No olvides llevar tu dinero, será un placer quitártelo".

Ignoro si la frase original procede de la Administración Tributaria o de los recaudadores de tasas, impuestos y demás exacciones municipales. Con la primavera llega la estación de la rapiña en la que todas las Administraciones Públicas, habidas y por haber, se lanzan como buitres sobre nuestras depauperadas cuentas bancarias. La llegada de la democracia ha transformado el engranaje institucional en una infinidad de Gremlins expuestos, como aquel simpático Mogwai de la película de los ochenta, al peligro que suponía las luces del sol, a darles de beber agua y alimentarlos después de la media noche. Sin embargo se hizo con todos esos presupuestos con sus ingresos y gastos. A veces, me paro a pensar ("muchos lunes al sol") que nuestra respuesta a la sobredosis de recibos debería plasmarse en una sentencia contundente del tipo: "Si intentas ordeñar una ubre seca, solo lograrás que la vaca te dé una patada". El más curioso es el antiguo catastro, el popular IBI (Impuesto sobre bienes inmuebles) por el que pagas cada año, a pesar de que la casa sea tuya, una morterada. Año sí y año también, como si estuvieras inserto en el ciclo circular del día de la marmota.

Cuando marzo mayea, mayo marcea. Así que, amanece (que no es poco) y más temprano. Las luces iluminan la realidad y los partidos comienzan a articular sus listas para la locura de comicios electorales que se avecinan. Llueven las promesas. Los candidatos siempre hacen lo mismo, prometen construir puentes aunque no haya ríos. Los que han estado gobernado en sus poltronas, han logrado cuatro años después, ratificar una certeza: "Desde que les quitamos el dinero a los pobres para dárselo a los ricos, nos va mejor". Sin embargo (y sin que sirva de ejemplo) entre esta desazón, de vez en cuando, aparece algún Robin Hood. Y ha sucedido. La prensa nacional intenta resolver su identidad. No es de Nottingham, ni arquero. No hay ningún indicio, ni sospecha, de quién está repartiendo sobres con dinero (billetes de 50 ? en adelante) en la localidad de Villarramiel, provincia de Palencia. Se ignora si su traje es verde, con tonalidades marrones, o lleva sombrero con capucha acompañado de una pluma. Tampoco se conoce el motivo por el que está regalando ese dinero porque, en principio, no existe ningún tipo de conexión entre los beneficiarios de esta anónima dádiva. En los buzones, o por debajo de las puertas de las casas, se depositan los sobres de color marrón, sin remitente ni destinatario. Los beneficiarios han comprobado, tanto en sucursales bancarias, como en la Comandancia de la Guardia Civil, que los billetes son de curso legal. Algunos se han quedado con el dinero; otros han optado por entregarlo a alguna causa social o donarlo a la parroquia. Ninguno ha optado por entregarlo a ninguna central sindical. Como aquel diálogo en el film París 36:

-Es fácil convocar una huelga cuando no trabajas aquí.

-Pero estaré aquí. Todo el tiempo con el sindicato para respaldarlos.

A la gente no les importa las revoluciones, solo quieren un trabajo estable. Y los sindicatos han transmutado en entes dispuestos a impedir que la gente se meta en lo que sí le importa.

Y regresando a Robin Hood, la pregunta que me hago es: ¿Por qué los partidos políticos cuando depositen en nuestros buzones la propaganda electoral con los sobres y la papeleta de sus candidatos dentro, no incluyen algún que otro billete (de no menos de 50 ?) de paso? Yo crecí al calor de los cines, y al amparo de Robin Hood, ya fuera Errol Flynn, Kevin Costner, Russell Crowe o Sean 007 Connery. Por estas tierras lo más parecido a Robin Hood que tenemos es a Casimiro Curbelo, que no es de Locksley sino de San Sebastián de la Gomera. Robin Curbelo Hood paga entierros, bodas, bautizos y asegura cada día el transporte de los alumnos de Primaria a los comedores escolares de los centros. Sin embargo el atribulado sheriff de Nottingham en Canarias, el espabilado Ángel Víctor Torres, no parece convencido del error que supone montar un Psoexit entre el PSC y la ASG. Nuestro Curbelo Hood es contundente, sin paliativos cuando deja para la eternidad máximas como esta: "Es una pena que los grupos parlamentarios hayan bloqueado nuestra enmienda para la reforma del Reglamento de la Cámara, dejando pasar la ocasión de dar voz a las islas no capitalinas, que precisan de recursos para avanzar en igualdad de condiciones que el resto de isla". Se puede engañar a parte del pueblo parte del tiempo, pero no se puede engañar a todo el pueblo todo el tiempo y menos a un gomero. En el fondo, sabe más el Diablo por Gomero que por viejo, y lo que pretendía Curbelo Hood era poder formar, en la próxima legislatura, grupo parlamentario con tres diputados. Sin embargo el sheriff AVT parece dar la razón a Groucho Marx cuando afirmaba: "Es mejor estar callado y parecer tonto que hablar y despejar las dudas definitivamente". Mi amigo Vil iría un paso más allá, citando al bigotudo de los Marx: "Él puede parecer un idiota y actuar como un idiota. Pero no se deje engañar. Es realmente un idiota".

El desfibrilador de tontos nos conduce inexorablemente a la esfera política. Cargos del PP han difundido un vídeo en el que se recurre a Epi y a Blas, la famosa pareja de Barrio Sésamo, para explicar que votar a Vox en las próximas elecciones generales impedirá echar a Pedro Sánchez del Palacio de la Moncloa. Epi y Blas se están convirtiendo en un recurso manido contra todos los males. Desde el posicionamiento en redes pidiendo que se casaran dado su condición homosexual que hizo que Sesame Workshop saliera al paso aclarando que Epi y Blas son solo dos marionetas sin orientación sexual y que, aunque se identifican como masculinos y poseen características humanas, siguen siendo marionetas. O sea, aclarado que no hay ningún mensaje subliminal cuando en el calor de la noche Epi pregunta hasta que consigue despertar a su compañero: "¿Blas, estás durmiendo?

Definitivamente, coincido con Groucho cuando afirmaba que la política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados. Escucho a Carmen Calvo sin rubor exclamar a los cuatro vientos (cinco para ella): "Yo también he trabajado en el ámbito privado muchos años, soy funcionaria pública". Quizá lo dijo para celebrar la festividad del día, Santo Tomás de Aquino. En su reencarnación anterior dijo: "En esto hay que ser muy tomista y meter el dedo en la llaga". Vayamos por partes, que diría Jack the Ripper. El del dedo en la llaga era Tomás Apóstol, también llamado el Gemelo, su festividad es el 21 de diciembre. Entre los dos Tomases hay doce siglos y un Mediterráneo de distancia.

A veces, imagino que los políticos son como los elefantes en el universo de los Marx y me decido a obrar como los humoristas y llegar a sus mismas conclusiones: "Una mañana me desperté y maté a un elefante en pijama. Me pregunto como pudo ponerse el pijama". Afortunadamente siempre quedan tipos como Robin Curbelo Hood, el Robin de los Bosques de Garajonay en la Gomera porque en política sucede como en las matemáticas: "Todo lo que no es totalmente correcto, está mal".