Tras doce años al frente de la institución de fotografía por excelencia de París, el Jeu de Paume, la barcelonesa Marta Gili (1957) se despide de su dirección dejando a sus espaldas un legado con el que ha conseguido dar forma a la identidad de un museo relegado al olvido hasta hace una década.

"Es el momento de irse. Lo que yo quería hacer ya está hecho, las ideas no se terminan pero creo que las instituciones no pertenecen a nadie y es el momento de pasar el testigo a otra generación u otras ideas", afirma en una entrevista Gili, que ha comisariado 180 exposiciones en este centro.

Cuando la institución, financiada en parte por el Ministerio francés de Cultura, anunció la noticia de su partida este verano, la prensa aplaudió el trabajo y empeño de esta comisaria, que ha sabido dar un discurso a un museo que en pocos años ha pasado de centrarse en el impresionismo, a hacerlo en el arte contemporáneo y, finalmente, en la fotografía.

"Marta Gili, la mujer que despertó el Jeu de Paume", titulaba en su sitio web la emisora "France Info". "Vivaz, cerebral, valiente, cabezota, alegre, comprometida", la describía el diario "Le Figaro".

Gili asume los cumplidos entre sonrojos y se quita méritos transmitiéndolos al proyecto de su equipo, pero tampoco esconde su orgullo: "Esto ayuda mucho a pensar que quizá no estaba tan mal lo que estaba haciendo".

Pese a no tener colección propia, el centro se ha creado una reputación a base de préstamos notables de instituciones de todo el mundo que han permitido exhibir en París amplias muestras sobre Garry Winogrand, Susan Meiselas, Robert Frank, Diane Arbus, Jordi Colomer, Richard Avedon, Helena Almeida o Dorothea Lange.

Retrospectivas de cine, proyectos educativos, la edición de más de un centenar de catálogos e incluso la ampliación del centro en un castillo en la ciudad de Tours han ayudado a articular una narración sobre la creación artística en imágenes.

"En 2006, las instituciones culturales de París mostraban fotografía, pero no había un discurso detrás. Había un nicho para enseñar cómo las imágenes son capaces de abrirnos el mundo de lo invisible, y de los procesos de toma de poder que las imágenes tienen sobre nuestro pensamiento, ideas, historia...", narra Gili.

El Jeu de Paume logró imponerse y, en muchos casos, marcar la agenda de las exposiciones audiovisuales que otros centros como Le Bal o el Pompidou comenzaron a proponer en la capital.

Para cubrir las carencias, Gili impulsó "la idea de hacer circular las imágenes y mostrar cómo la fotografía puede hacer cambiar nuestros prejuicios, nuestras formas de ver el mundo", pero también la paridad.

"En ningún museo, ni en Francia ni en Europa y diría que tampoco en Estados Unidos, ha habido paridad de artistas. Aquí, de una forma muy natural, hemos hecho exposiciones de hombres y mujeres sin ningún tipo de problema", comenta.

Una igualdad que se extendía también a la dirección de los museos, a la que Gili llegó desde la Fundación La Caixa prácticamente como una intrusa.

Tanto es así que cuando se postuló al cargo mediante concurso público no vio "para nada" posible su nombramiento, que cuando se confirmó estuvo rodeado de "comentarios sorprendentes".

"Fui la primera mujer que ocupó un puesto de dirección en una institución parisina y la primera extranjera. Ahora ya somos varias, pero cuando llegué aquí era un bicho raro", comenta.

Y también, especialmente, "por venir de un país del sur". "Eso sí que me lo decían muchísimas veces, ahora ya ni se atreven. Como en otros países, aquí los directores circulan de un museo a otro, hay poca entrada de miradas extranjeras, pero esto está cambiando", confiesa.

Las últimas exposiciones que presentará, el próximo lunes, son prueba de los desafíos superados: Dorothea Lange (1895-1966), la fotoperiodista estadounidense que puso rostro a la Gran Depresión, especialmente con el retrato "Madre migrante", y dos artistas conceptuales, la cubana Ana Mendieta (1948-1985) y el uruguayo Alejandro Cesarco (1975).

Después de 12 años "con el máximo nivel de adrenalina 365 días al año" y con la programación de 2019 ya cerrada por adelantado, Gili dedicará ahora unos meses a desconectar en París antes de volver a Barcelona o asumir otros proyectos internacionales en los que pueda contar "con la libertad y complicidad de sus equipos y del público".

Aún así, confiesa, sonriente, que le han quedado retos pendientes que deja "para más tarde". "De momento, ''carpe diem''", añade.