El Renacimiento trajo consigo una luz que inició el fin de los oscuros años de la Edad Media. Recuperó los valores y los conocimientos prohibidos por La Iglesia y abrió la puerta a una época de grandes viajes y descubrimientos. Pero para llevar a cabo estas rutas, se necesitaba de un gran equipo humano y de mucho material, por lo que las galeras típicas evolucionaron hasta convertirse en grandes barcos que recibieron el nombre de galeones.

Un barco que no pasaba desapercibido en el horizonte

El galeón apareció a mediados del siglo XV, siendo una embarcación construída en madera generalmente por manos españolas. Los astilleros continuaron con su producción hasta el siglo XVII, cuando los avances en navegación desplazaron a este tipo de embarcaciones.

Se caracteriza por tener tres cubiertas y tres palos, así como una constitución más ancha pero más corta que una galera. Cada palo tenía un nombre concreto, siendo de proa a popa el trinquete, el mayor y la mesana. Los dos primeros tenían velas cuadradas, mientras que el último tenía una vela triangular que se conocía con el nombre de latina. Estos barcos de grandes dimensiones pesaban unas 500 toneladas, pero con el tiempo se construyeron galeones que alcanzaron las 800 e incluso las 1000 toneladas.

Controlar un barco de este tamaño resultaba todo un reto, y más con unas velas tan grandes. Pero estas eran un componente necesario, ya que se necesitaba aprovechar el viento al máximo para que el galeón se desplazase (aún así, eran barcos muy lentos). Para que las velas no limitasen la visibilidad, se añadió el pinzote. Esta prolongación del timón permitía al timonel navegar viendo las velas, pero sin que estas fuesen un estorbo.

Un medio de transporte multidisciplinar

Los galeones no se limitaban a cumplir la función de transportar a la tripulación, sino que también servían como vehículos de carga. Con el auge de las rutas comerciales, se necesitaba traer la mayor cantidad de producto posible, ya que los viajes eran muy largos y había que aprovechar el trayecto al máximo. Además, estos barcos cargados de joyas y materiales lujosos eran un botín muy suculento para ladrones y piratas.

La estructura fuerte de los galeones y su gran tamaño, también servía para proteger tanto a la carga como a la tripulación. Estos barcos eran auténticos fuertes que hacían muy complicado el abordaje, aunque no todo era una cuestión de diseño externo. Los galeones también contaban con una artillería y una tripulación de combate para actuar en este tipo de situaciones. Eran muy típicos los cañones, que estaban repartidos a lo largo de cada una de las proas y que contaban con distintos tamaños.

Una tripulación de lo más variada

A bordo de una galera, no sólo iban marineros que se encargaban del mantenimiento del barco. También iban soldados que tenían como misión defender el barco ante posibles ataques, así como comerciantes e incluso médicos que iban a esas tierras lejanas a aprender de los profesionales de esos países. Tampoco podemos olvidar a otros pasajeros que buscaban migrar a otros lugares o estudiar la fauna y la flora autóctona.

Pero, ¿cuánta tripulación se necesita para dirigir un barco de estas características? Un galeón medio necesitaba de unas 100 personas, a las que luego había que añadir soldados, pasajeros y otros tripulantes. Este número podía variar dependiendo del propósito del viaje, de forma que si el motivo era la guerra el número de soldados y artilleros era muy elevado, mientras que si el propósito era comercial, pues lo más probable es que hubiese muchos pasajeros que buscaban hacer negocios en América o en Asia.

Galeones que dejaron su marca en la Historia

Dada la gran popularidad de los galeones, surgieron algunos que se hicieron muy famosos (algunos de ellos entre la realidad y la ficción). Fueron grandes símbolos de una época marcada por un intenso espíritu aventurero, sin olvidar que durante esos años también ocurrían guerras y enfrentamientos con el objetivo de mantener y aumentar los territorios. Los galeones eran considerados auténticas máquinas de guerra, y por eso Felipe II los tuvo en cuenta cuando reunió a la Armada Invencible.

La Armada Invencible incluía 20 galeones, siendo San Martín la nave capitana. Otros galeones fueron San Juan, San Luis, San Marcos, Asunción y Santiago. Aunque no sólo la Armada Invencible hizo historia con sus embarcaciones, ya que la Golden Hind también tuvo su lugar al dar la vuelta al mundo entre 1577 y 1580. Y aunque simplemente sea una leyenda que ha sobrevivido al paso del tiempo, no podemos olvidarnos del Holandés Errante y de su eterna maldición.

Aunque los galeones ya sean cosa del pasado, están más vivos que nunca en la historia de la navegación. También tienen su protagonismo en la historia de España, ya que permitieron a muchos exploradores atravesar los confines del mundo y el desarrollo un medio de transporte como nunca antes se había visto: majestuoso, fuerte y de gran utilidad.