De promesa del ciclismo a estrella del trail: la historia del tinerfeño que cambió la bici por los libros

El orotavense aparcó sus aspiraciones profesionales en el deporte de la bicicleta para apostar por su formación académica

Sin esperarlo, ni desearlo, se ha acabado convirtiendo en un destacado corredor de alta montaña

Sergio Álvarez durante la Reventón El Paso

Sergio Álvarez durante la Reventón El Paso / Reventón El Paso

Se bajó de una bicicleta de carretera y puso fin a una prometedora carrera cuando estaba cerca de dar el salto al ámbito profesional. El tinerfeño Sergio Álvarez tenía 24 años cuando, estando en Castilla y León, decidió dar por concluida su etapa en el ciclismo. En su último equipo, el Globalia Salamanca, le pidieron paciencia. Le aconsejaron que aguantara un año más porque estaba muy cerca de obtener una oportunidad para poder vivir del ciclismo, pero el orotavense no estaba dispuesto a seguir esperando. Sentía que se hacía mayor y decidió apostar por la alternativa académica. Regresó a la Isla y, ahora, estudia Ciencias de la Actividad Física y el Deporte en la Universidad Europea.

Sergio destacó en el deporte de las dos ruedas desde muy pequeño. Fue con Romualdo González (toda una institución en las Islas) con quien acudía los veranos a la Península para participar en diferentes competiciones. Más adelante, en edad juvenil, le llegó la oportunidad de probar como amateur. Tenía talento y se sentía preparado, pero el golpe de realidad fue tremendo. El salto de nivel es enorme y los primeros años se hicieron muy duros. “Fue un tortazo en la cara porque aquello es impresionante. Es una locura”, asegura Álvarez, que pasó por el País Vasco, Alicante, Galicia y, finalmente, Salamanca. Fue en la ciudad adoptiva de Miguel de Unamuno donde más brilló y, curiosamente, donde puso punto y final a sus aspiraciones profesionales.

Apostó por la formación académica

“En mi última etapa iba muy bien. Muy muy bien... pero llegó la edad en la que tuve que decidir. Mis padres me hicieron entender que, con 24 años, tocaba estudiar. Tenía plaza en la universidad y era el momento. Además, veía a chicos que llegaban con 21 o 22, que pasaban el corte más jóvenes y me sentía un poco mayor”, relata el protagonista, que ahora tiene 27.

Fue tras su regreso a Tenerife cuando se fraguó, sin voluntad alguna, un excepcional corredor de montaña. Su relación con el trail llegó como consecuencia de su pasión por las caminatas monte a través, una actividad que todavía comparte con su pareja. El olor a pinocha y la tranquilidad de la naturaleza más virgen despertaron en él una pasión, y un gusanillo, que creía haber perdido. Su primera carrera fue en el mejor escenario posible: los montes de Anaga. Una media maratón para la que ni siquiera pudo entrenar y en la que se inscribió al ser convencido por un amigo. Pagó el dorsal, según cuenta, a las primeras de cambio. Así no pondría excusas de última hora. No las puso.

Ese día marcó un antes y un después. “Me flipó la carrera y me flipé yo, que no medí bien los esfuerzos [se ríe entusiasmado]. La carrera me puso en mi sitio, pero fue bien, antes de empezar la bajada iba cuarto y terminé décimo”, relata sobre una experiencia que le cambió la vida. “Justo eso es lo que buscaba cuando dejé de competir en la bicicleta. Tenía que estar siempre arriba, ser siempre el primero o estar entre los mejores. Yo lo que quiero es disfrutar del deporte, competir conmigo mismo y dar mi mejor versión, quiero disfrutar”, manifiesta convencido.

La Reventón, un antes y un después

Su anonimato, eso sí, saltó por los aires tras su reciente triunfo en la Classic de la Reventón El Paso, una categoría de 31,8 kilómetros que se estrenó en la última edición de la prueba. Sergio llevaba alrededor de un año y medio corriendo y ya había ganado el Maratón del Meridiano, en El Hierro, aunque fue en La Palma donde se consagró. Se ríe cuando reconoce que, a partir de ahora, también en el trail le va a tocar cumplir con las expectativas.

De su experiencia en La Palma cuenta que iba absolutamente a ciegas. No había completado el recorrido ni una sola vez. “Cuando llegué a la línea de salida y vi el nivel que había pensé que no iba a tener ninguna opción”. No obstante, su espíritu competitivo -y sus pulmones- le empujaron a coronar el Puerto del Reventón, a más de 1.400 metros de altura, en primera posición. Aunque la bajada no sea su especialidad (le queda un importante trabajo de técnica por delante), estaba claro que no se le podía escapar. Ya no. “No iba mirando el reloj porque me preocupaba hacerlo y que quedase demasiada distancia por delante. Tenía muchos calambres y no quería hundirme”, reconoce.

Y es que los problemas físicos en la segunda mitad de la carrera no llegaban como consecuencia de la propia exigencia de la prueba, venían de atrás. Álvarez heredó, de su etapa como ciclista, una enorme capacidad de resistencia, y de sufrimiento, pero también una estructura muscular que nada tiene que ver con la necesaria para la práctica del deporte en la montaña, lo que le ha supuesto un importante hándicap.

Álvarez emocionado al cruzar la línea de meta en El Reventón

Álvarez emocionado al cruzar la línea de meta en El Reventón / Reventón El Paso

Condicionado por las lesiones

“Ese ha sido mi gran problema. Es difícil de explicar. Yo me veo bien, y me siento bien, pero me fallan las piernas. He tenido muchísimas lesiones por impacto porque mi cuerpo no estaba adaptado a este tipo de exigencia física y es muy frustrante. Siento que soy capaz de más y eso ha supuesto un lastre para mí. El año pasado, por ejemplo, me lesionaba en todas las carreras. Paraba dos o tres semanas y, en la siguiente, me volvía a lesionar. Por eso me emocioné tanto cuando gané la carrera, porque estoy sufriendo mucho. Recientemente, por ejemplo, tuve fascitis [una inflamación en la planta del pie que puede llegar a ser muy dolorosa y se trata con reposo], me recuperé y, justo después, el dolor empezó en el pie que estaba sano. Ha sido un calvario. Una lucha, mil cosas...”, lamenta Sergio.

Por eso, porque quiere cuidar un cuerpo que está todavía en proceso de adaptación a las nuevas exigencias de su cabeza, renunció a participar en la Pinolere Trail, la prueba por excelencia de su municipio. Lo hizo pensando en su salud. También en el calendario. A lo lejos asoma la Media Maratón de Transvulcania y no quiere asumir ningún riesgo antes de una cita marcada en rojo.  

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