Como "una historia de amor" calificaba Christine Ruiz-Picasso en 2003 el Museo Picasso de Málaga, que hoy cumple quince años convertido en una realidad que ha transformado radicalmente la ciudad y que ha recibido en este periodo a más de seis millones de visitantes.

La nuera del artista aludía así al largo anhelo de su suegro por tener obras en su ciudad natal, que ella hizo posible al donar o prestar junto a su hijo Bernard más de doscientas piezas que integran la colección permanente del Museo.

Christine viajó por primera vez a Málaga en 1954 junto a Paul -el primogénito del artista, que poco después se convertiría en su marido- para cumplir el deseo de Picasso, que no se pudo materializar en plena dictadura franquista.

Más de cuarenta años después, en 1996, la entonces consejera andaluza de Cultura y hoy vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, firmó la compra del Palacio de Buenavista, un edificio del siglo XVI con elementos renacentistas y mudéjares, que recibió una inversión de la Junta de más de 66 millones de euros para ser rehabilitado como sede de la pinacoteca.

Aquel lluvioso 27 de octubre de 2003, tras recorrer las salas del Museo, el rey Juan Carlos se acercó a los periodistas que cubrían la inauguración y pronunció una frase que titularía las crónicas del acto: "Málaga se lo merecía y Picasso también".

Ahora, tras quince años, su actual director artístico, José Lebrero, dice que este "proyecto compartido por la familia Picasso y la Junta" se ha convertido "en un museo cosmopolita, conectado internacionalmente con instituciones de mucho prestigio y con cifras de visitantes en crecimiento".

"El gran acontecimiento de 2003 en Málaga fue la inauguración del Museo, eso es evidente. Cuando se ve cómo se ha transformado el centro histórico de la ciudad desde el punto de vista urbanístico y de recuperación del patrimonio arquitectónico y el dinero que se ha invertido en mejorar el centro, se comprueba que tiene mucho que ver con la apertura del Museo", resalta Lebrero.

Después han llegado a Málaga otras grandes instituciones como el Centro Pompidou, el Museo Ruso de San Petersburgo o el Museo Carmen Thyssen, pero el director del Picasso cree que el éxito de la oferta turístico-cultural de la ciudad "tiene que mucho que ver con lo que hace nuestro Museo, porque es el que recibe más visitantes".

Considera que la tarea de los museos es "estudiar, valorar y dar a conocer la memoria cultural de los sitios y eso es una labor a medio y largo plazo", y que lo que más se debe valorar de un museo "es su continuidad", y en este sentido opina que el Museo Picasso "mantiene una continuidad y una coherencia en lo que está haciendo".

Esta coherencia ayuda también a que el Museo haya alcanzado entre instituciones análogas de EE. UU. y Europa "una reputación mayor y sea más conocido en el mundo internacional de los museos, por lo que hace y por lo que propone", ya que "tiene que hacerlo bien para que esas instituciones le tengan más respeto".

De cara al futuro, Lebrero sitúa como uno de los grandes "retos" que el museo "haga llegar los valores estéticos y éticos de un artista como Picasso, que nació a finales del siglo XIX, a unas nuevas generaciones del siglo XXI no solo nativas digitales, sino casi genéticamente digitales".

En esta travesía de quince años, el Museo ha complementado su colección permanente con medio centenar de exposiciones temporales que han permitido contemplar en Málaga más de 1.100 obras de Picasso, junto a piezas de artistas como Francis Bacon, El Lissitzky, Alberto Giacometti, Hilma af Klint, Frantisek Kupka, Jackson Pollock o Andy Warhol, entre otros muchos.