La compañía Helena Turbo Teatro se fundó en el año 1990, como una continuación de aquella siempre viva y fresca Zaranda Troupe de Cómicos. "Y ha llovido desde entonces", asegura con evidente nostalgia Helena Romero, actriz y también directora.

Helena comenzó su andadura en el mundo de la farándula con "un monólogo interestelar, de ciencia ficción, porque necesitaba salirme de los márgenes habituales de los personajes femeninos". Así fue como creó la figura de un ingeniero que se movía por el Cono Sur del universo. Y aquella historia, que empezó llamándose turbulencias, terminó por darle nombre a la naciente compañía.

"Y siempre hemos cuidado mucho la imagen, la gráfica, los textos, la mayoría de creación propia".

Han sido muchos espectáculos, más de treinta completos de creación contemporánea y pequeños encargos para animación , conferencias, museos... describe esta actriz, que pone el acento en "el humor", con títulos como "Felisa y desesperados", "Caronte", "Las mujeres de Galdós", "Las entretenidas", las lámparas de "Un timbre en tu vida", el arpa del montaje dedicado a la artista Esmeralda Cervantes o el último, del año pasado, sobre la figura de Henrietta Swan Leavitt, una física norteamericana. Y rememora el Premio Nacional de divulgación científica teatral que le concedieron por su trabajo sobre Rosalind Franklin, la descubridora la estructura helicoidal de la molécula del ADN.

"He tenido la fortuna de poder visibilizar a estas mujeres, porque ciertamente la historia siempre ha mantenido una mirada masculina".

Para ella, ver y sentir toda esa historia "desparramada" sobre el espacio del local representa un escenario "emocionalmente fuerte. Estoy en ese momento en el que debo desprenderme de las cosas porque no puedo seguir en escena. No queda más remedio que darles a todos estos objetos una nueva vida".

Y pone la vista, sus ojos encendidos y despiertos, aquí y allá, repasando espectáculos y personajes, noches de estreno y de ilusiones. "Mi propósito es que todo este material siga en escena y que se convierta en un legado físico".

Y Helena Romero no quiere dejar escapar la ocasión para destacar lo siguiente: "Gente como nosotros, los autónomos, no somos funcionarios, quienes al día siguiente de la jubilación ya pueden hacer lo que quieran. En nuestro caso, hasta que no le damos salida al último dedal, pues no hemos terminado".

En el número 7 de la calle Rafael Arrocha Guillama, Helena Romero ha montado un mercado especializado para la gente del teatro, productoras de cine o simplemente nostálgicos, a quienes anima a sumergirse en un lugar que "no es un mercadillo, ni un rastro al estilo vintage", explica.

Se suceden vestuarios clásicos, medievales, románticos, de lujo, de fiesta o cabaret, atuendos circenses o de irrepetibles zancudos. "Piezas únicas, realizadas a mano, con calidad en los tejidos y un exquisito cuidado en la confección".

Además, a la vista también queda un atrezo diverso, todo un mundo de complementos, desde pequeños tocados o espléndidas pamelas, gorros, casquetes, boinas, cascos, tiaras, diademas... En otro lugar, pelucas, fulares, corbatas, tirantes, también diferentes modelos de gafas, maletas de diversos tamaños y diseños, alfombras, lámparas, focos, mesas.

Helena Turbo echa el telón.