Sus primeras inquietudes en el mundo del arte estaban dirigidas hacia el mundo del cómic, pero sabios consejos lo inclinaron por la pintura, la escultura y la instalación en general, aunque el dibujo está muy presente en su producción como un sustrato que forma parte de él. José Bedia (La Habana, 1959) presenta una selección de su última obra en la galería Artizar de La Laguna, Trazos de una canción, en la que reúne una veintena de pinturas de diversos formatos, los mayores de más de dos metros.

Acrílicos sobre lienzo y madera, acrílicos y pastel de óleo sobre papel amate o de cáñamo son las técnicas que ha utilizada para la materialización de estas propuestas plásticas que están repletas de guiños a las culturas ancestrales que están presentes en su entorno más tribal , de las que ha abstraído símbolos y elementos que congenian al hombre con la naturaleza.

También da a conocer una serie de piezas en las que interpreta plásticamente canciones de cuna, boleros, danzones, habaneras y otras cantes que marcaron su niñez y el de otras personas que han compartido los vestigios culturales con los que convivió durante años.

"Sobre todo le interesan las culturas tribales, que son el eje central de su obra. Ha trabajado muchas series distintas, pero su experiencia son esas culturas africanas, sudamericanas y de los indios de norte América. Él acostumbra a irse a vivir con esas comunidades y pasa con ellos el tiempo que haga falta , interactúa con ellos, coge sus anotaciones en su cuaderno de campo y con todo ese conocimiento vuelve a su estudio y elabora su obra", aseguró el director de Artizar, Frasco Pinto.

El trabajo que Bedia da a conocer en La Laguna, hasta el próximo 4 de mayo, está presidida por el dibujo, con figuras humanas, animales y árboles, además de símbolos ancestrales, concebidos como un complejo pictórico animado con una paleta de colores llena de grises, amarillos, verdes, naranjas, azules o marrones y el negro que define los contornos de sus composiciones cargadas de fantasías, ironía y humor.

La exposición, en la que todas las obras tienen su título escrito dentro del mismo cuadro, siguen dos vertientes, una en la que reinterpreta canciones populares transmitidas oralmente, entre las que destacan una inspirada en el bolero cubano En tronco de un árbol una niña grabó su nombre, con un trasfondo de historia de amor; o la que parte de la canción de cuna, Mamá, a la niñita le siguen saliendo los pies de la cuna.

La otra tendencia se centra más en un simbolismo animal, como una pieza cuyo protagonista es una especie de venado con una máscara y armado con dos cuchillos cruzados (Animal armado); o una estilizada pantera, entre otros motivos de corte figurativo.

También destaca la pintura País en promoción, una isla con forma de mujer levantándose cuyo perfil está poblado por siluetas de árboles, aves, ciervos y personajes con antorchas. Quizás una sugerente evocación de la unión ser humano-naturaleza.