Rufus Wainwright ha vuelto a Madrid para celebrar que hace veinte años publicó su disco debut y las cosas salieron bien: se ganó un hueco en la industria musical y un puñado de seguidores que esta noche han coreado sus canciones en el Teatro Nuevo Apolo.

Las entradas para disfrutar en la capital del "All these poses tour", un recorrido por los dos primeros discos de Wainwright, se agotaron hace ya varios meses, por lo que el cantante se ha mostrado agradecido: "Es genial volver a mi ciudad favorita", ha bromeado tras el aplauso inicial, escondido entre un amplio traje oscuro a rayas blancas y una chistera coronada por una pluma, a juego con su bajista.

En el escenario, un espacio íntimamente iluminado y protagonizado por un Steinway de cola, había también espacio para dos teclistas -una de ellas la telonera, Rachel Eckroth-, un batería y el guitarrista, en una disposición muy similar a la que se presentó el pasado domingo en el espectáculo de Gijón.

El concierto, 25 canciones que han mantenido al público hipnotizado, se ha presentado en dos partes: de un lado, Wainwright ha interpretado con su banda algunas de las canciones más memorables de su disco homónimo de 1998, como "April Fools" o "Barcelona", en un homenaje no solo a la ciudad condal "sino a toda España", y, en una segunda parte, los temas de "Poses", más aplaudidos por el patio de butacas.

"Estamos celebrando el 20 aniversario de mi carrera. ÑEs genial!" ha reconocido el artista antes de sentarse ante el piano, dejando entrever unos calcetines azules y amarillos hasta el gemelo, para interpretar una ovacionadísima "Danny boy". A esta le ha seguido una de sus primeras canciones, "Foolish love", tras la que ha querido homenajear al abuelo de su hija, el fallecido Leonard Cohen.

"Tuve el gran honor de ser su amigo y, aunque sabía que apreciaba mi trabajo, nunca estuve muy seguro de si le gustaba mi música", ha confesado al teatro, que ha respondido con risas ante su honestidad. "Sin embargo, cuando publiqué ''Sally Ann'', Lorca (Cohen, amiga de Wainwright y madre de su hija) me contó que estuvo dos días seguidos escuchándola. Esta va por ti, Leonard. Te echamos de menos".

Tras varias canciones al piano, Wainwright ha tocado "Beauty mark", dedicada a su madre, la cantautora quebequesa Kate McGarrigle, y una versión del "Both sides now" de Joni Mitchell, cuya interpretación le ha merecido una larga ovación del público, que solo ha terminado con la invitación del estadounidense-canadiense a escuchar un tema inédito.

El carisma de Wainwright, totalmente atemporal, ha sido especialmente notable en la segunda parte del concierto, donde la banda ha retomado los éxitos del disco "Poses" (2001). El cantante ha salido al escenario con una capa de lentejuelas de colores y tul y ha emocionado a un Nuevo Apolo dispuesto a corear "Cigarettes and chocolate milk", "Poses" y "Greek Song" como si apenas hubiesen pasado segundos desde la última vez.

El público ha bailado con "California", ha llorado con "Grey Gardens" y ha mantenido las manos en el regazo, sin moverse ni hacer un solo ruido, durante la interpretación de "Evil Angel", una canción donde Wainwright se ha reapropiado, cubierto de plumas negras, del "ángel malvado que le besa", con una potencia vocal e interpretativa que ha levantado por completo al patio de butacas.

Antes de marcharse al Liceo de Barcelona, donde Wainwright y su banda tocarán este martes, el grupo se ha mostrado complaciente ante la llamada a los bises, interpretando "Imaginary Love" y "I''m so tired of America", así como una versión de "Across the Universe", de Lennon, que ha cerrado la declaración de intenciones que supone esta gira.

En veinte años, Rufus Wainwright ha publicado dos óperas, la musicalización de nueve sonetos de Shakespeare y se ha casado con un comisario de exposiciones alemán, pero siempre ha abrazado su genealogía. "Nothing''s gonna change my world", repite el público mientras Wainwright se despide, abrazado a sus compañeros, coreando las canciones que le encumbraron hace veinte años y asegurando, con los ojos cerrados, que "nada va a cambiar su mundo".