El Derecho Romano, ordenamiento jurídico que rigió el destino de los ciudadanos de la antigua Roma, es uno de los pilares y fundamentos de la civilización occidental y fue escrito en latín. Esta lengua, considerada medio de expresión en contextos cultos, está muy presente en la vida cotidiana a través de muchas palabras de uso diario que algunas personas desconocen, y más ahora que existe una tendencia a suprimir su enseñanza y la del griego de las aulas de los institutos.

Esta realidad perfila este año el V Ciclo Clásicas Tertulias, que arranca hoy de la mano del juez (y poeta) Álvaro Gaspar Pardo de Andrade, quien ofrecerá una conferencia sobre Sentencias, latín y parafernalias, a partir de las 20:30 horas, en la Sala de Cristal del exconvento de Santo Domingo de La Laguna, con entrada libre hasta que se complete el aforo.

El ponente, que propondrá un divertimento lingüístico-jurídico entretenido, adelantó que "aunque soy jurista de profesión, soy un gran aficionado a la lengua. Estudié filología inglesa y aprovecho esta oportunidad con la idea de reforzar el conocimiento de las lenguas y el humanismo".

Este jurista, conocido por algunas de sus sentencias en verso, aseguró que "el latín no es una lengua muerta como dicen algunos, sino que defiendo que es una lengua inmortal porque influyó en todas las lenguas romances. Por ejemplo, en el inglés el sesenta por ciento de su vocabulario viene del latín; en el español hay muchísimas palabras que han permanecido intactas, como todas las que acaban en um, por ejemplo, curriculum, mausoleum o solarium, entre otras muchas, o las que acaban en culo, como habitáculo, artículo, báculo... Hay muchísimos términos en español que seguimos utilizando que son del latín".

Pardo de Andrade, autor de numerosos poemas, ensayos, relatos breves y artículos, consideró que hay que concienciar a la sociedad y a los órganos competentes de que el latín, tanto en el derecho como en la lengua, es una asignatura que debe seguir estudiándose en los colegios porque "solo traducir el lenguaje latino, con la sintaxis tan perfecta que tiene, es un ejercicio intelectual para abrir cerebros. Como dijo hace poco el ministro francés de Cultura, hay que potenciar en las aulas el estudio del latín, el griego, incluso del árabe, porque es de donde viene toda nuestra historia y es la única manera de luchar contra la tecnología invasiva en la que vivimos inmersos hoy en día".

Desde su punto de vista, la necesidad de que las lenguas de la cultura clásica estén presentes en los centros de enseñanza está potenciado por sus referencias en distintos espacios y medios, como libros (Latín lovers, de Emilio del Río; o ¡Viva el latín!. Historias y belleza de una lengua inútil, de Nicola Gardini), programas de radio (Verba volant) o la serie de documentales Ingeniería romana de La 2.

Además de los numerosos latinismos presentes en las lenguas romances, el derecho es otro de los elementos de la cultura occidental en los que tiene un peso específico muy considerable. "Es evidente que el derecho que tenemos ahora, no solo el nuestro, sino el francés, alemán, portugués o italiano, salvo el inglés que va por otra rama, es un derecho romano puro, con muy pocas modificaciones", apuntó.

Álvaro Gaspar Pardo de Andrade

JUEZ

Aforismos y pensamientos

Cicerón dejó escritos en latín muchos aforismos, citas, pensamientos, reflexiones y frases célebres que asoman su hocico en algunas sentencias en el mundo del derecho. Una de estas declaraciones breves que expresan un principio de una manera concisa es el que dice: demasiado derecho conduce a la injusticia. "Es muy importante lo que entiende el juez. Tiene que procurar administrar justicia examinando los factores personales de sitio, lugar y de tiempo. Los jueces no somos robots, la ley dice esto y ya está, porque entonces no haríamos falta. Esa interpretación que tiene que hacer, ese pasar del caso abstracto de la ley al caso concreto de la justicia día a día, es un arte muy difícil y muy bonito".

Una quimera

Este peculiar juez también hará referencia en su alocución a una ponencia que presentó en Berlín hace varios años bajo el título "La independencia de la Justicia, una quimera", una máxima que ha defendido con ahínco durante toda su carrera en la judicatura, actitud que le ha generado más de un problema, además de su crítica a la lentitud de la misma. "Todos los operadores jurídicos deberíamos luchar por esa independencia de la Justicia", aseguró este magistrado amigo de la ironía.

Sentencias en verso

Pardo de Andrade tiene muy claro que los principios jurídicos que rigen su destino son tres básicamente: vivir honestamente, no perjudicar al prójimo y para cada uno lo suyo. Sabe a ciencia cierta que cuando se emite un fallo, aunque sea en verso, hay que utilizar bien las palabras. "Siempre defiendo que si el fallo, además de justo, es bello, la justicia sale ganando. Hoy en día, con la tecnología, todo se convierte en cortar y pegar y no se sabe dónde está la voz del juez. Siempre he hecho las sentencias de manera que se entendieran, dirigidas al justiciado, no al abogado. Siempre me ha gustado cuidar eso", concretó.