La hemeroteca refleja que Guadarrama fue la primera campaña militar de la Guerra Civil Española que actualmente se está reescribiendo. Supongo que, para en un regreso al futuro, el vencedor sea diferente. Fue en la última semana de julio y principios de agosto de 1936, y allí se enfrentaron las columnas del bando sublevado enviadas por el general Mola (mazo), y las columnas del bando republicano compuestas por milicianos. Desde sus lomas, en este 2019, se divisa el pasado para volver a escribirlo. Justo desde Galapagar. Entre bosque mediterráneo y de ribera, y rodeado de amplias zonas de pastos. Montero e Iglesias sacan punta a sus lápices violetas. Huele a naturaleza. A encinas, enebros, fresnos y pinos. Y declinan los verbos antes de que se hagan carne.

Siempre me atrajeron los tiempos verbales. Podemos, pudimos, podríamos... Vanos deseos y esperanzas (no me refiero a Aguirre). Desde allí comienzan a comprender las consecuencias de que la abuelita Carmena se haya comido al lobo. La pregunta es: ¿era el lobo el malo del cuento? ¿Qué han pensado durante estos tiempos convulsos las asociaciones de defensa de los animales y los partidos animalistas? ¿Por qué el lobo siempre fue denostado hasta el punto de que el niño del cuento incordiara con el manido: Que viene el lobo, que viene el lobo? El lobo siempre es feroz y esa ferocidad se asocia a maldad a crueldad. Se podría decir, con un margen de acierto considerable, que el lobo parece un cargo de la ejecutiva nacional de Vox. Incluso todo el rosario delictual de abusos y violaciones se está empezando a etiquetar con la unión de lobos en un copyright=manada.

Este jueves, el mismo día en el que se cumplían cinco años del nacimiento de Podemos, Íñigo Errejón ha publicado una carta de amor junto a la abuelita devoradora de lobos, en la que anuncia que optará a las elecciones a la Comunidad bajo el paraguas de la marca electoral Más Madrid. No aclara si pertenece al expresident de la Generalitat, Artur Mas. ¿Quiénes eran la manada original de Podemos, podremos, pudrimos, pusimos, pos eso? Los violetas nacieron en medio de la crisis y los movimientos revolucionarios, en unas elecciones europeas, en las que lograron cinco escaños. Pronto, incendiaron la política nacional, al estilo Matamoros, Mariñas y Lozano, amenazando con el fin del bipartidismo y con un lenguaje y programa que comenzaron a dar sus frutos entre el descontento. Llegaron los mensajes facilones. Los que con un grado de embrutecimiento progresivo de la población, captan votantes, desde "¡Por el cambio!" (lema muy socorrido desde el 82) hasta proclamar el advenimiento de la "nueva política", fruto de la confluencia que mezclaban churras con merinas. Todo muy lanar, en esta España de ovejas trasquiladas en las que unas proporcionan una exquisita carne y una rica leche (churras) y otras una lana blanquecina y densa (merinas). Entraron directamente en plató con sus discurso de Sábado Deluxe. La tribu podemita nunca fue ajena a los líos de faldas. Irrumpió con un intento de lograr un puesto hegemónico la portavoz de Ahora Madrid en el ayuntamiento, Rita Maestre, una especie de Kim Kardashian patria, que estaba convencida de que las mujeres que se operan lo que buscan es parecerse a ella. El amor estaba en el aire. Después de un romance fallido con el ídolo tuitero Íñigo Errejón, comenzó a salir, cumpliendo rigurosamente el orden, con el segundo de la lista, Ignacio Murgui. El número tres dejó a Maestre por la periodista de La Sexta, Gloria Mena, quien, a su vez, había estado saliendo con el líder de IU, Alberto Garzón, un miembro relevante del lobby de garzones empeñados en exhumar a Franco del valle de Los Caídos.

¿Cuando empezó esta guerra? En Vistalegre. Tiene guasa que los desastres se gesten entre la alegría. El conflicto dio un nuevo salto y Errejón, que cayó derrotado, empezó a hacerse cada vez más pequeño en el organigrama, casi como Bermúdez. Para calmar los ánimos, y ante el grito de "unidad" de la militancia, Iglesias creyó convencer a su antiguo rival para liderar el proyecto en la Comunidad de Madrid. Solo lo hubieran convencido otros Iglesias, Julio y Enrique, por ejemplo. Se logró una tregua, pero no la paz. Hasta el anuncio de esta semana de que la abuelita devoradora de lobos integraba en su equipo al pequeño gran hombre Errejón. La exjueza y Errejón habían estado maniobrando en la oscuridad, como si fueran aquel grupo de los 80, OMD, para desencadenar desde su superbombardero Enola Gay, el terremoto denominado Más Madrid. Íñigo no es Carmena, dice Iglesias (sin confesarse). Elemental, querido Watson. Y el sueño de una noche de primavera, después de aquellas elecciones europeas, se convirtió en pesadilla. ¿Hasta qué límite? Quizá Noemi Santana podría aclararnos algo, con su mezcla entre princesa Disney y chica del exorcista. Dicen que España es el país del mundo con la mayor tasa de envejecimiento. Eso nos lleva a la conclusión de que en un par de décadas, el espectro político marcará que desde Rufián a Sánchez, pasando por Puigdemont, Torra y su legión de CDR, clamarán un ¡Arriba España! y terminarán votando a Vox.

Con todo al borde del colapso. José Saramago, el premio Nobel portugués como CR 7, solía decir que la dignidad es de las primeras cosas que se pierden en política. La dignidad no tiene precio, pero se lo ponemos cuando empezamos a hacer concesiones. Todo, desde Galapagar, se divisa, bajo los acordes de Queen en Under pressure: "La locura ríe y bajo la presión nos derrumbamos". Y las viejas fotos de los líderes violetas se desintegran. Caen, uno a uno, como en Los Diez Negritos: Luis Alegre (poco le duró la alegría), Juan Carlos Monedero (monedero en Caracas y Teherán), Carolina Bescansa (con sus pazos, descapotables y su emporio farmacéutico y dándole de mamar al bebé), ahora (Madrid) se borra Errejón... ¿Dónde están las rastas del Alberto Rodríguez? De hecho, ¿dónde está Alberto Rodríguez?

¿Y ahora qué hacemos? Solo nos queda acudir, como en cada ciclo electoral, a Los Sabandeños para ganar votos y a repartir bocadillos de mortadela. Aunque yo siempre creí, como buen murguero, que todas las soluciones de mi tierra estaban en las letras de los Singuangos.