El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el presidente de la Generalitat, Quim Torra, aparcaron el reciente ultimátum del jefe del Ejecutivo catalán y mantuvieron ayer un tono cordial durante el funeral en Barcelona de la soprano Montserrat Caballé, al que también asistió la reina Sofía.

El auditorio del tanatorio de Les Corts se quedó pequeño para acoger a los familiares, amigos, ciudadanos y autoridades que quisieron homenajear a la gran diva de la ópera, a la que despidieron con una ceremonia religiosa de carácter sencillo y humilde.

Pese a haber brillado con su voz prodigiosa e inmortal en los principales escenarios del mundo, Caballé se marcha como una más, aunque, a diferencia de la mayoría de mortales, su funeral contó con la presencia de las máximas autoridades del país, además de representantes políticos y personalidades del mundo de la soiedad y la cultura.

Así pues, el ruido del debate político generado a raíz del proceso soberanista, del que trató de rehuir Caballé en sus últimos años de vida, no interfirió en su ceremonia de despedida.