Tras un periodo profesional en EEUU, desde 2016 se dedica a la escritura y colabora con diferentes medios. Edurne Portela es autora del ensayo El eco de los disparos: cultura y memoria de la violencia (2016) y de las novelas Mejor la ausencia (2017) y Formas de estar lejos (2019).

¿Cuántos registros, cuántas caras y gestos pone la violencia?

A mí me gusta hablar de violencias en plural. Si decimos violencia, inmediatamente pensamos en el daño físico, pero hay muchas formas de hacer un daño a otro y muchos medios para hacerlo. Hay violencias estructurales (que provienen del Estado y de la manera en la que están conformadas nuestras sociedades), hay violencias políticas, violencias sociales, otras que se dan en el terreno de lo íntimo. Pero incluso estas últimas, digamos por ejemplo el maltrato machista, son un reflejo de las estructuras que nos rigen socialmente.

Formas de estar lejos invita a reflexionar sobre la violencia silenciosa, el dolor íntimo, y la toma de conciencia de Alicia frente a una situación normalizada en un entorno aparentemente feliz. ¿Este retrato de clase media intenta provocar autocrítica social?

La verdad es que cuando escribo no tengo intención de provocar nada, escribo sobre los temas que me preocupan o me interesan. Si el resultado después es un proceso de reflexión o autocrítica por parte del lector/a, estupendo. Pero no intento dirigir los textos en ese sentido moral. En este caso me interesaba indagar esos temas que tan bien señalas en un contexto aparentemente normal o incluso de altas expectativas, como es una pareja de clase media con estudios superiores y excelentes trabajos. Quería explorar lo que se oculta tras esas supuestas vidas de éxito.

¿Y qué forma o formas de amor envuelven la obra?

No sé si lo llamaría formas de amor. La novela explora relaciones afectivas y de pareja, pero no sé si lo que hay entre Alicia y Matty es amor. Hay otros personajes que sí viven algo que yo considero amor, que son Bob y Sylvia, un amor que les hace crecer juntos, en los que no tiene cabida el desprecio del otro ni la mezquindad, ni los abusos de poder.

La mujer es una víctima potencial por el hecho de serlo, una condición que además se acentúa por cuestiones de clase, ¿no?

La condición de mujer nos hace vulnerables a ciertos tipos de violencia: la violencia machista, por supuesto, pero también la violencia de una sociedad en la que la mujer, por ser mujer, está menos valorada y por tanto tiene menos accesos al trabajo y a un sueldo digno. La pobreza (y esto lo explica muy bien Marta Sanz en Monstruas y Centauras o Nancy Fraser en Feminismo para el 99%) se ceba en las mujeres por discriminación salarial y también porque llevan el peso de los cuidados.

El modelo capitalista reserva a las mujeres el rol de reproductoras, excusa para garantizar el sostenimiento de las pensiones.

Esta idea es tan ofensiva para la libertad de la mujer, tan degradante, retrógrada e insultante que ni siquiera deberíamos debatir sobre ella.

¿Existe el feminismo liberal?

Existe porque se lo han inventado, y ahora tenemos que perder el tiempo educando y explicando lo que realmente es ese concepto. El feminismo liberal no busca la igualdad social. Eso lo hace el feminismo sin adjetivos. Lo que busca ese feminismo liberal es que la mujer ejerza el mismo poder del hombre dentro de un sistema patriarcal capitalista que se ceba en aquellos que menos recursos tienen. No defiende los derechos de la mujer, defiende los derechos de una élite de mujeres. Donde hay elitismo no hay feminismo.

¿Y por qué se insiste en categorizar al feminismo de movimiento radical?

Es una forma de desprestigiar, de hacer creer que las feministas somos cuatro locas histéricas dando gritos en la calle. La palabra radical está denostada porque se usa siempre en su acepción extremista cuando también puede significar fundamental, esencial, perteneciente a la raíz de las cosas. El feminismo radical buscaría precisamente ir a la raíz de la desigualdad y trabajar en superarla, y en esa desigualdad la cuestión de clase es fundamental.

La ultraderecha alza la voz y siembra odio. También el pánico. ¿Se hace preciso responder?

Responder sí, pero los medios, sobre todo las televisiones, no deberían establecer debates con ellos sobre el retroceso de avances en derechos que nos ha costado mucho conseguir. No se puede dar plataformas democráticas a debates que no lo son, que lo que intentan es delimitar las libertades democráticas de este país. Por ejemplo, no se debería debatir sobre los derechos reproductivos de la mujer ni sobre la Ley de Violencia de Género, validar razones que acaban con estos derechos.

¿Nos encontramos en un ciclo histórico regresivo?

No, lo que creo es que hay personas que acaban de salir de la caverna. Pero la fuerza del feminismo, la gran aceptación social que está teniendo, demuestra que el impulso es hacia adelante.

¿Qué impresión tiene del tratamiento de los medios de comunicación sobre la violencia?

En general, pésima, sobre todo las televisiones. Hacen un uso morboso, irresponsable y sentimentalista, en el peor sentido de la palabra, de la desgracia ajena. Normalizan la violencia, la usan para subir índices de audiencia. Un asco.

Presentación hoy en la Librería de Mujeres

En La Librería de Mujeres de Canarias (Sabino Berthelot, 42, Santa Cruz de Tenerife), Edurne Portela presenta hoy (19:00) la novela ''Mejor la ausencia'' (Galaxia Gutemberg, 2017), dentro de la sección Punto de mira de Tenerife Noir con una entrevista a la escritora a cargo de Isazkun Legarza.

Cinefórum Noir

Proyección de ''El reino'' (2018), de Rodrigo Sorogoyen, a las 20:30 en la Sala Audiovisuales TEA.

Actividades paralelas

En el Ámbito Cultural de El Corte Inglés (19:00) se entregará el diploma del premio Alejandro Dumas por su obra ''Baraka'' a Javier Hernández, quien posteriormente entrevistará a Miguel Ángel de Rus y Javier Illán.