Entrevista | Rubén de Eguía Actor

Rubén de Eguía: «El terreno clásico es una excusa para hablar de nosotros, del deseo, el amor y la pérdida»

"Me parecen mucho más interesantes los personajes con luces y sombras", asegura el actor

Rubén de Eguía interpretando a Patroclo.

Rubén de Eguía interpretando a Patroclo. / El Día

Almudena Cruz

Almudena Cruz

El Festival Veranos del Taoro programa, el 7 de agosto, ‘En mitad de tanto fuego’. La obra, un texto de Alberto Conejero, está protagonizada por Rubén de Eguía en el papel de Patroclo.

Mire que ha viajado con este personaje y sin embargo no había hecho escala aún en Canarias.

No, todavía no y mira que hemos estado en Buenos Aires, en Montevideo y en Lima pero a Canarias todavía no habíamos ido.

Pero ha sido todo un éxito y ha colgado el cartel de «entradas agotadas» en todos esos países.

Sí la verdad es que está siendo un éxito. Ya llevamos más de un año con el espectáculo y lo cierto es que ahora vamos con más tranquilidad. Puedo decir que lo que llevamos es muy bueno de una forma sincera y casi arrogante. Sencillamente gusta lo que estamos haciendo, tanto a la crítica como en el capítulo de premios y, sobre todo y lo más importante, al público.

Y rozó el Premio Max a mejor actor...

Pero claro, imagínate. Casi que es más el premio estar nominado con Pedro Casablanc y Eduard Fernández.

Basado en la Ilíada de Homero, este texto del gran Alberto Conejero demuestra que los clásicos lo son porque siguen vigentes. Habla de temas inmortales como el amor, el deseo o la guerra.

Sí, para mí la maravilla de los grandes autores –y Alberto Conejero sin duda es uno de ellos– es que cuando escriben algo, aunque esté inspirado en algo clásico, nos interpela también hoy en día. Para mí, el terreno clásico es una excusa para hablar de nosotros, de hoy en día, del deseo, del amor, de la pérdida, de la guerra y del sentido de esas guerras, si es que tienen alguno.

Cuando lo leyó por primera vez, ¿qué pensó?

Ya hace años que cuando me pasan un texto y lo leo tengo como unos nervios y pienso: por favor, que sea bueno. Porque luego, en verdad, como actores el texto es el trampolín de cada noche para salir al escenario. El texto, sea en teatro o sea grabando una serie, es el que te permite hacer un salto hacia la derecha o hacia la izquierda a nivel emocional. Cuando lo leí, pensé: buah, aquí hay mucha carne, aquí hay mucha chicha para hincarle el diente.

A los espectadores nos suele asombrar ver a un solo actor sostener una pieza como esta.

Nunca había hecho un monólogo pero este mismo director, Xavier Albertí, me había dirigido anteriormente en un espectáculo del Teatro Nacional que duraba dos horas y cuarenta minutos y que en realidad tenía más texto. Lo que pasa es que en aquella ocasión estaba yo y once actores que entraban y salían del escenario y yo permanecía quieto. Ahí tenía más texto pero no estaba solo. Es la primera vez que lo hago así, só.

Y ya había trabajado mucho con Albertí, otro grande de la escena.

Sí, es el sexto espectáculo que me dirige.

¿Es como estar en casa?

Pues sí, para lo bueno y para lo malo. Es una maravilla porque como te conoce sabe perfectamente por dónde no debes ir y por dónde sí. La verdad es que cuando trabajas con un director que conoces ya sabes y no tienes que empezar completamente de cero.

Ha viajado por muchos sitios y teatros pero veo complicado que haya interpretado a Patroclo en un escenario tan peculiar como el que se va a instalar en Veranos del Taoro: debajo de un gran Laurel de Indias.

He visto vídeos y la verdad es que tengo muchas ganas. Sin embargo, con los años ha pasado que prefiero no anticiparme y dejar que cuando llego al sitio –en espacios emblemáticos como este– puedo disfrutar del lujo que supone poder actuar ahí.

Si tuviera que explicarle a su futuro público tinerfeño de qué va En mitad de tanto fuego, ¿qué le diría?

¿Sin desvelar mucho, además? Me cuesta mucho resumirlo pero diría que básicamente es un cóctel de amor, deseo, guerra, violencia y mucho amor. En verdad es eso, una historia del amor.

Y supone sacar al personaje de Patroclo a la palestra frente a otros mucho más conocidos como Aquiles.

Para mí esa es de las maravillas que hace Alberto Conejero. Tiene la capacidad de poner la lupa en personajes que están apartados, e incluso maltratados, y los pone en primer término. Como actor y también como espectador me parece mucho más interesante cuando se pone como protagonistas a personajes con sus luces y sus sombras porque ahí es donde puedes empatizar y ver que todos tenemos nuestro lado bueno, nuestro lado malo y muchos matices entre medias.

¿En qué otros proyectos está trabajando?

Terminé de grabar una serie que se llama ¿A qué estás esperando? Y este domingo terminamos también en El Español la obra El fin, protagonizada por una potentísima tinerfeña, Toni Acosta. Y luego, aparte de esta gira que retomamos ahora con En mitad de tanto fuego, tengo otro espectáculo pero como aún no está cerrado prefiero no adelantarlo, no vaya a ser que se gafe.