El tinerfeño Marcos Herrera: de entrenar con mancuernas de cemento a convertirse en campeón de Europa

"Decidí que con 50 años iba a competir por última vez. Quería ser yo quien eligiera cuándo marcharme. Pasara lo que pasara, iba a ser mi último gran evento. Y no, no hay cambio de idea"

Marcos Herrera posa con el trofeo y la medalla que le acreditan como campeón de Europa

Marcos Herrera posa con el trofeo y la medalla que le acreditan como campeón de Europa / EastLabsPhoto

Marcos Herrera es toda una institución en el mundo 'fitness' del Archipiélago. Pionero a nivel regional, 'Kakko' uno de los primeros culturistas de Canarias en dar el salto al mundo profesional. Este orotavense quiso empezar en el gimnasio con 15 años, pero no le dejaron hasta que cumplió 16 y alcanzó “apariencia de adulto”, según cuenta. Era otra época. Ese año de espera lo pasó en casa, entrenando con mancuernas de cemento que él mismo fabricó. Compitió por primera vez en 1993. Tenía 20 años. Ahora tiene 50 (casi 51) y acaba de colgarse un oro europeo en categoría Master y el bronce en la modalidad absoluta, en la que compitió contra deportistas a los que les doblaba la edad. El torneo se celebró en Santa Susana, Barcelona, conocida como La capital del ftiness. Fue su último baile. Se despidió a lo grande.

Enhorabuena por las dos medallas. Son el colofón a una gran trayectoria.

Era un proyecto ambicioso, principalmente por mi edad. La verdad es que mi objetivo no era ese, pero estoy muy satisfecho por haberlo conseguido. Yo empecé a competir en el año 1993. En 2003 quedé campeón de España por primera vez y, a partir de ahí empezó la andadura internacional. En 2006 tuve un desgarro del pectoral que me apartó del deporte. Emocionalmente me derrumbó, hasta que en 2015 decidí volver. Ahí, en edad Master, conseguí los mejores éxitos de mi carrera: campeonatos de España, de Europa, me convertí en profesional... fue lo máximo. En el 18 y 19 competí en categoría profesional y llegué a ser segundo en el Arnold de Sudáfrica. Estuve en China, Cancún, Finlandia y muchos más sitios.

¿Y por qué marcharse ahora?

Después llegó la pandemia y lo paró todo. Entonces decidí que con 50 años iba a competir por última vez. Quería ser yo quien eligiera cuándo marcharme. Pasara lo que pasara, iba a ser mi última vez. Y no, no hay cambio de idea [se ríe]. Ahora la cabeza me pide otras cosas. Este deporte te lleva al límite. Son muchas cosas, el físico, la mente, la manera en la que te relacionas... es un sacrificio muy grande. Me gustaría centrarme más en otras cosas.

¿Cómo empezó su historia con este deporte?

Mi madre dice que yo soy culturista desde que era muy pequeño. Que con dos o tres años ya me llamaban mucho la atención las personas más altas o más fuertes de lo normal. Yo practiqué muchísimos deportes, pero siempre me centraba en la manera en la que una actividad transforma un cuerpo. Esa atracción la tuve desde niño. Ya con 15, cayó en mis manos una revista con fotos de Arnold Schwarzenegger. Era en blanco y negro. Cuando la vi pensé: yo quiero esto, quiero conseguir esto. Lo veía como algo artístico, moldear y crear un cuerpo de esa manera.

Y ahora, con casi 51, se le ve estupendamente.

Es un poco complejo porque se juntan dos cosas que son muy distintas. Nosotros estamos lejos de cualquier actividad que sea poco saludable: no hay tabaco, no hay alcohol y, por supuesto, no hay drogas. Nuestra vida se basa en el deporte, la buena alimentación, el descanso, buenos hábitos y buena suplementación. Lo que ocurre es que claro, llevar el cuerpo al límite para poder competir no es sano. El estilo de vida, por el contrario, sí lo es.

¿Conocemos bien el mundo del culturismo? ¿O cree que sigue habiendo muchos mitos?

Hay desconocimiento, pero nada que ver. La llegada de las redes sociales ha abierto un universo y el que ha sabido aprovecharlo ha salido de la cueva. Yo recuero llevar sudadera en agosto para que nadie se fijara en mi físico. Ahora es normal ver a mucha gente con buenos cuerpos. Hoy en día hay mucha gente que se cuida. En el gimnasio al que yo voy, por ejemplo, que es el Nae Fit, en Icod, hay gente en forma, que se cuida, que mueve peso. Eso antes no pasaba. Antes los gimnasios tenían mala fama y nuestra realidad ha cambiado.

Hablando de su experiencia en el Europeo, ¿ha contado con ayuda o el dinero ha salido de su bolsillo?

Yo tengo muy pocos patrocinadores. Me conoce mucha gente y tengo muchos seguidores en redes, pero no soy el perfil joven, guapo y divertido que buscan las marcas. Los canarios, además tenemos un hándicap porque las marcas importantes prefieren trabajar con deportistas que tengan más cerca. Buscan que les sea más sencillo llamarte para una feria, para un evento el fin de semana o incluso para enviarte productos sin que los paren en aduanas. Aquí no hay apoyo. Todo corre por tu cuenta. Este año sí que habilité un patrocinio puntual para el Europeo y unas 15 empresas de las Islas se pusieron en contacto conmigo para ayudarme.

¿Cuidarse es barato?

Depende del nivel, a la hora de competir hace falta mucho dinero, pero no a nivel básico. El fitness es algo tan sencillo como entrenar y comer bien. Y eso sí que está al alcance de cualquiera. Todos tenemos que alimentarnos, depende de cada uno hacerlo mejor o peor. Este es un estilo de vida asequible. En el mundo de la competición se dice que el culturismo es un deporte para ricos practicado por pobres.

La problemática del dopaje es un tema muy recurrente en su deporte. ¿Qué me puede contar al respecto?

Es un tema delicado. Y existe. A mí lo que más me preocupa es el dopaje en el culturista amateur. Ese que lo que pretende es ir al gimnasio para ponerse una camiseta apretada o para que cuando llegue el verano pueda verse mejor en la playa. El que lo hace con un control médico, pasa los controles atidopping de la Federación Española y la Internacional, eso es otra cosa. El peligro está en el que se hace llamar culturista y no lo es. Eso es una irresponsabilidad.

Pero influye en los resultados deportivos.

Te voy a hacer una pregunta. Hipotéticamente, imagina que en una carrera ciclista todo el pelotón va dopado. Termina la competición y hay una clasificación. ¿Crees que sería diferente si todos esos deportistas hubiesen corrido con una preparación totalmente natural? Yo creo que sería idéntica. No cambiaría nada. Eso sí, con unos tiempos peores. Eso es lo que nos pasa a nosotros. Que queremos más, queremos mejor.

Antes ha dicho que las redes sociales lo han cambiado todo, pero también pueden ser una herramienta peligrosa. ¿Suman más que restan, o al revés?

No sabría decirlo. Está al 50%. Yo, por ejemplo, no sé quién me está escuchando, leyendo o viendo y cómo van a interpretar mis palabras. En una red social puede estar siguiéndote un niño o una persona que solo está buscando una excusa. A mí, que soy entrenador, muchas veces me preguntan cosas para que yo conteste algo en concreto. Hay gente que no busca la verdad, sino lo que ellos quieren oír. Ese es el reto de las redes, y también el peligro. Porque siempre va a haber alguien sin escrúpulos que te va a decir lo que tú quieres escuchar. Hay personas que, para ganar dinero, son capaces de cualquier cosa. En mi caso, quizá podría haber ganado más dinero, pero prefiero estar orgulloso de mí mismo.