Una clase magistral del bel canto. El montaje de Ópera de Tenerife con la pieza de Donizetti "Lucía de Lammermmore" desató la locura en el Auditorio de Tenerife. Acaso, la representación de anoche deba guardarse con mucho mimo en la memoria, para no olvidarla, y eso que todavía restan dos audiciones más, mañana, jueves, y el próximo sábado.

Y es que la soprano Irina Lungu estuvo sencillamente majestuosa, espléndida en su debut en el recinto tinerfeño con el rol de la frágil y mortal Lucía; triunfó en lo dramático , pero sobremanera en lo vocal. La belleza de su voz fue conquistando al público, con sobriedad y elegancia, muy segura y limpia en los sobreagudos, precisa en las medias voces y creíble, también, en su progresiva enajenación, hasta desatar la auténtica locura con la interpretación del pasaje "Regnava nel silenzio" y llegar al éxtasis en el aria que interpretó junto con la flauta, una sutil cadencia adornada con un repertorio de trinos y filatos adorables (¡qué dramática dulzura!). La ovación se extendió por la sala.

De otra parte, el rol de Edgardo sonó sencillamente puro y natural en el timbre del tenor tinerfeño Celso Albelo, que acaso fue creciendo al compás de la obra y cerró su actuación con una interpretación magistral del "Tu che a Dio spiegasti l''ali", el capítulo más lírico, donde se desenvuelve con envidiable maestría, desde la media voz al ascenso. El barítono Andrei Kymach, que encarnó a Lord Enrico, estuvo soberbio, amplio en su tesitura; las otras voces cumplieron.

El coro de Ópera de Tenerife se mantuvo a la altura, y el mejor elogio para la orquesta está en decir que desde el foso ejerció de digna acompañante, con una dirección medida del maestro Christopher Franklin y los vientos reivindicándose.

Y todo envuelto en una ajustada atmósfera ideada por el director de escena Nicola Berlofaf, desde la rotación del escenario, acompasado y nada efectista, hasta el clima de sordidez y decadencia que desprendía la mansión escocesa en tiempos de postguerra, desde los claroscuros y el tenebrismo a la ruina física y humana.

Anoche, el Auditorio "enloqueció" con "Lucía".