A lo largo de su centenaria historia, el Tenerife ha disputado nueve promociones, recurso cruel que resume en apenas dos partidos el trabajo de todo un año. Y el destino del curso siguiente. La última, resuelta satisfactoriamente ante el Hospitalet, le sirvió para ascender a Segunda División. Y por esa vía también accedió a la élite hace ahora un cuarto de siglo al superar al Betis. Al año siguiente, en una agónica eliminatoria ante el Deportivo, conservó su plaza en Primera División.

Especialista en este tipo de eliminatorias a doble partido, el Tenerife ha ganado ocho de las nueve que ha disputado. Por su importancia (o por ser muy recientes), algunas permanecen en la memoria colectiva. Otras, como las celebradas hace cuarenta o sesenta años ante Ensidesa y Orihuela, han caído en un lugar próximo al olvido. Y una de ellas, la primera, disputada contra el Santa Cruz en 1928 y resuelta favorablemente tras un desempate, sólo figura en las hemerotecas. Pero marcó el destino de la entidad blanquiazul y, probablemente, del fútbol tinerfeño.

El Tenerife era en los años veinte el mejor equipo del Archipiélago. Tras su refundación en 1922, tardó año y medio en perder contra algún adversario local. Por el camino sumó más de cincuenta choques invicto contra Hespérides, Salamanca, Fomento, Iberia, Laurel, Castro, Rival, Santa Cruz... Y también dominó con holgura a los mejores conjuntos de la vecina isla como Victoria, Marino, Porteño, Gran Canaria o Santa Catalina. Y tras la finalización del Stadium (el actual Heliodoro), por allí desfilaron los mejores conjuntos del país y hasta algunos rivales del extranjero.

Eso sí, al inicio de la campaña 27-28, el Tenerife ya había traspasado a Joaquín Cárdenes al Celta, donde triunfó y fue convocado por el seleccionador nacional José Ángel Berraondo para jugar ante Italia en El Molinón. Y también se había marchado Ángel Arocha, figura del Barcelona y campeón de la Copa del Rey con sólo veinte años. Eso sí, la entidad contaba con buenos jugadores y una estructura sólida presidida por Fernando Arozena, con Pelayo López como vicepresidente y los eternos José Díaz Prieto y Juan Labory como secretario general y tesorero.

Como técnico ejercía míster Spragg, uno de los fundadores del Tenerife Sporting Club en 1912, al que ya dirigió en esa primera etapa. Pero los resultados no fueron buenos. Y el más destacado, una victoria ante el Iberia (2-1), campeón 26-27, lo rodeó de mezquindad: tras ponerse en ventaja, los jugadores blanquiazules despejaban todos los balones al barranco de Santos, hasta que se suspendió el partido en el minuto 69 ¡ por falta de balones! De resto, muchas derrotas. Y un empate en la jornada final ante el Salamanca (0-0), que le condenaba a la última plaza. Y a la promoción.

Los cinco grandes del fútbol tinerfeño se medían entonces en un torneo a cuatro vueltas en el que repitió título un Iberia (20 puntos) liderado por Rafael Morera y Paco López, que ese verano ficharían por el Real Madrid. A continuación se clasificaron el Fomento (18 puntos) de Quico Tejera, Hespérides (15), Salamanca (14) y Tenerife (13). Y así, mientras tras la disputa de cuatro partidos el Iberia conquistaba el título regional ante el Victoria grancanario, del que fue miserablemente desposeído por la Federación Regional (con sede en Las Palmas), el Tenerife debía disputar la promoción de permanencia.

El rival era el Santa Cruz, heredero del histórico Laurel y con sede en el barrio de El Cabo, que se había proclamado campeón de Segunda Categoría. La cita debía ser un trámite, pues la diferencia entre los cinco grandes y el resto de equipos de la Isla era abismal. Además, los dos choques se iban a disputar en el Stadium, donde jugaba habitualmente el Tenerife, que en el partido de ida sufrió más de lo previsto... aunque acabó por imponerse (2-1) con dos goles de Torres, mientras que Talavera marcó para el Santa Cruz. La victoria invitaba a la relajación. Y a dar la promoción por resuelta.

La vuelta queda fijada para el 4 de marzo y el ambiente en el Stadium es escaso. Las lluvias han convertido el terreno de juego en un barrizal. Además, el frío y el viento invitan al aficionado a quedarse en casa. Y emoción no se espera: nadie duda de la victoria del Tenerife. Y menos aún de que conservará la categoría. Spragg reserva al defensa Fernández, los medios Déniz, Esquivel y Barroso o los delanteros Graciliano Luis y Rojas. Aunque a este último lo sustituye Luzbel, extremo zurdo que se convertirá en una leyenda blanquiazul.

Contra todo pronóstico, hubo emoción. Talavera adelantó a los de El Cabo, pero antes del descanso empató Elías. El Tenerife tuvo el dominio y el control del choque en la segunda parte, hasta que Talavera puso de nuevo en ventaja al Santa Cruz a poco del final... pero con tiempo para una parada salvadora de Cayol evitara la catástrofe blanquiazul. Dos semanas después, lunes 19 de marzo, el Tenerife se impondría en el desempate (3-2) gracias a un gol de Graciliano Luis a pase de Alfonso. Y así quizás evitó que la historia del fútbol tinerfeño fuera distinta.