El Coliseo romano revive la historia con una exposición que recorre los cuarenta años de la dinastía Severa, que con el "edicto de Caracalla" del 212 extendió la ciudadanía romana a todos los habitantes del imperio.

Un viaje en el tiempo para conocer las reformas y el impulso al arte de estos emperadores en la muestra "Roma Universalis. El imperio y la dinastía que venían de África" que se extiende desde el Coliseo hasta el Foro Romano y Palatino.

El centro de la exposición se presenta en el segundo nivel del Coliseo, con un centenar de hallazgos arqueológicos y obras de los principales museos italianos y extranjeros.

Una rica secuencia de bustos de la dinastía abre el trayecto, con Septimio Severo de Leptis Magna, en la actual Libia, y su esposa Julia Domna de Homs, en Siria, mujer de gran influencia política, que reciben al visitante.

En cuatro secciones se ilustran los desarrollos histórico-políticos, la evolución artística y arquitectónica en Roma y en las regiones del imperio de entonces, que se expandía en todo el Mediterráneo.

Entre las piezas expuestas se encuentran los fragmentos de la "Forma Urbis", un mapa catastral de mármol encargado por Septimio Severo, que sigue siendo hoy en día un documento ineludible para el estudio de la antigua topografía de la urbe y que se exhibe con una minuciosa reconstrucción multimedia.

"Roma Universalis", abierta hasta el 31 de agosto 2019, se enriquece con otras etapas a lo largo del Foro Romano y Palatino, con una serie de pasajes entre los monumentos que esta dinastía construyó o restauró en la área arqueológica más famosa del mundo.

"Entre la época clásica y el mundo actual, las estructuras y los materiales de construcción se reutilizaron", comentaron desde el equipo arqueológico del Coliseo.

Por ejemplo "el Coliseo ya no se utilizaba para espectáculos, sino de otra manera, y se convirtió en un cementerio, en un pequeño pueblo en la Alta Edad Media, en una cantera al aire libre y en una fortaleza", agregaron las fuentes.

Desde el Coliseo, que fue restaurado en la época Severa, el visitante llega al Palatino con las "Termas de Heliogábalo", mientras que en el interior del Templo de Rómulo se exhiben por primera vez bustos de mármol descubiertos en las termas.

En el Foro Romano el visitante no puede olvidarse de admirar el arco de triunfo que lleva el nombre del primer emperador de la dinastía, Septimio Severo.

Además, en el Foro Romano entre el Templo de Rómulo y la Basílica de Majencio se pasa por el reabierto "vicus ad Carinas", una de las calles más antiguas de la ciudad, que desde la época republicana conectaba el Foro con el cerro del Esquilino, una de las zonas más pobladas de la entonces capital del imperio.

La dinastía revolucionó el sistema de carreteras de Roma y completó el proceso de "romanización" entendida como la unificación política de todos los habitantes libres del imperio, y la integración entre los diferentes pueblos del Mediterráneo y de Europa.

Septimio Severo estableció también la "annona militaris" para pagar en especie y no solo en efectivo parte del sueldo a los soldados.

"El objetivo de la exposición es dar a conocer al público el último período del imperio en el que Roma fue grande, gobernada por emperadores que dejaron un legado fuerte y duradero en muchos campos, a pesar del avance de la decadencia", explica en una nota Alfonsina Russo, directora del Parque Arqueológico del Coliseo.

En la época, Roma había alcanzado dimensiones enormes y, a pesar del declive demográfico, contaba con unos 700.000 habitantes.

Mover mercancías voluminosas como el trigo, el aceite y el vino para el suministro de alimentos de los habitantes o madera, ladrillos y mármol para los baños termales y la industria de la construcción implicó una organización compleja que se reconstruye en la muestra.