Quizás por la nostalgia que produce la vuelta de las vacaciones, tal vez por la necesidad de estar en contacto con la naturaleza, a lo mejor por el simple hecho de visualizar cosas bonitas, la decoración vegetal está cada vez más en auge, así que preparemos los hogares para que parezcan verdaderos paraísos tropicales.

Los árboles que se dan en el interior son una de las apuestas más arriesgadas y también de las más interesantes. Lo normal es que si lo imaginas veas un espacio grande, una sala de estar con sillones que cuentan historias. Tal vez uno de piel marrón desgastada que muestra el paso del tiempo, le acompañan dos butacas con orejas, tapizadas con un tejido regio que dibuja flores. Una mesa bajita soporta unos libros; algún diccionario antiguo, velas y un cenicero, en el centro un jarrón de cristal, transparente dejando ver los tallos perfilados de unas peonías románticas, casi cursis, empolvadas y serenas. Las flores naturales, sencillas y prudentes, sintonizan con la cretona de los asientos individuales. Para romper, las hojas grandes y majestuosas de una "strelitzia reginae" se coloca en una esquina de la estancia. Cuando algo es tan coherente parece que es casi la única opción, echándole imaginación puedes ponerte en el pequeño recibidor de un piso, tal vez de un edificio rehabilitado del centro de La Laguna, de aquellos que conservan los suelos antiguos, baldosas hidráulicas que forman un ajedrezado en blanco y negro. Una mecedora antigua, el asiento y el respaldo de rejilla, con un cojín sencillo y sobrio tornasolado tirando al color de la mandarina. Al lado una maceta de barro, importante, de grandes dimensiones recoge un olivo, esbelto. No hace falta nada más para reconocer que aquel lugar tiene personalidad. Tanto una como otra son estancias señoriales pero sitúate en una de las más íntimas. Tal vez un aseo con las paredes revestidas de azulejos blancos de metro, la loza sanitaria y la lencería a tono, parece que nada rompe la sobriedad hasta que es una cesta inmensa de rafia de colores pálidos -de las que se vendían en la IV Feria Tricontinental- la que arropa la base de un ficus con su tronco trenzado.

Es más que evidente que jugando con las posibilidades que nos da la vegetación se llega a conclusiones realmente interesantes. Los árboles hablan con un solo golpe de vista, sin embargo las flores colocadas en lugares estratégicos pueden regalar sorpresas a lo largo de toda la casa. Un majestuoso centro en una base de cerámica, colocado en la entrada de una casa o en el lugar principal de un establecimiento abierto al público, es la mejor recepción. Además de la primera imagen, el aroma que regala es la carta de presentación. Repartir las rosas, orquídeas o ramos de lluvia por zonas que pasan desapercibidas mostrarán que todo está cuidado. Muchas personas se plantean la esclavitud que supone mantener flores frescas para que siempre estén bonitas, es por ello que el recurso de las flores artificiales que parecen reales cada vez se use más, aunque tiene tantos amantes como detractores. En ocasiones especiales los centros florales son casi imprescindibles, y los soportes son tantos como recipientes tengamos en casa. Sobre una hondilla con agua puede navegar una gerbera de colores vivos, sobre un terrario unas suculentas que comparten su tierra con algunos cactus, en una regadera un puñado de flores silvestres, en una sopera de porcelana china una rosa de Ecuador, una maceta artesanal de pared se posiciona sobre el tablero con unos claveles de aire. En este caso la mesa sí que precisa que sean naturales y que desprendan la mínima fragancia.

Si a olores se refiere las plantas aromáticas ya están en casi todas las cocinas, pero los huertos urbanos han llegado. Hasta hace nada no nos podíamos imaginar que en casa cultiváramos pimientas, tomates cherry, incluso lechugas, hoy empieza a ser habitual y parece que es para quedarse. Un espacio al aire libre con dos sillitas y una pequeña mesa, donde se da una buena lectura y una agradable conversación es el lugar soñado para que el soporte cubierto de tierra, abono y vegetales se mantenga en buenas condiciones, pero no todo el mundo tiene esa posibilidad, así que imagina una cocina amplia y luminosa que bajo la ventana tiene un pequeño huerto con todo lo necesario, no solo ofrece su producción sino que es atractivo al resto de los sentidos.

Teniendo en cuenta que todo es tan posible como interés le pongamos, hagamos de la decoración vegetal la protagonista de nuestros hogares.