Entrevista | Ximo Camps Escritor. Autor de ‘la oscuridad que habla de mí’

Ximo Camps: «Los escritores de ‘thrillers’ soñamos con encontrar a nuestro Hannibal Lecter»

Es catedrático de la Universidad de Valencia y escritor en sus ratos libres. «Lo hago por diversión», puntualiza el ganador del Premio Azorín 2019 (’La silueta del olvido’), que esta semana regresa a las estanterías de las librerías con una historia en la que sus personajes destilan algo de Hannibal Lecter y algo de Norman Bates

Ahora vuelve con ‘La oscuridad que habla de mí’

Ximo Camps (Beniarjó   Valencia, 1972)

Ximo Camps (Beniarjó Valencia, 1972) / Javier Ocaña

¿Qué hace un catedrático universitario metido en estos líos?

Divertirme [ríe], pasármelo bien con la escritura... Admito que soy un escritor tardío [empezó a crear historias a los 38 años], pero una vez te pica la curiosidad se queda para siempre en ti.

¿Los que han leído el libro apuntan que nada es lo que parece?

Más o menos [ja, ja, ja]. Es como la historia del gato y el ratón o una especie de cuento de rosas pero, de repente, se produce un giro que oscurece la existencia de una mujer que se tiene que adaptar a ese nuevo ecosistema... Ésta se ve afectada por una enfermedad mental, su marido la abandona y aparece envuelta en un crimen que debe resolver para evitar que la culpen. ¡Algo sencillito!

Ya veo. Un poco de mala suerte sí parece que tenga la pobre señora...

Nada es lo que parece... El misterio narrado en primera persona con la voz de Camerón es el que el lector, junto con la protagonista, debe resolver.

¿Todo eso contado a la velocidad de un ‘thriller’?

Eso es lo que tiene sentirte a gusto con lo que escribes... La idea de imprimir un sello propio siempre está y aunque mis dos novelas anteriores [La última confidencia del escritor Hugo Mendoza y La silueta del olvido] y La oscuridad que habita en mí (Planeta) transmitan tener la apariencia de un thriller, hay dos cosas que coloco por encima de todo: que la lectura sea adictiva o engancha a los lectores y que los personajes tengan carne.

¿Prefiere a los lectores compulsivos?

A mí me gustan los lectores, los lectores que cojan la historia que les estoy contando en la playa y no paren de pasar páginas. A mí me gustan los personajes, no las caricaturas; que en las novelas que leo pasen cosas pero que también pasen las personas. Eso es lo más difícil de lograr cuando quieres hacer literatura.

¿Primero está el personaje y luego viene la historia?

Para mí sí. Yo creo que el lector debe percibir en un libro las alegrías, las fobias, los miedos y otras muchas «miserias» que acompañan a un personaje. Sé que es muy difícil, pero hay que intentarlo. Los escritores de thrillers soñamos con encontrar a nuestro Hannibal Lecter.

¿Usted también busca a su Hannibal Lecter?

A un Hannibal Lecter o un Norman Bates... Manejar los hilos y el destino de un buen psicópata ayuda a crear una historia interesante.

En sus obras la conducta humana suele ser un personaje más.

Ahí sí que hay un poco de deformación profesional, algo relacionado con mi actividad docente. Yo soy profesor de economía y sé que eso es algo muy aburrido que interesa a poca gente, pero la parte que más me interesa de la economía es el factor humano, lo que está más próximo a la psicología y sociología.

¿Hasta qué punto el profesor se mete en el terreno del escritor?

Yo doy clases de Recursos Humanos y seguramente mi labor profesional contamina lo que hago como escritor.

¿Le gusta lo que hace?

¿Dar clases?

Y escribir...

Me lo paso bien en las aulas y me lo paso bomba escribiendo thrillers... Yo no escribo entre dolores de parto, sino que disfruto mucho contando una historia. Además, eso es algo que notan y agradecen los lectores... Escribir sin que te veas forzado es un placer que hay que saber degustar. Aunque ya le dije que soy un escritor tardío, nunca es tarde cuando aparece una idea que tiene potencial para ser contada.

¿Los alumnos leen o no leen?

Leen de una manera diferente [silencio]. No tengo datos, pero sí amigos que están más al tanto que yo en este asunto y nos contamos que los lectores de hoy tenemos que competir con otros elementos de entretenimiento más agresivos que un libro. Los videojuegos o las series de televisión restan lectores, pero algunos quedan... Aquí no se trata de demonizar nada ni a nadie, sino evolucionar como todo en la vida.

¿Y ahí incluye a los escritores?

Los escritores tienen que adaptarse a los nuevos tiempos...

¿Ha dicho tienen?

Sí, tienen... Yo no me siento escritor. Escribo historias que gustan, o por lo menos entretienen, pero mi profesión es otra. Eso no significa que cuando estoy en el proceso de crear no ponga todos mis sentidos en la novela.

¿Le abruma el hecho de que lo llamen escritor?

Intimida un poco... Ser escritor son palabras mayores y, por lo tanto, se merece un trato especial. Yo escribo de algo en lo que creo y los lectores son los que tienen que juzgar ese acto creativo.

¿Algo bueno hará si tiene en casa un Premio Azorín?

Ganarlo fue algo maravilloso, pero no me ha cambiado en nada. Sigo siendo igual de exigente a la hora de planificar y escribir una novela. La silueta del olvido, Premio Azorín 2019, no ha aumentado mis niveles de exigencia y tampoco me mete presión.. Yo no escribo para ser premiado porque eso es algo que suele acabar mal... Lo natural es escribir bien para tener alguna que otra opción a la hora de conquistar un premio. Hacer lo que te nace siempre suele ser más divertido que hacer algo con el deseo de obtener una recompensa imaginaria. Escribir para agradar a todo el mundo es la mejor manera de no agradar a nadie.

¿Eso se lo dejamos a los robots y a la IA?

Antes comenté que a mí me gustan las cosas que son de carne y hueso, pero en este tema prefiero ser un poco más prudente porque es un asunto que evoluciona a una velocidad endiablada y nadie sabe aún de lo que serán capaces las máquinas. Sí. Les falta un corazón, pero manejan muchos datos...