El tenor español Ismael Jordi será mañana el duque de Mantua en el "Rigoletto", de Giuseppe Verdi, que inaugura la temporada del Teatro de la Ópera de Roma, al que donará su "alma flamenca", como cuenta en una entrevista.

"Yo meto mi alma flamenca en todo", reconoce Jordi en una pausa de los duros ensayos con el maestro Daniele Gatti, "porque venir de una tierra donde hay tanto arte, donde nace el flamenco, es algo que llevo dentro y lo llevo a mi manera de cantar, a los colores de la voz, y me sale porque soy de allí, de Jerez".

Y aunque en la versión del director de escena Daniele Abbado, el odiado duque de Mantua será un jerarca fascista de la llamada República italiana de Saló (1943-1945), el cantante lírico español pondrá en escena ese "arte flamenco" que le ha dado "su tierra".

El tenor jerezano, de 45 años, repite en Roma después de haber participado en la temporada 2014-2015 en la "Lucía de Lammermoor", de Gaetano Donizetti, y su actuación fue tan convincente que esta vez estará en el estreno de la temporada lírica de la capital después de Milán.

Jordi asegura que esta vez es un gran reto para él y que "habrá un antes y un después" en su carrera ante un "Rigoletto" que es una apuesta porque se ha elegido la partitura original que escribió Giuseppe Verdi en 1851, sin las notas añadidas, ni de tradición, que se han ido perpetuando en el tiempo.

Asegura que le costó aceptar el desafío porque recordó que incluso Riccardo Muti había tenido problemas en La Scala con un "Il Trovattore" original, aunque dice ahora que "ha sido una sorpresa y un gran descubrimiento", pero "nada más fácil".

Además, a ello se une que "en Italia no se te da el aplauso fácil" y el "duque de Mantua es un papel difícil, que exige el máximo en todo momento, no hay momento de relax".

"Yo lo comparo como el que viene a cantar seguidillas o bulerías a Jerez y no es de aquí, te van a mirar con lupa", explica el tenor, que en septiembre inauguró la temporada del Teatro Real de Madrid con "Fausto".

"En Italia se exige muchísimo, pero se sabe reconocer cuando se hace bien", dice Jordi que ha tenido auténticas sesiones maratonianas para preparar esta ópera.

Revela que aborrece "los papeles de personajes malvados" porque siempre le ha gustado "ser el bueno de la película", pero que se siente muy cómodo interpretando papeles de "galán y romántico".

Este protagonista del actual panorama lírico español reconoce que la ópera ha cambiado también a nivel estético y que ahora un buen físico ayuda mucho a conseguir una buena interpretación.

Gran aficionado al deporte, explica que esta mentalidad de hacer ejercicio y cuidarse le ha servido "para su carrera y para el día a día".

"Preparar una ópera es como preparar una final de la Liga de Campeones de fútbol. Nuestra preparación es como la de un futbolista de élite: alimentación, concentración, descanso, y además trabajamos con dos membranas muy delicadas", señala.

Asegura que para él "toda esta preparación no es ningún problema" porque forma parte "de una disciplina y de un respeto por la profesión" que le enseñaron los grandes de la lírica que fueron sus profesores Aldredo Kraus y Teresa Berganza y que, lamenta "se está perdiendo un poco".

Mañana, entre bambalinas, antes de salir a escena volverá a sentir ese gusanillo de enfrentarse al público italiano, pero se repetirá, como hace siempre: "¿Miedo? Miedo es el de salir a un ruedo como los toreros".