Richard Bueno Hudson fue nombrado en febrero nuevo director del Instituto Cervantes en Nueva York. Una plaza fundamental y compleja. Nació en Leicester en 1963 aunque siendo niño cambió el paisaje de las Midlands del Este por el de Asturias. Es sobrino del filósofo Gustavo Bueno e hijo del neurocirujano Fernando Bueno Martínez. Se licenció en Filología por la Universidad de Oviedo, donde cursó estudios de postgrado. Su vinculación con el Instituto Cervantes tiene largo recorrido: fue subdirector académico y trabajó en Chicago, Nueva York y Manchester como jefe de estudios.

Padre de vínculos asturianos, madre inglesa. ¿Es una combinación privilegiada para moverse por el mundo?

Mi padre es riojano y mi madre inglesa de origen, pero son asturianos de adopción. Desde siempre se han movido por el mundo y desde pequeño estamos habituados a convivir con gente de lenguas y culturas diferentes. Creo que es importante saber combinar tus raíces, tu origen con una visión amplia del mundo que ayuda a integrar puntos de vista.

¿Qué le viene a la cabeza cuando recuerda sus primeros años en Oviedo?

Nací en Inglaterra, viví mi primera infancia en Botswana y después llegué a Oviedo, que siempre ha sido mi ciudad; donde me he formado, donde he vivido y crecido y donde empecé mi carrera profesional. Oviedo siempre está conmigo y va conmigo.

¿De su tío Gustavo aprendió alguna lección que le sirviera para moverse por la vida?

Gustavo Bueno ha sido y es una referencia en el mundo de la cultura que está siempre presente para todos y por supuesto para mí. Tengo la suerte de llevar el apellido Bueno sumado al de Hudson. Mis padres me han inculcado desde niño el interés por aprender, el valor del análisis y la reflexión, y el entusiasmo por el conocimiento.

¿Qué desafíos plantea una plaza tan grande y compleja como la neoyorquina?

El principal reto es personal y es, debo decirlo, igualar el excelente nivel de gestión de los anteriores directores del Instituto Cervantes de Nueva York en su labor de promoción y difusión de la lengua y la cultura en español. Debemos tener en cuenta que en EE.UU. no solo estudian español alrededor de 8,5 millones de personas, sino que según las estimaciones realizadas por la Oficina del Censo de los Estados Unidos habrá 119 millones de hispanos en 2.060, lo que significa que el 28,6% de la población estadounidense, es decir, casi uno de cada tres residentes en Estados Unidos, será hispano. Esto supone un gran reto para el Instituto Cervantes, el de incardinar su presencia y su labor en un terreno que evoluciona y cambia de un modo vertiginoso, donde las nuevas generaciones hispanas y el mestizaje de culturas ocupa un lugar preeminente en el escenario político, económico, social, lingüístico y cultural.

Nueva York, dicen, es una ciudad en la que te puedes mover sin hablar inglés por la gran presencia de hispanoparlantes. ¿Eso es una ventaja o tiene un lado no tan positivo?

La integración de lenguas y culturas en los países y ciudades siempre suma. Es una oportunidad única para crecer y analizar la evolución de nuestra lengua. Que en una ciudad como Nueva York se hable español en sus calles da cuenta de la expansión y de la adaptación de nuestra lengua, de su gran capacidad para las relaciones profesionales y personales. Nueva York es un escaparate del mundo en muchos aspectos y es un honor que la lengua española se hable allí. El español está catalogado como una de las grandes lenguas internacionales; la segunda por número de hablantes nativos. Hay casi 600 millones de hablantes de español en el mundo, 488 millones de los cuales son hablantes nativos, lo que significa que el 7,6% de la población mundial es hispanohablante. En EE.UU., y en particular en Nueva York, se puede sentir la coexistencia de todas las variedades del español, el terreno ideal para desarrollar el compromiso de iberoamericanización del Instituto Cervantes.

Ya trabajó en el Instituto de allí como jefe de estudios. ¿Han cambiado las cosas desde entonces en algún aspecto?

Estuve en Nueva York como jefe de estudios de 2004 a 2008. Las cosas ahora son muy diferentes, tanto en el aspecto político, como en el social y el cultural. La América de Trump ha cambiado las reglas del juego para el español y los estudiantes tienen también intereses muy distintos, ya que la globalización, las redes sociales y la movilidad influyen en cómo se aborda el aprendizaje de una lengua y, por tanto, en el papel del Instituto Cervantes y de sus profesionales. Afortunadamente, el Instituto Cervantes sabe adaptarse a los tiempos y a las sociedades en las que se integra. El de Nueva York no ha dejado de crecer y de absorber en todas sus actividades los intereses de esta nueva sociedad.

¿Se aprecian diferencias de algún tipo para su misión entre Chicago, donde también estuvo, y Nueva York?

La misión institucional es la misma, pero, como te he comentado el Instituto Cervantes sabe adaptarse en cada ciudad a su entorno. En Chicago estuve desde el año 2001 hasta el 2004, fue mi primer contacto con el Cervantes y tengo grandes recuerdos. Desde Nueva York tendré la oportunidad también de trabajar codo con codo con el centro de Chicago ya que el Instituto Cervantes de Nueva York es el centro coordinador territorial de los otros centros Cervantes en Estados Unidos y esta función adicional me permitirá trabajar con los de Chicago, Albuquerque, el Observatorio del Instituto Cervantes en la Universidad de Harvard, así como con las aulas Cervantes de Seattle y de Calgary en Canadá.

Todos tenemos imágenes icónicas de Nueva York gracias al cine y la TV, aunque nunca se haya estado allí. ¿Cuál es la suya?

Nueva York es una ciudad increible y es cierto que todos tenemos esas imágenes, pero me quedo con la energía de la ciudad, su capacidad de inclusión y las oportunidades que brinda.

¿Ha ideado ya alguna iniciativa que le gustaría intentar a partir de septiembre?

De momento he recibido el nombramiento con mucha ilusión y mucho sentido de la responsabilidad. Antes de poner sobre la mesa ninguna iniciativa prefiero reunirme con los equipos de trabajo, analizar la situación y con esa perspectiva afrontar los objetivos.

¿Qué es lo primero que hará en cuanto pueda pasear a fondo por las calles de Nueva York?

Me mezclaré con su gente, trataré de absorber esa energía de la ciudad que antes mencionaba y, por supuesto, estaré atento a lo que suceda a mi alrededor, al pulso de la cultura y la lengua en la ciudad en la que voy a desarrollar la labor de la difusión de la lengua y la cultura en español.

¿Las redes sociales han cambiado de alguna forma el funcionamiento o las actuaciones del Instituto?

Creo que es indiscutible que vivimos en la sociedad de la comunicación y que las redes sociales han llegado para quedarse. El español es la tercera lengua más usada en la red y su uso ha experimentado un crecimiento del 1.700% entre los años 2000 y 2017. El español es segunda lengua más usada en Twitter en Nueva York. Estas cifras no solo dan datos numéricos, expresan también lo que significan las redes sociales para conectar con las generaciones de nativos digitales. El Instituto Cervantes no vive ajeno a este hecho y forma parte de nuestro día a día. En los últimos años el Instituto ha hecho un esfuerzo extraordinario para la actividad en línea. La Dirección Académica ha hecho mucho hincapié en el desarrollo de la enseñanza de español en línea, en usar la tecnología para favorecer los canales de comunicación con candidatos a nuestros certificados y en lanzar nuevos productos en Internet. Desde el Instituto Cervantes de Nueva York continuaremos en esta línea.