Gomina, sandalias con tacones para las mujeres, zapatos para los hombres, vestidos y trajes sin arrugas. Los participantes del Festival y Mundial de Tango de Buenos Aires abrillantan la pista siguiendo el ritmo de un bandoneón que no dejará de sonar hasta que llegue la final el 22 de agosto.

Alrededor de 600 parejas de bailarines nacionales y de otros países participan en esta nueva edición de la competición, que celebra las clasificatorias de las categorías de Tango de Pista y Tango Escenario desde el 13 de agosto en la Usina del Arte, en el barrio de la Boca, donde muchos creen que se originó esta disciplina.

En los camerinos del centro cultural porteño, perfectamente arreglados, se encuentran Federico Serana y Rita Protopapa, un matrimonio llegado desde Brescia, en el norte de Italia.

Decidieron inscribirse en el Festival hace apenas dos semanas, pero les precede una década de experiencias compartidas en las pistas de baile.

Tras haber participado en certámenes como el Campeonato Italiano de Tango o el Campeonato Europeo de Tango, explican con autoridad que el ambiente en esta ocasión es, pese a la alta competitividad que se podría esperar, "más relajado que en Europa".

"Hay una atmósfera, un clima muy relajado, más relajado que en Europa. Todos son muy amigos. Les gusta hablar con los otros participantes. En Europa es un poco mas así... Competimos y nada más", explica Serana mientras observa a los bailarines que le rodean.

Habla en español, al igual que su mujer, lo que les ha permitido que en este viaje a Argentina hayan podido aprender "un montón" y estudiar "con los viejos milongueros".

Más adelante se encuentran Elena Parlattore y Marcos Carabajal, de Buenos Aires e identificados con el número 441. Ella es bailarina de profesión y él compagina su gusto por el baile con una empresa textil especializada en ropa de danza.

Comenzaron a bailar en pareja hace tres meses, con duros entrenamientos de cuatro horas diarias durante mínimo cinco días por semana.

Esta intensa preparación les hace observar con tranquilidad al resto de competidores, aunque reconocen que el nivel ha ido aumentando con el paso de las ediciones.

"Hay muchas parejas muy buenas. El nivel a medida que pasan los años va subiendo. Se ve la diferencia de muchos chicos que los conozco desde que empezaron y se ve muy claro el ''laburo'' (trabajo) que estuvieron haciendo de un año al otro. Está bueno que haya un crecimiento constante en el tango", afirma Carabajal.

Al preguntarles sobre si creen que llegarán a la final, que se celebrará en el reconocido Estado Luna Park, habitual sala de conciertos, no se aventuran a dar una respuesta firme, ya que la competición puede ser "una ruleta rusa".

"Vamos a ver. Las expectativas siempre están. Fe nos tenemos mucha. Todo puede pasar acá. Depende mucho del jurado que te toque, lo que suceda en la pista... Hay veces que te tocó un tema que no te hizo lucir o parejas que no te dejaron avanzar... Es como una ruleta rusa", explica Carabajal con una media sonrisa.

El Mundial está acompañado del Festival de Tango, que este año contará con alrededor de 2.000 artistas nacionales e internacionales, clases de baile, talleres de dibujo, pintura para niños y espectáculos de rock y tango, entre otras actividades, que se distribuirán a lo largo de diferentes escenarios de Buenos Aires.

También habrá 130 conciertos de artistas como Gabriel Mores, Franco Luciani y Amelita Baltar, quien celebrará sus 50 años en el mundo tanguero.