No busquen el nombre por wikipedia. Jaxana es un acrónimo resultado de unir las dos primeras letras de los nombres del trío de artífices de este proyecto gastronómico (Javier, Xavi y Nacho), un restaurante que con apenas quince meses de vida conquistó el Premio Cruzcampo Especial El Día-Mesa Abierta a la mejor cocina extranjera en su tercera edición.

No es un "japo", tampoco un chino: va más allá. En su día, el chef Nacho Hernández se trajo en la mochila un buen puñado de recetas tradicionales de la cocina asiática y, a la vista de tal tesoro, a Xavi Riera le faltó tiempo para hacer realidad su sueño dce toda la vida: montar un restaurante. La tercera pata la puso Javier Báez, quien también cayó rendido a una idea que tomó cuerpo en un local ubicado en el Paseo Milicias de Garachico, en la capital tinerfeña.

Elegancia y gusto; equilibrio entre espacios. A la entrada, una esquina diáfana (dominada por los dioses) que asoma a la calle; hacia adentro, la cómoda barra de cara a la cocina; en el interior, mesas repartidas con discreción y reservado en la planta superior.

Dos menús degustación: corto y largo, o la carta. La cocina de Jaxana propone un viaje por una docena de países orientales: Japón, Corea, Malasia, Tailandia, Singapur, Birmania, Indonesia, Filipinas, China, Vietnam, Laos y Camboya. Nacho Hernández factura este tránsito con la libertad de dar a sus creaciones un toque personal, alejado en muchos casos de la ortodoxia. Después de haber asimilado sabores, técnicas y preparaciones orientales, el chef y su equipo las reproducen con fidelidad, en unos casos, o bien las traducen en clave atlántica.

La coctelería marida aquí con naturalidad. Rai prepara un sabroso Lychee Martini: vodka, licor de saúco Saint Germain, zumo de lima y sirope-puree de lychee: neutro, acidez y flores. Otra forma de sentarse a la mesa.

La vajilla es japonesa, de importación. Sobre el mantel, pan de mantequilla, artesanal, elaboración propia, que precede a una Sopa misho, cherne negro y alga wakame. Sabrosa. De aperitivo, una ostra ligeramente flambeada con mahonesa de nam prik pao, lima, chalotas y cilantro.

A caballo de una animada conversación (equipo, trabajo, nivel de satisfacción), un ceviche al estilo de Filipinas, el kinilaw, con leche de coco, pimienta, cilantro y rábanos: delicada y exquisita mezcla, de igual manera que la zamburiña gratinada con bechamel, coco y miel.

Y si la cecina de wayu espolvoreada con trufa negra sorprende, la partatana de cherne negro con bol de arroz y hierbas provoca el éxtasis. ¡Para mojar pan! La costilla de vaca glaseada con teriyaki sobre una crema de papa anuncia los postres:musgo de Kyoyo, yuzu confitado, sorbete de té verde y bizcocho, y sopa de curry con frutos rojos, tejas de merengue de frambuesa y sorbete de mandarina.

Un mundo de sensaciones.