Son ocho las generaciones de marionetistas de la familia Kopecky hasta hoy, una saga que durante dos siglos ha impulsado una de las formas teatrales más queridas y tradicionales en la República Checa.

Matej Kopecky y su mujer Vladimira forman la séptima generación de esta tradición familiar, que con su prestigioso teatro itinerante sigue atrayendo a los más jóvenes con cuentos salpicados de humor y que culminan casi siempre con un final feliz.

"En nuestro país sería impensable que el cuento no tuviera un final feliz, a diferencia del norte de Europa, donde estos relatos son más crueles", explica Matej, quien a sus 65 años sigue llevando una vida nómada a la que no piensa renunciar.

Su prestigio como titiritero ha traspasado fronteras y le ha llevado a colaborar en películas como "Las aventuras de Pinocho" (1996), dirigida por Steve Barron y con Martin Landau como Geppetto.

Matej y Mirka, como se conoce familiarmente al matrimonio, son hoy los representantes más genuinos de la saga, que tiene sus orígenes en el siglo XVIII con el "patriarca" Matej Kopecky (1775-1847), quien a partir de 1825 se lanzó en una caravana a hacer representaciones con títeres por toda Bohemia.

Kopecky encontró eco no sólo en remotas localidades del campo, donde sus relatos contados por marionetas tenían mucho éxito, sino que llegó a las ciudades durante el naciente movimiento romántico.

Llegó así a tener influencia en personajes como el afamado compositor checo Bedrich Smetana, quien ayudó a sus conciudadanos a tomar conciencia de su identidad como nación, explica el crítico de arte y también marionetista Jan Dvorák en la semblanza "Matej, Máta, Matýsek o la sexta generación de la familia Kopecky".

Esta obra recuerda además que el nombre de la familia aparece en todos los manuales de lengua checa y que con ellos comenzó a andar el reloj que marca las edades de este arte checo.

Hoy, casi 200 años más tarde, Matej y Mirka se limitan a hacer representaciones en la época invernal, con unas 20 funciones al mes.

A principios de febrero interpretaron, en un teatro de Podebrady, al este de Praga, "Los cuentos invernales de Mala Strana", un relato sobre amistad creado por uno de sus hijos.

Aquí se alterna comedia musical y títeres: tres figuras de nieve luchan por su lugar en la ciudad y, al final, acaban haciéndose amigos al ayudar a un perro a encontrar el camino de regreso a casa.

Actuar frente a centenares de personas parece dar energía vital a Matej, que quiere pasar otro lustro de vida itinerante, como lo hicieron sus antepasados.

Lo importante es "tener sensibilidad y amor por esta actividad", dice el marionetista.

"Cada actor es un exhibicionista, y claro que gusta el éxito y el aplauso. Si todo sale bien y encuentra eco en el público, esto satisface más que el dinero", explica.

Los jóvenes son a los que más atrae este espectáculo, cuyo único local profesional hoy, como genuino teatro de marionetas, es el "Teatro de Spejbl y Hurbinek" (S+H) de Praga, donde trabaja Matej Kopecky hijo, miembro de la octava generación de la familia.

"Es el teatro de marionetas más tradicional que existe, basado en las antiguas técnicas de manejo con cordeles largos desde arriba", asegura Matej hijo, nacido en 1975 en Pilsen, ciudad donde se conocieron sus padres.

"Uno nace con esto, y además como niños crecimos en un teatro, y vivíamos en alojamientos del teatro, por lo que era parte de nuestra vida", recuerda.

En el mítico lugar de marionetas donde trabaja hoy actuó también su padre algunas temporadas en los años 70, antes de desplazarse con la familia a Liberec.

Allí, en el norte del país, la familia prosiguió su periplo en otro importante espectáculo con títeres llamado "Teatro Ingenuo".

El hermano de Matej hijo, Jakub, de 41 años, también se dedica a la dramaturgia en conocidas escenarios praguenses, como "la Laterna Magika" o el circo contemporáneo "La Putyka".

El más joven de los Kopecky ha empezado a diseñar sus propias marionetas con impresora 3D, un proyecto empresarial que se llamará Lux Fabula.

Ya tiene prototipos que sirven para amenizar la vida familiar de lo que será la novena generación de los Kopecky.