El recibimiento con copa de champán, aunque parezca un clásico, no está exento de un burbujeo diferente y si, además, se trata de un Taitinger, el agasajo se convierte en un detalle de clase y frescura.

El Iberostar Grand Hotel Mencey hace ya un tiempo que se ha "democratizado", desterrando aquella imagen exclusivista de hace años. De un tiempo a esta parte, el establecimiento hotelero se abre al encuentro con la ciudad y sus gentes ofreciendo espacios donde la gastronomía ocupa un lugar destacado.

Entre la amplia oferta culinaria se encuentra el restaurante Papa Negra gourmet. Instalado en un salón interior, el comedor ya desprende una elegante factura: amplios ventanales y arquitectura de estilo neocolonial, que se corresponde con la ortodoxia, la uniformidad y profesionalidad del servicio, hechos realidad por las maneras de Alejandra y Mateo.

Y si el nombre del establecimiento ya supone una declaración de intenciones, una bola de gofio con miel, bañada en un mojo rojo, recuerda que esta cocina tiene raíz isleña. La idea, desde el producto, no es otra que dar un vuelco al recetario y hacerlo con creatividad, pero sin perder la esencia.

El servicio de pan merece un bocado; los hay de calamar, cardamomo y queso con nueces, y la presencia de los aperitivos, en forma de almogrote y queso, animan a untar. Otro sorbo de Taitinger. Fresco y limpio.

El primero, un carpaccio de cherne, abre la secuencia de combinaciones, entre ácidas y picantes, un juego de sensaciones con toques de cilantro, manzana y apio fríos. La impresión, al menos, invita a continuar secuencia.

Con el descorche de un Finca Resalso (siempre una garantía) llega un tataki de atún rojo, marcado y macerado con remolacha y un alioli de kimchi, falsa mahonesa de kumuchi, cremosa y densa. Gustosa la mezcla, aunque quizá podría aligerarse algo la base.

Un original sorbete de tuno y gofio jareado prepara el tránsito hacia un rejo de pulpo, sobre un falso risotto de calabaza (acaso vendría bien un rastro de puré), con toques de cebollino, cebolla de Guayonge y lima, láminas de coliflor y pimiento, maridados con un Viña Zanata, listán blanco.

La carrillera de Wagyu sobre e puré de papa negra reivindica al restaurante; la albahaca y la cebolleta acompasan la fortaleza de la carne.

En el capítulo dulce, un granizado de mandarina con un cóctel sex on the beach, fresco enjuague para dar paso a un malvasía aromático de Viñátigo, que introduce al helado de café, leche frita y galleta.

En Papa Negra, servicio y sabor.