Ya habían hecho vibrar a las personas que asistieron la noche del viernes al teatro Circo de Marte, en Santa Cruz de La Palma, y volvieron a repetir anoche en el Auditorio de Tenerife, en el concierto que hoy, en el Auditorio Alfredo Kraus de Las Palmas, clausura la 35 edición del Festival Internacional de Música de Canarias.

El espectáculo "Las rutas de la esclavitud 1444-1888", concebido como un mestizaje musical, no defraudó al público, que pudo "empaparse" con la idea de que "la música es el único puente que queda entre civilizaciones", tal y como afirma Jordi Savall, con el añadido de que Canarias representa, como ningún otro territorio, esta condición de lugar de encuentro multicultural,

El violagambista y director "contaminó" el escenario con músicos y voces, caso de Emilio Buale (recitador), Neema Bickersteth (cantante estadounidense), Mohamed Diaby (cantante de Mali), Maria Juliana Linhares (soprano brasileña) y Ada Coronel (cantante mexicana), acompañados por la Capella Reial de Catalunya, Tembembe Ensemble Continuo y Hespèrion XXI.

Estas rutas de la esclavitud intentan explicar la historia de los esclavos a través de la música y la palabra, abarcando cuatro siglos con cantos y bailes que salieron de África hacia América y las colonias europeas. "Sorprende cómo ciertas músicas colonizaron el Nuevo Mundo desde la Hesperia y el trayecto de vuelta de otras muchas", manifestaba Savall.

El germen del proyecto es un programa que trabajó hace ya muchos años cuando abordaba las musicas coloniales del siglo XVI y XVII. "Descubrí muchos villancicos y me di cuenta de que había un repertorio muy, muy interesante y muy diferente al repertorio habitual. Es música con influencias autóctonas, africanas, indias?".

Se planteó entonces la idea de confrontar este repertorio, el de los colonizadores, los españoles que intentaron integrar en su liturgia a los esclavos. "Es un tema que se ha tratado con mucha precaución porque aún hoy en día hay una cierta voluntad de no hablar demasiado de ello".