue el mejor galardón", dice un Sinniger convencido, por cuanto "este tipo de público es más virgen y necesita más conocimiento; es más sencillo y más plasmado", explica, y descubre: "No soy bueno para cosas conceptuales. Yo lo hago tal cual y simple".

En su montaje lleva "el físico al extremo, es una lucha constante", adelanta. Sinniger espera que Cuadernos Escénicos le aporte el "feedback" del público de un festival de calle. Sabe que sus obras tienen una intensidad emocional alta y, según la reacción de los asistentes, "puedo comprobar la cultura del lugar. Los países del norte son emocionalmente más cerrados, mientras España, no. Aquí, en el sur, siento que la emoción está a flor de piel", dice.

Al referirse a su fuente de inspiración, el bailarín catalán lo tiene claro: "Es mi pasado. Intento hacer piezas en un término marketiniano, pero la danza también tiene para mí un efecto terapéutico", explica, y asegura que el pilar para crear "Liov" ha sido, por ejemplo, la relación con su padre.

Sinniger viene de la danza urbana, que no pretende fusionar con la contemporánea, "sino crear un tercer universo". Eso ha intentado con esta pieza, donde "dentro del movimiento, la gente no apreciará la técnica urbana; viene de ese mundo, está ahí".

Durante el desarrollo de esta obra, Diego Sinniger y Kiko López no paran de enfrentarse. "Kiko me para constantemente", dice. Así proponen una posible censura de uno sobre el otro, un enfrentamiento que "inconscientemente, el público puede plantear como el contexto actual. Decidimos llamarloLiov porque si lo hubiéramos llamado Ley mordaza a lo mejor hubiéramos ingresado en la cárcel", bromea.

"Nos adaptamos siempre al espacio porque la danza está viva. No existe una propuesta fija para la pieza", apostilla.

Sinniger aplicará en Garachico una versión con mitad de música y, en ese contexto, espera poder encontrarse con gente maravillosa: "A los festivales no voy por dinero, sino porque el público está muy cerca", declara Sinniger.

Hacerlo decidir entre dedicarse a coreografiar o bailar es ponerlo ahora mismo en un apuro. "La coreografía me llama mucho porque todavía no he encontrado cómo transmitir mi movimiento y plasmarlo en otro, pero todavía tengo muchas ganas de bailar", concluye.