Veinticuatro bocas de plastilina para un solo personaje, camisetas de dos centímetros cortadas al detalle. Es parte de los bastidores de los tiernos "Wallace & Gromit", estrellas de los británicos estudios Aardman que abren ahora su detallista universo en una muestra en Lisboa.

"La magia de los estudios Aardman", que puede visitarse hasta el 21 de abril en el Museo de la Marioneta de Lisboa, es un despliegue de detallismo que roza el barroco en milímetros, como las letras de los periódicos que adornan el sofocante dormitorio de las gallinas que querían huir de una granja en "Chicken Run" (2000).

También ellas son estrellas de este estudio, con sede en Bristol y que el pasado noviembre garantizó su independencia creativa al pasar a ser gestionado por los trabajadores. No es poco logro para quienes han conseguido que Wallace y su perro Gromit sean desde hace treinta años una de las parejas de animación más queridas.

El par, "tesoro nacional británico", destaca la muestra, es habitual de la programación de la BBC, donde consiguen grandes picos de audiencia con sus cortos, en tanto que el largometraje que protagonizaron se llevó el Oscar a mejor filme de animación en 2006 ("Wallace y Gromit: La maldición de las verduras").

En suma, unos personajes muy queridos, "tan famosos como si fueran actores de carne y hueso", y cuyos detalles se exponen ahora en la capital portuguesa, apunta el comisario de la exposición, Fernando Galrito.

"La idea siempre es un poco mostrar los bastidores. Las personas conocen las películas, pero a veces conocen menos lo que está detrás de cada película", explica.

En esta exposición, "además de los personajes, tenemos los objetos que están detrás de los personajes, los ''storyboards'', los diseños que dieron origen a esos personajes, tenemos las bocas y entendemos cómo hablan, los cambios de diferentes expresiones faciales", enumera.

Y para comprender mejor ese universo minimalista se incluyen hasta las tuercas del laboratorio de Wallace, las camisetas que cuelgan del cordel en el dormitorio de la gallina Ginger, las galletas que tientan a Gromit, las flores de la colcha de una cama de unos veinte centímetros de largo.

También ocho escenarios completos de varias películas que han viajado a Lisboa y 47 marionetas, algunas de sus últimas aventuras, como "Cavernícola" (2018), que cuenta la historia de un hombre de la Edad de Piedra, Dug, que luchará con la civilización de Bronce para proteger su hogar.

Todo a través de la técnica del "stop-motion" con figuras hechas de plastilina, cuyo recurso no era nuevo antes de que fuera usado por Aardman, aunque es esta empresa la que ha reinventado la animación con ella hasta el punto de no poder ser imitados.

"Hay una especificidad, no solo del lado de crear personajes, sino de la forma en la que son animados, hay una especie de filosofía detrás de las películas, que son un estilo", reflexiona Galrito.

La escuela estética de los británicos "es muy difícil de imitar y esa diferencia también es cultivada por los estudios y menos mal, porque mantiene la identidad propia y un estilo que ganó el corazón de las personas".

"No basta solo con contar una historia, es necesario también crear emociones en el espectador, y creo que Aardman siempre hizo eso muy bien y sigue haciéndolo", zanja.

La exposición acompaña la programación del festival de animación Monstra de Lisboa, que celebra hasta el 31 de marzo su decimonovena edición, y de la que Galrito es director artístico.

En estos 19 años, comenta, la capital portuguesa ha demostrado a los espectadores que el cine de animación "no es solo para niños", algo que evidencia dejando las cintas para menores apartadas de la competición oficial.